Las dos salivas según los evangelios sinópticos
Dr. Carlos Araya Guillén /
Para que se cumpliera la profecía de Zacarías, hijo de Brequias y nieto de Idó, sobre el arresto de Jesús y el esparcimiento de las ovejas del rebaño (cf.Zac 13:7 NVI), el Señor fue traicionado en el Monte de los Olivos, ubicado en el valle de Cedrón, al este de Jerusalén.
De inmediato, dice el evangelio, lo llevaron a la Casa de Caifás, el Sumo Sacerdote, donde fue acusado por blasfemo y sufrió todo tipo de violencia: testimonios falsos, puñetazos y bofetadas con los ojos vendados y en señal de odio, insulto y humillación.
Narran los evangelios que “algunos le escupieron en el rostro” (Mateo 26:67 NVI). Escupir el rostro de Jesús no solo fue el cumplimiento de una profecía mesiánica, registrada en el Libro de Isaías, profeta, hijo de Amoz (no confundir con el pastor de Tecoa), 700 años antes, la cual se cumplió al pie de la letra (cf.Isaías 50:6 NVI). Amén.
Profetizar con exactitud, siete siglos antes, que Jesús, el Mesías, iba a ser escupido es una señal evidente de la inspiración de las Sagradas Escrituras. El mismo Jesús anunció a sus discípulos su muerte violenta en manos de sus enemigos religiosos, quienes lo iban a azotar, a escupir y crucificar. (cf.Marcos 10.34 NVI).
Pero los evangelios también hablan de “otra saliva”, que no es manifestación de violencia y desprecio, sino presencia de esa misericordia que vivifica y sana.
Él mismo Jesús sana, a un ciego de nacimiento en el estanque de Siloé (cf.Juan 9:1-12 NVI). El relato de Juan describe que Jesús mediante la acción de escupir en el suelo, hacer barro con la saliva y untarlo en los ojos del no vidente recobró la vista, ante los incrédulos fariseos.
También sana a un sordo disfémico, en la región de Decápolis, metiéndole los dedos en los oídos y tocándole la lengua con saliva (Marcos 7:31-35). En Betsaida, Jesús, le escupe a los ojos a un ciego y lo sana. (Marcos 8:23 NVI).
En esta ocasión el líquido salival favorece la realización de un milagro de amor y un acto de solidaridad humana. Es la saliva de Jesús como gesto material y simbólico de amor humano y liberación del Reino de Dios que Jesús anuncia. (cf Luc 4:18).
La saliva de Jesús es un medio de gracia y misericordia. Bendición que restaura la vida. El hijo de Dios, ungido por el Espíritu Santo, en su misión de dar luz a los ciegos y voz a los que no tienen voz, recurrió a un factor de nuestra vida biológica y lo utilizó para curar, fiel a su misión de anunciar la misericordia y salvación: “Jesús paso por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).
Hoy somos llamados a continuar el ejemplo de Jesús en servicio al Dios creador de la de la vida (misión salvífica).
Nota: Se cita la Biblia según la moderna versión, NUEVA VERSION INTERNACIONAL {NVI] de Sociedad Bíblica Internacional 1999.
(Los comentarios y artículos de opinión o de formación espiritual, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).