OPINIÓN

¿Cuál es el mayor problema de la Iglesia?

"Sin ser exhaustivos, podemos decir que vivir bajo engaño nos impide conocer a Dios".

THD-ARQ. Mario Cortés / Articulista /

Se le pregunto a Robert Charles Sproul (teólogo estadounidense) estando en vida:  ¿cuál es el mayor problema de la Iglesia? a la que contestó de seguido,  ¡No conocen a Dios!

Vaya, esto parece ser una respuesta muy extrema a primera vista y quizá algo chocante, pero después de considerarla con tiempo encontré razones suficientes para entender y avalar tal declaración.

La cuestión de hermenéutica

Lo primero que vino a mi mente es que la hermenéutica como ciencia, exige el ser preciso, una condición no solo operacionalmente correcta sino algo también doctrinal (2Ti 2:15).

Sproul usa el término: «conocer», no «saber».

«Conocer» implica una actitud relacional, es algo íntimo, como tal afecta total y absolutamente el ser, llevándolo a una transformación definitiva, «saber» por otro lado, es una competencia que aporta información que no necesariamente produce un cambio de afectación interna y/o absoluta (Stg. 2:19).

Esta falta de conocer no es nueva en medio de un pueblo que dice seguir y adorar al único Dios verdadero y de lo que el mismo Dios se ha quejado en varias ocasiones, unos pocos versículos nos lo aclaran.

El cap. 9 de Isaías es muy revelador y es bueno leerlo con detenimiento, pero citaremos el v. 6 como síntesis:

“Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme (yadá), dice Jehová´”.

Isaías no ha terminado con el asunto y declara en 29:13 lo siguiente:

Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado…”

De lo anterior, sin ser exhaustivos podemos decir que vivir bajo engaño nos impide conocer a Dios y este engaño puede ser la religiosidad, en singular, la religión.

De otro modo, no es lo mismo estar EN Cristo que CON Cristo, eso ya lo hemos aclarado en otros artículos.

Cuando uno esta  «CON», no importa cuan cerca estés, siempre estarás fuera.

Y es que la religión suele responder la siguiente formula:

filosofía + sincretismo + misticismo+ política

La religión busca su unidad en la práctica de ritos, fechas, tradiciones, creencias, símbolos y es altamente sincrética y mística, mientras que «la relación» busca su unidad en el diseño original de propósito y función que Dios estableció.

No es una propuesta filosófica ni una nueva expresión religiosa, porque la relación implica el acercamiento no del ser humano a Dios sino de este, al ser humano.

La religión es antropocéntrica, es carnal, por eso se mueve y privilegia a la carne.

Esto explicaría el por qué de las divisiones en la Iglesia más allá de las diferencias teológicas, que nunca pueden ser de doctrina fundamental, quizá y es muy posible de doctrina general.

La religión deconstruye, porque la religión sujeta a Cristo a sus dogmas y no al revés como debería ser.

Debemos aquí pregúntanos si nuestra posición teológica dogmática, está siendo nuestra doctrina, es decir si la teología sustituye la doctrina para ser esta la nueva doctrina, en ese caso estaríamos en otro evangelio. 

La cuestión de naturaleza

Está claro que si estamos practicando religión en lugar de relación, estamos en naturalezas distintas.

No estoy en contra de las capacitaciones, todo lo contrario, de hecho, la misma palabra declara en Oseas 4: «mi pueblo perece por falta de conocimiento».

Este conocimiento es la palabra «dáad», ciencia, es el conocimiento intelectual no el relacional ya citado anteriormente.

El problema que tengo es que la religión usa un camino inverso al bíblico, cree que lo externo resuelve lo interno, cuando es justo lo contrario.

 La religión hace talleres, capacitaciones y similares, creyendo que estos darán la información necesaria y suficiente para lograr el cambio y no es así, de hecho, crean una falsa sensación de éxito hasta que son confrontadas con la realidad y ahí colapsan.

Quiere decir ¿qué hay que dejar de hacerlas? no, no estoy diciendo esto, sino estoy indicando que hay que revisar las razones y la pertinencia de estas en función en un crecimiento interno.

La naturaleza no se puede esconder y estamos claros que la carne es religiosa, por lo que se hace necesario saber con certidumbre por cual senda transitamos.

En 2 Reyes 5: 16 Elías usa una expresión muy conocida y poca reflexionada, que puede ayudarnos mucho a saber cuál camino transitamos.

La expresión es “Vive Jehová en cuya presencia estoy…”

La conciencia de estar en la presencia de Dios de manera permanente cambia todo, cambia la fidelidad a la doctrina, al cuerpo de Cristo que es la Iglesia y ahí la vida dentro y fuera de la iglesia. Afecta nuestro liderazgo en todo lugar, afecta nuestra vida. 

Creo que no quitarnos el calzado como lo hizo Moisés ante la zarza, nos vuelve religiosos, descuidados con Dios y su Palabra. Nos permitimos tener actitudes y enseñanzas nacidas de nuestro corazón que buscan privilegiar nuestra agenda usando a Dios como excusa, pero no como razón de ser.

Perdemos el temor a Dios, usando su nombre en vano, creando teologías que gustan al oído, pero que son impropias del carácter y naturaleza de Dios y no tenemos empacho en lucrar y crear negocios familiares con el evangelio, por eso no le conocemos, aunque sabemos de ÉL.

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

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