Salud

Universidad de Tel Aviv: personas con autismo experimentan el dolor con mayor intensidad

Este hallazgo es contrario a la creencia generalizada de que las personas con autismo son supuestamente «indiferentes al dolor».

Itongadol /

Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv, examinó la percepción del dolor entre las personas con autismo y descubrió que experimentan el dolor con mayor intensidad que la población general y que son menos adaptables a la sensación.

Este hallazgo es contrario a la creencia generalizada de que las personas con autismo son supuestamente «indiferentes al dolor».

Los investigadores expresaron la esperanza de que los resultados de su estudio conduzcan a un tratamiento más adecuado por parte del personal médico, los cuidadores y los padres hacia las personas con autismo, que no siempre expresan la experiencia del dolor de la forma habitual.

El estudio fue financiado por la Fundación Científica de Israel y dirigido por cuatro investigadores: La Dra. Tami Bar-Shalita, de la Facultad de Medicina Sackler de la Universidad de Tel Aviv, que inició el estudio, en colaboración con la Dra. Yelena Granovsky, del Technion (el Instituto Tecnológico de Israel) y el Centro Médico Rambam, y los profesores Irit Weissman-Fogel y Eynat Gal, de la Universidad de Haifa.

Este estudio constituye el marco de las tesis de las doctorandas Tzeela Hofmann y Mary Klingel-Levy, y ya se publicaron o aprobaron para su publicación tres artículos basados en él. El presente estudio se difundió en la prestigiosa revista PAIN.

Con respecto al descubrimiento, la Dra. Bar-Shalita expresó: «Aproximadamente el 10% de la población general padece disfunción de la modulación sensorial, es decir, hipersensibilidad sensorial a un nivel que compromete el funcionamiento cotidiano normal y la calidad de vida. Estas personas tienen dificultades, por ejemplo, para ignorar o adaptarse al ruido o parpadeo de las luces fluorescentes, el zumbido de los aparatos de aire acondicionado o ventiladores, o el crujido del pochoclo de alguien sentado a su lado en el cine. En estudios anteriores en el laboratorio descubrimos que estas personas sufren más dolor que las que no tienen disfunción de la modulación sensorial. Como se sabe que la disfunción de la modulación sensorial se da en personas con autismo en un porcentaje del 70-90%, constituye un criterio para diagnosticar el autismo y está asociada a su gravedad».

»Nos interesaba explorar la percepción del dolor en el autismo, por lo que nos preguntamos: ¿les duele más a las personas con autismo que a la población general? Esta pregunta apenas se estudiaba en el laboratorio antes de que empezáramos», agregó Bar-Shalita.

Según los investigadores, durante muchos años prevaleció la opinión de que «a las personas con autismo les duele menos» o que eran «indiferentes al dolor». En realidad, la ‘indiferencia al dolor’ es una de las características que presentan los actuales criterios diagnósticos del autismo. La prueba de ello era, supuestamente, su tendencia a infligirse dolor a sí mismos autolesionándose.

Sin embargo, la Dra. Bar-Shalita señaló que «esta suposición no es necesariamente cierta. Sabemos que las autolesiones podrían derivarse de intentos de suprimir el dolor y podría ser que se hicieran daño a sí mismos para activar, inconscientemente, un mecanismo físico de que‘el dolor inhibe el dolor’».

Se trata de un estudio sobre el dolor en laboratorio aprobado por el comité ético de las instituciones académicas y el Centro Médico Rambam. En el estudio participaron 52 adultos con autismo de alto funcionamiento (AAF) e inteligencia normal, es decir, hasta el momento la muestra más grande del mundo de la que se tiene constancia en estudios sobre el dolor en personas con autismo.

El estudio hizo uso de pruebas psicofísicas para evaluar el dolor, utilizadas habitualmente en el ámbito del estudio del dolor. Estos métodos examinan la relación entre estímulo y respuesta, mientras que el investigador, mediante una computadora, controla la duración y la intensidad del estímulo, mientras se pide al examinado que clasifique la intensidad del dolor que siente en una escala de 0 a 100.

Los resultados demostraron sin lugar a dudas que a las personas con autismo les duele más. Además, su mecanismo de supresión del dolor es menos eficaz.

Con respecto a esto los investigadores explicaron que llevaron a cabo «una serie de mediciones destinadas, entre otras cosas, a examinar si la hipersensibilidad al dolor deriva de un sistema nervioso sensibilizado o de la supresión de los mecanismos que se supone permiten la adaptación y, con el tiempo, reducen la respuesta al estímulo. Descubrimos que, en el caso de las personas con autismo, se trata de una combinación de ambas cosas: un aumento de la señal de dolor junto con un mecanismo de inhibición del dolor menos eficaz».

«Nuestro estudio constituyó un estudio exhaustivo y en profundidad de la intensidad del dolor que experimentan las personas con autismo. La creencia predominante era que son supuestamente ‘indiferentes al dolor’, y hay informes de que el personal médico y otros profesionales los trataban en consecuencia», añadió la Dra. Bar-Shalita.

Finalmente, Bar-Shalita concluyó que »los resultados del estudio indican que, en la mayoría de los casos, la sensibilidad al dolor de las personas con autismo es en realidad superior que la de la mayor parte de la población, al tiempo que no consiguen suprimir eficazmente los estímulos dolorosos. Esperamos que nuestros hallazgos beneficien a los profesionales y practicantes que atienden a esta población y contribuyan al avance del tratamiento personalizado».

En otros artículos que se publicarán próximamente, los investigadores de la Universidad de Tel Aviv examinaron la actividad cerebral de personas con autismo durante estímulos dolorosos, así como subgrupos dentro de esta población en relación con su percepción del dolor.

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