Cómo cultivar un clima de gracia en tu iglesia
Recuérdale a tu gente con frecuencia que los demonios tienen una teología impecable.
Jared C. Wilson / Coalición por el Evangelio /
Un mensaje de gracia puede atraer a las personas, pero una cultura de gracia las retendrá. Lo que nuestras iglesias necesitan, no en sustitución del mensaje del evangelio, sino como testimonio del mismo, es un clima del evangelio. ¿Pero cómo se consigue? ¿Cómo desarrollar en la comunidad de tu iglesia un espacio seguro para confesar, estar quebrantado, estar «no bien»? ¿Cuáles son algunas formas de cultivar un clima de gracia en tu iglesia?
1-Ordena ancianos completamente idóneos
A menudo hacemos bien en asegurarnos de que nuestros ancianos sean fuertes en doctrina y seguros en su liderazgo, pero con demasiada frecuencia dejamos pasar por alto requisitos igual de importantes o los obviamos en la evaluación. Muchas iglesias fallan a sus comunidades cuando ordenan a los más inteligentes, pero esos inteligentes carecen de cualidades como amabilidad, paciencia, o de pastorear bien a sus familias. Considera a los candidatos que viven de manera abierta y transparente, que se distinguen por su hospitalidad y generosidad, que tienen reputación de paciencia y mansedumbre tanto como de inteligencia y confianza. Examina a sus familias. ¿Dirigen a sus familias con gracia? ¿Sus hijos parecen felices? ¿Están sus esposas floreciendo? Hay una razón por la que Pablo pone la calidad de los esposos y los padres a la cabeza de su lista (1 Ti 3:1-7, Tit 1:5-9).
Esta es una de las razones por las que soy particularmente partidario de tener hombres mayores como ancianos, particularmente hombres con hijos adultos o jóvenes adultos. Un hombre puede tener hijos pródigos a pesar de él, por supuesto, no a causa de él, y quiero considerar ese factor. Pero si los hijos de un hombre ya no caminan con el Señor quiero saber si fue porque crecieron en un hogar indisciplinado e impío o en un hogar demasiado disciplinado, rígido, autoritario y sin gracia. No me opongo a los ancianos más jóvenes con hijos menores, por supuesto, o incluso a los ancianos solteros sin familia propia, pero los hombres mayores te dan el beneficio de la experiencia de vida y sabiduría, y si han estado caminando con Jesús por un tiempo, a menudo son más tiernos de corazón que los hombres más jóvenes. En resumen, lo que quieres no es solo ancianos que prediquen y enseñen bien, sino ancianos que amen bien y que pastoreen bien. No anheles simplemente ancianos que gobiernen, sino pastores con gracia, porque lo que tus ancianos son, tu iglesia también lo será.
2-Ataca con fuerza la arrogancia doctrinal.
La mayoría de los que piensan que están en lo correcto sobre un tema teológico en particular creen que llegaron a él a través del crecimiento en el Señor, no solo adquiriendo información. Tanto calvinistas como arminianos en tu iglesia piensan así. Tanto premilenialistas como postmilenialistas piensan eso. Casi todos nosotros creemos que llegamos a nuestro punto de vista particular en medio de nuestro crecimiento espiritual. (Y todos tenemos razón en eso, más o menos). Pensar así es natural. Pero el peligro de este pensamiento es equiparar nuestro punto de vista particular con la santificación progresiva. Hacerlo significa creer que porque creo ______, estoy más santificado que tú. La razón por la que todavía no compartes mi punto de vista sobre este asunto es porque eres más inmaduro en tu fe. De repente estamos creando cristianos de primera y segunda clase en la comunidad. Eso es terrible.
Reprende con gentileza pero con firmeza la arrogancia doctrinal y arráncala allí donde la encuentres. Las facciones se desarrollan fácilmente sobre la devoción a los asuntos secundarios si se dejan sin control. Al predicar contra el pecado, ten cuidado de no tener pecados «favoritos», pecados predilectos contra los que arremeter. Las personas culpables de tales pecados pueden ser llevadas a convicción y arrepentirse, pero más a menudo no escuchan el mensaje de gracia cuando su pecado es repetidamente señalado, sino que tu iglesia es un lugar seguro para tener cualquier pecado menos el de ellos. Además, hay un peligro inverso en tener pecados favoritos contra los que predicar: implícitamente le dice a las personas que no luchan con ese pecado que deben ser santas porque no luchan con ese pecado particular. Al señalar ciertos pecados con un trato especial, estás ayudando a todos los demás a abrazar la arrogancia del fariseo en el templo que estaba orgulloso de no ser como el recaudador de impuestos.
