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Por qué la frase “no toques al ungido del Señor” no aplica para tu pastor

Todo pastor debe estar dispuesto a rendir cuentas y evaluar su ministerio.

Nimrod López Noj / Licenciado en teología y estudios de maestría en Biblia del Seminario Teológico Centroamericano (SETECA) / Guatemala / Coalición por el evangelio /

Imagina esta escena: eres miembro de una congregación en la que los escándalos en el liderazgo son cada vez más evidentes. Hay abuso de poder, hermetismo, permisividad y más. Como estás convencido de que el proceder del único pastor de la congregación (o el pastor principal) es cuestionable, decides hablar sobre esto con él pero uno de los líderes de la iglesia te detiene y te dice: «¡La Biblia afirma que no debemos tocar al ungido de Dios!».

¿Cómo responderías?

Cuando vemos este comportamiento en los líderes, pienso que estamos ante un indicador alarmante de una iglesia no saludable. Los pastores que usan la frase «no toques al ungido del Señor» lamentablemente suelen hacerlo con el propósito de evitar que los miembros de una iglesia local intervengan en sus intereses codiciosos, vida de pecado, entre otras cuestiones.

No pretendo afirmar que siempre que alguien usa esta frase tiene malas intenciones. Quizás haya hermanos honestos —como el líder del ejemplo al comienzo— que la usan con la «buena intención» de proteger a su pastor, pero es probable que sean víctimas de manipulación por su falta de conocimiento de la Palabra.

La frase en su contexto

Esta frase, tan manipulada en nuestros días, fue dicha por David en ocho ocasiones (1 S 24:61026:91116232 S 1:1416). Con esto en mente, deberíamos analizar el uso de esta expresión en su contexto original para poder entender su significado correcto y su aplicación hoy. Quisiera señalar dos detalles al respecto: 

1) David afirmó esta frase sobre Saúl cuando este ya no era el ungido de Dios.

Saúl fue el primer rey de Israel, quien fue ungido para su puesto real (1 S 10:1) y obedeció al Señor durante los primeros años de su reinado. La obediencia y sometimiento a Dios era un requisito esencial para que el Espíritu Santo permaneciera en Su ungido en el Antiguo Testamento. Por eso, cuando David era rey, oró al Señor después de pecar: «No me eches de Tu presencia, y no quites de mí Tu Santo Espíritu» (Sal 51:11).

Sin embargo, dos años después de su investidura (1 S 13:1-2 RV60), Saúl incurrió en un pecado de desobediencia por el cual Dios lo desechó como rey y el Espíritu Santo lo abandonó (1 S 13:13-1415:1123). Así Saúl dejó de tener la unción o presencia del Espíritu, pero seguía reinando (1 S 15:24-31). A los ojos del pueblo, Saúl era el ungido de Dios porque fue elegido para reinar sobre Israel con la presencia y respaldo del Espíritu Santo. Entonces, cuando David se refirió a Saúl como el ungido de Dios, sabía que Saúl ya no tenía el respaldo divino, pues él mismo había sido ungido como rey en lugar de Saúl (1 S 16).

 Aunque en el nuevo pacto que disfrutamos ahora el Espíritu Santo promete estar siempre en nosotros si en verdad somos creyentes (Ef 1:13-14), el caso de Saúl nos recuerda que  es posible que hayan personas que están sirviendo a Dios en un puesto de liderazgo reconocido por las personas, pero que están descalificados por Dios. Recordemos también que más adelante la Biblia nos advierte en repetidas ocasiones sobre los falsos maestros (Mt 24:24Tit 1:102 P 2:1).

2) David usó esta frase para afirmar que no mataría al rey de Israel.

Cuando el Espíritu Santo abandonó a Saúl, vino sobre David en el momento en que fue ungido (1 S 16:13-14). La presencia del Espíritu Santo en David era evidente en todo lo que hacía y se convirtió en un gran líder militar respetado por el pueblo. Sin embargo, Saúl sintió celos que lo llevaron a perseguir a David para matarlo.

