Carlos Araya Guillén / Articulista /
El analfabetismo bíblico ha llevado a muchos cristianos a la creencia de que María Magdalena, nacida en Magdala y seguidora de Jesús, fue pecadora, de oficio prostituta.
Nada más alejado de la verdad histórica. Cuando leemos, atentamente, los evangelios, se vislumbra con claridad que Magdalena es una de las mujeres que seguían a Jesús (Mateo 27:56), le acompañaba recorriendo los pueblos y las aldeas (Lucas 8:1-2), le atendió cuando estaba en Galilea (Marcos 15:41). De ella, dice el evangelio, que Jesús la sanó cuando le expulsó siete demonios. (Juan 19:25 y Marcos 16:9)
Estaba presente en la crucifixión de Jesús en el Gólgota (Marcos15:40). También cuando colocaron el cuerpo de Jesús, envuelto en una sábana, en un sepulcro cavado en la roca (Marcos 15: 45-46). Ella vio donde lo pusieron. (Marcos 15:47).
El evangelio de San Juan relata que junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofas (Pedro) y María Magdalena de quien había expulsado siete demonios (Juan 19:25 y Marcos 16:9).
También nos dice que María Magdalena fue la primera persona que, el primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, visitó el sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada (Juan 20:1).
Entonces, Magdalena se fue corriendo a ver a Pedro y al discípulo a quién Jesús amaba para contarles que Jesús no estaba en el sepulcro (Juan 20: 1-3).
María Magdalena es la primera persona a quien se le aparece Jesús resucitado (Marcos 16:9) y por cierto, no lo reconoce pues lo confunde con el que cuidaba el huerto. (Juan 20:15). Cuando se da cuenta que es Jesús lo llama “raboni” que en arameo significa Maestro (Juan 20.16).
Con gran gozo, Magdalena se acerca y toca a Jesús, pero Jesús le dice que lo suelte porque todavía no ha subido al Padre (Juan 20:17).
Con alegría, María Magdalena, fue a darle la noticia a los discípulos (Juan 20:18).
También, dice la Biblia, que Jesús proclamando las buenas nuevas del reino de Dios lo acompañaban los doce apóstoles y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades (Lucas 8:2-3).
El mismo texto menciona a Juana la esposa de Cuza, el administrador de Herodes, a Susana, a María, a la que llamaban Magdalena y muchas más que lo ayudaban y servían con sus propios recursos (Lucas:8:3).
Dato que da pie para considerar que María Magdalena era una mujer importante, de suficientes recursos económicos y bienes que los puso al servicio de Jesús.
Esta descripción implica que el perfil de María Magdalena no era, de ninguna manera, la de una mujer en prostitución vinculada al mundo de la pobreza.
Las referencias bíblicas dejan ver muy claro que María Magdalena no es la misma mujer conocida como María de Betania, que tenía fama de pecadora y bañada en lágrimas ungió, con un frasco de alabastro lleno de perfume, los pies de Jesús, los besó y los secó con sus cabellos (Luc7:36-38).
Tanto es así, que Jesús le dijo a la mujer tu fe te ha salvado, vete en paz. (Lucas 7:50).
Y, Juan afirma que la mujer que ungió con perfume los pies de Jesús fue María de Betania (Juan 11:2), hermana de Lázaro y Marta, familia a la que Jesús amaba (Juan 8.5).
Por eso, una buena exégesis y hermenéutica bíblica, junto a la evidencia de las excavaciones arqueológicas, nos lleva a dejar de lado la imagen de María Magdalena que se ha creado con base en ficción, tradiciones y malinterpretaciones a través de los siglos. Y, afirma la idea de que María Magdalena y María de Betania son dos mujeres diferentes.
La extendida idea en el imaginario popular y predicada por siglos que estigmatiza, a la Magdalena, como una trabajadora sexual, no tiene fundamento alguno.
En este sentido las predicaciones, creaciones artísticas, series de televisión y películas famosas que insisten en esa distorsionada imagen, carecen de una fundamentación bíblica.
Ya, desde el siglo II, se identifica como prostituta a Magdalena, pero no para señalar que era su oficio, sino para destacar la misericordia y el amor de Dios en ella. (Xabier Pikaza, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, 2015, p.1621). (*)
La distorsión de una Magdalena de oficio prostituta surge a raíz de una homilía del Papa San Gregorio Magno I (540-604 d.C), quien equivocadamente señaló que la mujer pecadora y prostituta, que se arrepiente en la casa de Simón el Fariseo (María de Betania) y la mujer liberada de siete demonios que seguía a Jesús (María Magdalena) eran la misma persona (Homilia 25, PL 76, 1188).
Tal identificación fue aceptada por la Iglesia Católica y se convirtió, en Occidente, casi en un dogma de fe.
Así, durante siglos, María Magdalena fue identificada, desde esa homilía, como una pecadora sexual y sensual convertida a la fe cristiana, a la manera, de Santa María Egipciaca (siglo V) prostituta pecadora y redimida. Concepción que fue alimentada por el hecho de que la ciudad de Magdala (de donde procedía María Magdalena) era famosa no sólo por ser portuaria, sino también por sus muchos prostíbulos.
Sin embargo, muy recientemente, desde junio de 2016 se le considera una santa mujer en el calendario de la Iglesia Católica: Santa María Magdalena, cuando el papa Francisco decreta celebrar el día el 22 de julio de cada año y es también una fiesta litúrgica.
Gracias al Papa Francisco, María Magdalena se levanta, como el Ave Fenix, desde sus injustas acusaciones de prostitución, para ser reconocida como “Apostola Apostulum”, es decir, “la apóstol de los apóstoles” (Santo Tomás de Aquino).
Bendita mujer siempre amada por el Hijo de Dios y la mejor amiga de su madre María, quien no huyó cuando arrestaron a Jesús y lo crucificaron.Tampoco lo negó.
Siempre estuvo con esmerada perseverancia y fidelidad a su lado. Fue una mujer influyente y protagónica en la vida de Jesús.
La intención de condenarla fue lastimar su dignidad para silenciar su reconocido liderazgo como discípula de Jesús y mujer elegida para ser la primera testigo de la resurrección del Señor y no Cefas (Pedro) como lo indica Pablo (I Corintios 15:5), quién, como se sabe, se inclinaba por no mencionar la presencia de mujeres en la naciente fe.
Además, Magdalena fue la responsable de dar a los apóstoles la alegría pascual, iniciando la importante y significativa fiesta cristiana.
Formó parte del círculo más íntimo de Jesús. Amaba a su maestro, tanto, como otros creyentes. Pero hacer de ella la esposa, la novia o la amante de Jesús es una percepción falsa y una fantasía indigna de la realidad bíblica. (Cfr Xabier Pikaza, Diccionario Enciclopédico de la Biblia. p. 1622).(*)
Por último, supongamos que la tradición de calificar a María Magdalena, desde el siglo II, de ramera, tenga razón, esta queda superada por la insondable misericordia de Dios que la perdona y la acoge en su gran amor.
Jesús mismo dijo a los jefes de los sacerdotes y ancianos del pueblo que estaban en el templo de Jerusalén: “Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios… porque ellos sí creyeron y ustedes no, ni siquiera se arrepintieron. (Mateo 21:31-32)
(*) Xabier Pikaza Ibarrondo, distinguido teólogo español, profesor, doctor catedrático en la prestigiosa Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA). Autor de numerosos libros y publicaciones en revistas especializadas y enciclopedias.
Citas Bíblicas: Santa Bíblia Nueva Versión Internacional/1999.