Los síntomas previos a la caída
Por Lucas Leys / Escritor argentino especializado en educación, teología y cristianismo /
Dios me ha dado el curioso privilegio de trabajar en muchos sectores del cuerpo de Cristo. He pastoreado en distintos países para diferentes denominaciones, he trabajado para distintas organizaciones y hoy viajo por el mundo compartiendo con líderes de todo tipo.
Todo esto me permite ver a muchos líderes en acción y lo que he podido notar es que ningún líder con su aparato mental funcionando correctamente, se levanta una mañana y dice: hoy voy a hacer quedar mal a Cristo y haré un desastre con mi vida. Todo comienza mucho antes que nadie se entere, con la aparición de algunos síntomas o circunstancias que facilitan el camino de lo que terminamos llamando “la caída”. Estos son algunos de ellos:
Líderes que se creen superados
Aún el más respetado ministro de la palabra tiene que reconocer que es un pecador. A menos que Jesús estuviera equivocado no hay bueno ni aún uno (Mateo 19:17). Sí; ni siquiera ese de traje raro que siempre está conmovido y haciendo milagros en televisión, es justo por sus propios méritos. Todos tenemos una necesidad desesperada de Dios y no podemos confiarnos de nuestra propia justicia. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1 Corintios 10:12)
El que cree estar exento de pecar ya abrió una puerta peligrosa. Además Mr. Satán tiene a los líderes como el blanco preferido, y la Biblia es clara en prevenirnos que el diablo está atento a nuestros pasos y por eso nosotros tenemos que estarlo aún más.
Líderes que están solos
Muchas veces el liderazgo genera soledad. Sea porque uno se va de misión a otro lugar o porque uno está en el tope de una congregación y generó una plataforma donde nadie te puede decir nada negativo. Así muchos se han ido quedando solos en el liderazgo cristiano, y alejados de todo contacto con la civilización viviendo en la burbuja de su ministerio unipersonal. El problema es que a la llegada de la tentación también están solos y no tienen de quién agarrase.
Todo en ellos es tan misterioso, secreto y solitario que pronto sólo cuentan con su propio criterio para discernir lo que está bien y lo que está mal y eso puede ser muy engañoso. No interesa lo importante que sea un líder, todos necesitamos amigos que nos sostengan y que tengan la libertad de decirnos cuando consideran que estamos equivocados y nos llamen la atención si estamos en terreno peligroso.
Líderes que tienen demasiado miedo a reconocer sus debilidades
En muchos círculos cristianos existe el mito del súper líder. Esto fue creado por una generación que nunca hablaba de sus debilidades y pecados. Uno los escuchaba y jamás había nada negativo en sus vidas. Todo era ejemplar y no tenían ninguno de los problemas que tiene el resto de los humanos (todavía esto pasa en algunos sectores y sobre todo en la televisión evangélica). Esta realidad encima se vio agravada porque hemos sido el único ejército que mata a sus heridos.
¿Cómo? Muchos líderes han visto como otros, al estar en pecado, han sido avergonzados por la iglesia en vez de ayudados y restaurados. Entonces tienen miedo de confesar su debilidad. Recordemos que Jesús dijo que tire la primera piedra el que no tiene pecado. Él estuvo atento a corregir pero siempre con amor.
Es necesario que se levante una generación de líderes con autenticidad y transparencia. Yo soy un pecador y todavía hay cosas de mi carácter que me cuesta controlar. He tomado decisiones en el ministerio que han estado equivocadas y muchas veces he actuado con motivaciones erradas. Al reconocer eso quedo menos expuesto a crear una barrera de hipocresía que impida que otros demanden cuentas de mi vida y ministerio.
Claro que hay mucho más por decir pero me gustaría ayudarte a responder una pregunta que es muy importante también:
¿Qué puedo hacer si conozco a algún líder que está en pecado?
Ayudarle confrontando su pecado. Cuando le señalas su pecado a alguien con amor le haces un favor. Primero debemos vestirnos de misericordia no sea que la confrontación tenga que ver con una motivación para hundir a esta persona, mostrar espiritualidad, cuidar nuestra reputación o cualquier otra razón que no sea la de ayudarlo y edificar el cuerpo de Cristo. Debemos hacer exactamente lo que entendemos que Jesús hubiera hecho.
Te recomiendo hablar en privado y si no hay progreso hablar con un testigo. Si te encuentras con que además del pecado hay hipocresía y que pretende quedarse así, entonces sí tienes que hablar con otros líderes y charlar acerca de esta situación pecaminosa. Hoy también hay una mala comprensión de la misericordia y se la confunde con dejar pasar cualquier pecado, “total somos todos imperfectos”.
La verdadera misericordia ama la verdad y la restauración, nunca deja las cosas así.
(Los artículos de opinión y comentarios, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan la posición de este medio).