OPINIÓN

Una sociedad decadente

El principio básico es que todo de lo que pertenece a Dios, no debe ser asignado a nada ni a nadie de este mundo.

THD-Arq. Mario Cortés / Articulista /

John Piper, ha hecho una gran observación al recordar que una razón para que el mundo degenere en un mal desenfrenado, libertino y destructivo es «la incapacidad de la sociedad de ver lo que esta sucediendo», esto definiría a una comunidad mundial decadente.

No necesitamos remontarnos a la Roma de Pablo para ver y experimentar la degradación que se describe en Romanos 1, porque parece ser una continuación de nuestra contemporaneidad.

El proceso, está claro y sus efectos también, empieza por dejar a Dios y amarse a sí mismo como fuente autoritativa, lo que es además de rebeldía, idolatría y esta lo lleva a otras expresiones idolátricas que lo hunden cada vez más en la depravación, degradando el individuo y a la la familia. Después la sociedad solo recoge el efecto de lo que se sembró.

Algunos en la fe no se han apercibido de este concepto de idolatría, del cual Calvino al dar su exposición de la ley en las Instituciones, aisló cuatro elementos que están incluidos dentro de esta prohibición de tener cualquier otro dios en la presencia del Dios verdadero.

El principio básico es que nada de lo que pertenece propiamente a Dios, debe ser asignado o atribuido a ninguna otra cosa.

Los cuatro elementos que pertenecen a Dios exclusivamente son estos:

1-Adoración.

2-Confianza.

3-Invocación y

4- Acciones de gracias. 

La idolatría ocurre cuando cualquier atributo de Dios mismo es despojado de su gloria y reemplazamos al Dios bíblico, con un dios que creamos a nuestra propia imagen.

Debemos recordar que en la revelación bíblica del carácter de Dios,  su naturaleza es totalmente santa, de rectitud pura y  justicia.

También de misericordia e ira, gracia, amor. Todos estos atributos  son parte de Él, lo sabemos.

Pero empezamos a jugar con estos aspectos y a articular una idea de Dios por la cual lo despojamos de su soberanía, santidad,  omnipotencia e inmutabilidad (despojos que ocurren todos los días en el ámbito de la teología), entonces estamos en esencia cambiando la gloria de Dios y la verdad de Dios por una mentira.

Dejamos de honrar a Dios como Dios y esa es la acusación de Pablo en Romanos 1. La razón por la cual Pablo habla de la ira de Dios  contra todas las naciones, es por nuestra tendencia a hacer justamente eso, quitarle la verdadera gloria al carácter de Dios y no adorar al Dios que es.

En segundo lugar, no solo hay que adorar a Dios y a Dios solamente, sino también confiar.

Lo que Calvino quiso decir con esto no es que no se nos permita confiar en las personas a nivel humano y creer en que la lluvia caerá, sino que en última instancia la confianza a la que nos sujetamos o a la que nos aferramos para nuestra redención y para nuestra salvación, debe estar en Dios únicamente.

¿En qué confías para tu salvación? ¿Confías en ti mismo? ¿Confías en la iglesia? ¿Confías en tus amigos? ¿Confías en tu trabajo? ¿O confías exclusivamente en Dios, que es el único digno de confianza en sentido máximo? Por tanto, el objeto de nuestra confianza debe ser exclusivamente Dios.

En tercer lugar, la invocación.

Lo que se quiere decir aquí es que «invocar» significa «llamar» y ¿a quién llamamos para nuestro consuelo, para nuestro rescate, para nuestra realización como seres humanos?

¿Decimos que creemos en Dios y que confiamos en Dios y que adoramos a Dios, pero luego apelamos a las estrellas o a nuestros antepasados o personas cercanas, o a algún otro organismo para que nos redima? Lo mismo se va al culto que al yoga o al adivino, o las uvas de fin de año

Nuestra invocación y nuestra confianza en la ayuda, debe ser en última instancia a Dios, de cuyo cuidado dependemos.

En cuarto lugar, es el principio de la acción de gracias.

De nuevo, Pablo dice que Dios se revela a través de la creación, que los hombres restringen esta verdad con injusticia y se involucran en esta idolatría y él la condena de dos males particulares.

En primer lugar, la negativa a honrar a Dios como Dios, por lo cual Pablo dice que, «ni le dieron gracias».

De modo que podemos decir que los pecados primarios gemelos de una raza caída son los pecados de negarse a adorar, honrar y alabar a Dios y la negativa a ser agradecidos con Dios… y lo hacemos cada vez que murmuramos y nos quejamos de nuestra situación en este mundo.  

A veces albergamos en nuestros corazones la idea de que Dios no está siendo realmente justo, que merecemos una mejor suerte de la que disfrutamos hoy y que el problema en última instancia reside en Dios.

Entonces nos centramos en todos nuestros problemas y dificultades y empezamos a pensar que Dios ha sido injusto con nosotros en lugar de cantar Sublime gracia y comprender que toda dádiva buena y perfecta que disfrutamos en esta vida viene de Dios y que por cada beneficio que recibimos de su mano, deberíamos responder rápidamente con acción de gracias, con alabanza y con honor.

Pero si somos desagradecidos, estamos violando el primer mandamiento porque no estamos manteniendo al Dios que es tan abundante en su misericordia y bondad, frente a nuestros ojos.

No lo estamos adorando con la alabanza de nuestra acción de gracias y de nuestra gratitud.

La Iglesia parece no estar atenta a esto y ve la degradación solo como algo escatológico y externo, pero no es así, la Iglesia como organización también está en crisis.

Sobre todo cuando nos enteramos de que algunos sectores han comenzado a aceptar conceptos como la ideología de género, por ejemplo.

Nos escandalizamos cuando vemos que se prohíbe hablar del evangelio o invocar la Biblia como autoridad única y suficiente, pero esto es el resultado de vivir una religión, no una relación y de hacerlo como a cada uno se le antoja, lo cual es idolatría como lo explicamos líneas arriba.

La que está llamada a detener la degradación en la persona, la familia y la sociedad, es la Iglesia.

Da pena ver que son los musulmanes quienes actualmente en Europa están teniendo una política de sustitución social porque Europa y occidente dejaron a Dios.

Los musulmanes crecen en un porcentaje elevado, mientras que el cristianismo real cada día es más escaso, donde en algunos ocasiones hasta se usa al cristianismo para hacer algún tipo de mercadeo, pareciera.

Si la degradación en la sociedad puede encontrar un freno y quizá en la gracia una sanidad, sin duda debe comenzar con un arrepentimiento de corazón de la Iglesia y una vuelta incondicional a su Palabra.

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

 

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