Los cinco “solos” de la Reforma
No se le puede comprar a Dios su misericordia que es gratuita para todos.
Dr. Carlos Araya Guillén / Articulista /
El pasado 31 de octubre se celebró el 505 aniversario de la Reforma Protestante, promovida por el monje agustino Martín Lutero en las primeras décadas del siglo XVI en Alemania.
Ese día, Lutero clavó en las puertas de la Iglesia de Wittenberg sus famosas 95 tesis en protesta contra las prácticas promovidas por la Iglesia de Roma, de vender indulgencias como medio para alcanzar el favor de Dios y el perdón de los pecados.
¡No se le puede comprar a Dios su misericordia que es gratuita para todos!
Lutero defendió con mucha valentía, sus tesis que cambiaron el rumbo de la historia del cristianismo y acabaron con el monopolio absolutista que tenía la iglesia Católica Romana, como la mediadora del destino de los seres humanos ante Dios y como depositaria única y verdadera de la interpretación de la Biblia, la fe y las costumbres cristianas.
Las buenas nuevas de Martín Lutero y del movimiento de la Reforma Evangélica, se pueden expresar en cinco principios.
Cada uno de ellos sustenta la protesta religiosa y fueron el corazón de su teología basada en las Sagradas Escrituras.
1-Solo la gracia
La salvación es una experiencia del amor de Señor. Es un don de Dios, es decir, gratuita y no en virtud de méritos, esfuerzos y actos individuales de los creyentes.
Dice Pablo en una de sus cartas en la “cautividad”, a los Efesios, que “por la gracia (bondad) de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes hayan conseguido, sino que es un don de Dios” (2:8 DHH)
2-Solo la fe
Salvos solo por la fe (confianza) en la acción de la gracia de Dios.
Si bien es cierto que las buenas obras fortalecen y distinguen la fe cristiana, no constituyen un camino de redención.
Dice la escritura: “Recuerda que desde niño conoces las Sagradas Escrituras que pueden instruirte y llevarte a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”. (2 Timoteo 3:15 DHH).
3-Solo la escritura
Solo la Biblia, palabra inspirada, es la única fuente de autoridad para las prácticas y creencias cristianas.
La tradición de la Iglesia, los concilios, los papas y el clero no tienen la última palabra.
Timoteo en su segunda carta (3:16-17) nos dice: “Toda la escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud…”.
4-Solo Cristo
La autoridad y centralidad de Jesucristo es el eje sustantivo de la fe cristiana. No hay otro.
Dice el evangelista Juan, que Jesús le respondió a Tomás : “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre” (Jn. 14:6 DHH).
5-Solo un mediador
Solo Dios es quien nos salva por su gracia y amor. Dios es el único Señor, a quien debemos amar y servir. Cristo nuestro mediador.
Toda construcción humana, institución económica o sistema político, ciencia, filosofía, tecnología, cultura o símbolos religiosos no son mediadores.
No tienen la autoridad final y no pueden, por tanto, ser absolutizadas como intercesoras. Solo a Dios pertenece la honra y la gloria. Solo Jesús es mediador.
Por eso, el apóstol Pablo afirma en la Primera Carta a Timoteo que “… no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús” (2:5 DHH).
Quinientos años después, estos cinco pilares, continúan siendo los grandes principios, de ninguna manera negociables, de la fe evangélica fundamentada en la Biblia.
Dios Padre ha manifestado su amor de tal manera que hoy podemos cantar, como lo hizo Lutero, recordando al salmista: “Tu Señor eres mi fuerza, mi protector, mi libertador, mi Dios, mi escudo, mi roca, el poder que me salva”. (Salmo 18: 2-3).
DHH: Biblia Dios Habla Hoy.
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