Cuando David tuvo cerca a Saúl, dijo: «No extenderé mi mano contra mi rey, porque es el ungido del Señor» (1 S 24: 610). Es importante resaltar que David se refería a que no extendería su mano sobre Saúl para matarlo, no para cuestionarlo o para simplemente decirle que estaba haciendo algo mal. David sabía que ahora él era el ungido y que Saúl había sido desechado. No obstante, David quiso evitar un magnicidio, respetó la posición de Saúl y esperó el tiempo de Dios para llegar al trono.

«No tocar al ungido de Dios» es una frase que no debería ser utilizada a la ligera porque se afirmó en un momento, lugar y propósito específicos. Usarla para evitar que el pastor rinda cuentas no hace justicia al uso original de la frase. Hay un hilo muy fino entre tener misericordia para un pecador, como la tuvo David, y la permisividad, la cual debemos evitar. Todo pastor debe estar dispuesto a rendir cuentas, evaluar su ministerio y contribuir al crecimiento espiritual de la iglesia para que esta sea sólida y saludable, todo con el fin de honrar al Dueño de la obra.

El verdadero Ungido de Dios

El Antiguo Testamento registra que el acto de ungir a un nuevo rey estaba compuesto por dos elementos: el aceite de la santa unción, que era derramado sobre el nuevo rey, y la llegada del Espíritu Santo a su vida, por lo general acompañada de alguna manifestación sobrenatural como en el caso de Saúl (1 S 10:9-13).

No obstante, en el Nuevo Testamento, «El ungido» es el título exclusivo para nuestro Salvador Jesús, pues se le llama Cristo, «ungido» en griego, y sobre Él hablaron los autores del Antiguo Testamento, quienes lo llamaron Mesías, «ungido» en hebreo (p. ej., Sal 2:1 ss; Lm 4:20). Jesús es el Rey elegido por Dios y lleno del Espíritu Santo.

Además, todo el que cree en el mensaje del evangelio también ha sido ungido, en Cristo, por el Espíritu (p. ej., 1 Jn 2:2027). Su presencia en nosotros hizo que experimentemos los beneficios de la salvación. Por la Palabra sabemos que Su unción o presencia en nuestras vidas es suficiente, permanente y no necesitamos pedir una doble unción (Jn 14:16).

Es por esto que la expresión «ungido de Dios» nunca se usa en la Biblia para referirse al pastor de una iglesia local. Más bien, se habla del pastor como siervo de todos, no como señor de todos, lo que hace una gran diferencia (cp. 1 P 5:1-4). Después de todo, el Señor puso a los líderes de la iglesia para su edificación.

 De hecho, los pastores pueden ser probados y disciplinados también (1 Ti 5:19-20). Al mismo tiempo, la Biblia nos llama a honrar a nuestros pastores, amarlos, apoyarlos y seguir su ejemplo después de considerar el resultado de su conducta (Heb 13:7-25). Es por eso que un verdadero siervo de Dios debe evitar usar la frase «no toques al ungido de Dios» para eludir a un pastor de su responsabilidad de rendir cuentas a la iglesia y de caminar con transparencia.

Palabras finales 

Cuando hay hermanos que se encuentran en conflictos por un líder que es señalado, como en el ejemplo al inicio de este artículo, mi anhelo es que las partes involucradas encuentren una solución que honre a Dios y los bendiga. No digo que los satisfaga, pues en estos casos es difícil que todos queden satisfechos debido al pecado que influencia el corazón, incluso el de los creyentes. Sin embargo, lo que debe primar al buscar soluciones es la honra al Dueño de la obra y la unidad de Su iglesia.

Por eso no pretendo dar consejos concretos sobre lo que deberíamos hacer con un líder señalado de pecado. Cada misión, denominación o asociación de iglesias tiene reglamentos y protocolos sobre cómo proceder en cada caso particular. Habrá momentos en los que se puede proceder bíblicamente frente al pecado de un pastor y habrá casos cuando lo mejor es dejar la iglesia. Además, es importante que recuerdes que necesitas amar a la iglesia más que a su salud, siempre y cuando estés convencido de que estás en una iglesia sana que por ahora está pasando por una crisis, pero que puede superarla.

Recuerda esto: gracias al mensaje del evangelio, todos los creyentes somos ungidos por el Espíritu, pero Jesús mantiene la supremacía del título «el Ungido de Dios». Nadie en la creación debería atreverse a usar este título para demandar una autoridad sobre el pueblo de Dios que solo le pertenece al Mesías Rey.

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

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