OPINIÓN

¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 

Ahora que nos vamos a humillar, comencemos por confesar y renunciar a estos pecados que retienen el poder de Dios.  

 Dr. Alex Alvarado Peterson /

El presente artículo está motivado en la necesidad sentida de muchos ministros, intercesores y hermanos en la fe, de hacer algo significativo ante la ola de violencia que azota a Hispanoamérica y en concreto a Costa Rica.

Como en otras ocasiones nos convocamos a la oración para humillarnos y pedir misericordias del Dios del cielo. Parece que las palabras del salmista recorren el alma de la iglesia en esta hora:

«Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra».

En apoyo a esta importantísima iniciativa de oración unida, es que hago la siguiente reflexión.

El pasaje se encuentra en Marcos 9:28,29:

» Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno».

Al descender del monte de la transfiguración, el Señor Jesús, Pedro, Juan y Jacobo, se encuentran con una escena de caos. Había gran escándalo, disputas y confusión. Al ver a Jesús un hombre sale al encuentro y explica el origen de bullicio:

«Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron».

Los 9 apóstoles habían fracasado en dar solución al muchacho endemoniado. Tomemos esta lección, que me parece, describe a la perfección la situación de la Iglesia de hoy.

El joven necesitado del milagro representa la sociedad del siglo 21 en que nos ha tocado servir. Un mundo controlado por el mal, que intimida al pueblo de Dios con sus agendas de maldad, financiadas por capitales infinitos y que tiene hipnotizado al mundo.

También enfrentamos planes del control por grupos muy violentos sin ningún respeto por la vida humana.  La sociedad clama porque la Iglesia tenga respuestas, pero el muchacho no mejora. Los 9 apóstoles han fracasado.

¿Qué sucedió?

Ya ellos habían expulsado muchos demonios antes. Abordaron el problema como uno más. Utilizaron los métodos que siempre habían funcionado. Al fin y al cabo, para ellos se trataba un demonio más que expulsar.

Eran 9 apóstoles experimentados que había tenido éxito en muchos casos. Así que lo abordaron con toda confianza.

Así está la Iglesia hoy, intentando como los discípulos, haciendo todo lo posible, pero sin los resultados esperados. Y por el contrario empeoran a cada momento.  La pregunta de los 9 ahora también es nuestra: ¿por qué no podemos? ¿Cuál es el problema?

La respuesta del Señor es contundente en 3 direcciones. La primera es ese género.  

 “Y les dijo: Este género…

Muchachos ustedes fallaron en el diagnóstico del problema. Esto porque hay diferentes rangos del mal. Existe una jerarquía infernal de demonios de diferente categoría y rango. Hay una gradación encabezada por el diablo quien está encima de la pirámide. Este rango de demonio los supera y no están a la altura de enfrentar esta potestad. Los sobrepasa. 

¿No es esa nuestra realidad como pueblo de Dios el día de hoy?

No estamos conscientes de la verdadera profundidad del problema que nos representa, en sentido espiritual, el momento presente. La clase de problema que nos está enfrentando es el más profundo y desesperante en la historia de la Iglesia en los últimos 200 años. 

Delante de nuestros ojos están en juego la libertad, la seguridad, el futuro de niños y jóvenes.  Estamos sin duda, en presencia de la actividad demoníaca más cruel jamás vista.

Por otro lado, las agendas de dominación mundial y sus argumentos han invadido el mundo e infiltrándolo todo con pensamientos anti – Dios, anti – familia, anti – Cristo, anti – Biblia y mucho más.

Además de estar en medio de un mundo a punto de estallar en una gran guerra.

«…con nada puede salir…»

Nuestro activismo, con actividades de entreteniendo religioso que aportan poco o nada a la misión, miles de comités para esto y aquello, centenares de reuniones, distractores de todo tipo, el humano – centrismo de la música y la predicación, no pueden contra ese género.

Todos esos esfuerzos resultan inútiles ante el grado de maldad que nos desafía todos los días.  Como los discípulos hemos fracasado.

«…sino con oración y ayuno».

La gran lección del Señor Jesús

Cuando el Señor entra en la escena todo cambia. Él resolvió el caos con su poder y autoridad.

¿Por qué nosotros no pudimos? Esta es la respuesta:

Ustedes fallaron porque no tienen el poder suficiente. Estaban utilizando el poder que tienen, en el que confían para su ministerio diario, pero no les alcanzó.  Desconocían la clase de maldad que enfrentaban. No estaban conscientes de su propia necesidad, impotencia, inutilidad y falta de poder espiritual.

No se han dedicado a buscar ese poder de forma intencional y profunda. Es más, están atenidos a mi presencia entre ustedes, pero fracasaron. Ahora entienden que las glorias del pasado, los avivamientos de la historia, no les alcanzarán, necesitan una visitación, un avivamiento para esta generación.

Necesitan un tiempo de refrigerio que traigan un fresco poder y bendición inusual.  Nada menos que un poderoso derramamiento del Espíritu de Dios es suficiente para sacar la Iglesia de su aturdimiento y tibieza.

Aprendamos algo más

 ¿En qué estaban ocupados los apóstoles que les robaba el poder espiritual? En ese mismo pasaje están las respuestas:

«Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.

 Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía».

Para nadie es un secreto que la iglesia de este siglo, o más bien algunos de sus líderes estamos llenos de: caudillismo, orgullo, envidias, celos, culto a la personalidad, fanfarronería, falsificadores del poder de Dios, misticismo, superstición, falsas enseñanzas que atrapan las multitudes y abundan los milagreros, como también los manipuladores. 

Nos gastamos en busca de fama y fortuna. Queremos el mérito de todo. “Si algo bueno pasa se deberá a mí”. Pero nada cambia ya que todo es mera palabrería. “Ese género” está intacto destruyendo todo a su paso.

Ahora que nos vamos a humillar, comencemos por confesar y renunciar a estos pecados que retienen el poder de Dios.  

Pero hay esperanza para el pueblo de Dios:

«…y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.  Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo». 1 Juan 4:3.

» Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, Y huyan de su presencia los que le aborrecen. Salmo 68:1

Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.

Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,

En medio de los tiempos hazla conocer;

En la ira acuérdate de la misericordia».  Habacuc 3:1,2.

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

 

 

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