Recuérdale a tu gente con frecuencia que los demonios tienen una teología impecable, que los demonios pueden ser calvinistas y arminianos, milenaristas y amilenialistas.
3-Predica un evangelio completo dirigido a los corazones, así como a las mentes
La predicación que adopta una forma más bien de conferencia es estupenda para crear mentes ávidas de información. Solo algunas veces. Sin embargo, aunque todo sermón debe transmitir información —definitivamente debe enseñar— el propósito de un sermón no es principalmente informar la mente sino transformar el corazón. Apunta al corazón de dos maneras principales: 1) proclama buenas noticias, no simplemente buenos consejos, y 2) muestra alegría en tu predicación. En otras palabras, no te limites a predicar el texto, sino que, en la medida de tus posibilidades, debes sentirlo. La mayoría de las veces, las iglesias no se apasionan por lo que sus pastores les dicen que se apasionen, sino por lo que sus pastores están evidentemente apasionados. De modo que, si de tu predicación se desprende que lo que realmente te apasiona son los imperativos de las Escrituras y no los indicativos del evangelio, ¿adivina qué? No importa cuántas veces le digas a tu iglesia que se centre en el evangelio, van a ver que tu celo está reservado para la ley.
Al predicar el evangelio, predica tanto a los pródigos como a los hermanos mayores. Explica cómo el evangelio se opone a la religiosidad farisaica. Anima a ambos «hermanos» a abrazar a Cristo, tanto al legalista como al hedonista. No des la impresión de que el evangelio es solo para los pecadores evidentes, los «perdidos», sino para todas las personas, incluidas las que están en las sillas cada domingo.
4-Establece líderes que cojean
Desde los ancianos hacia abajo, no establezca ningún líder que no tenga un historial o reputación de humildad. Debes querer saber si el líder se ha quebrado alguna vez, si le han quitado el piso. No establezcas líderes que no caminen con cierta cojera, porque a menudo no tienen empatía por los quebrados, los que sufren, los abusados o los penitentes. No otorgues poder a ningún líder que no haya confrontado y luchado con su propio pecado, que no demuestre humildad continua sobre su pecado y dolor por el mismo. Los líderes que no conocen personalmente el escándalo de la gracia crean un clima de ausencia de gracia en la iglesia.
5-Promueve la hospitalidad, el servicio y la generosidad
¿Qué valores, programas, iniciativas quiero promover más? Los que más favorezcan la cercanía con los demás y la salida a la comunidad. La gente de la iglesia no aprende a ser amable con los que no pertenecen a la iglesia si nunca están en proximidad con ellos. A menudo, estar en el mismo entorno de trabajo no es suficiente. Queremos facilitar y promover oportunidades de crecimiento que impliquen la apertura de los hogares, el servicio activo de las personas dentro y fuera de la iglesia, y la entrega de dinero y cosas necesarias. Hay muchas cosas que encajan en estas áreas, así que puedes ser creativo. Pero cuando los miembros de la iglesia pasan mucho tiempo con otros en este tipo de entornos —en contraposición a los entornos de tipo salón de clases o el servicio de adoración— llegan a conocerse de manera que se construye la familiaridad, la empatía, la intimidad y mucho más. Lo mismo ocurre cuando se pasa tiempo en estos entornos con personas que no pertenecen a la iglesia. Una iglesia cerrada, aislada y enclaustrada no favorece un clima de gracia. Se queda sin aire demasiado rápido; la gente no puede respirar.
6-Tómatelo como algo personal
Lo más importante es que tú seas yo sea lo que quieres ver quiero ver. Entonces, mientras revisas reviso con frecuencia el pulso de tu mi iglesia —lo que Dietrich Bonhoeffer en Vida en comunidad sabiamente aconseja no hacer— piensa pienso en todas las personas que necesitan ponerse las pilas, que necesitan una dosis grande de humildad. Puede que tengamos razón sobre ellos. Pero aplicar esto primero a los demás no es el impulso humilde de la gracia tomada en serio. Yo necesito vigilar de cerca mi vida y mi doctrina. Necesito superar a los demás en mostrar honra. Necesito practicar la confesión y el arrepentimiento. Necesito humillarme. A medida que voy creciendo intelectualmente, necesito mantener el fruto del Espíritu frente a mi corazón y ser intrépido y honesto al preguntar: «¿Cómo lo estoy haciendo en estas áreas?»
Para cada uno de nosotros, un clima de gracia comienza con nosotros.
Publicado originalmente en For The Church. Traducido por Equipo Coalición.