El diablo adversario de Dios y de Cristo
Su conocimiento es finito y su poder tiene límites.
Dr. Carlos Araya-Guillén / Articulista /
Etimológicamente diablo proviene del griego “diábolos” que hace referencia a un “acusador”, “calumniador” que incita a una persona a hacer el mal para que caiga en pecado y abandone su fidelidad cristiana.
Se le conoce también como Lucifer, el Maligno, Satanás, Belcebú y muchos otros nombres más. En Costa Rica al diablo se le llama puisicas, cuijen, chamuco y el cachudo.
La iconografía popular, representa al diablo de color rojo, con cuernos, oloroso a azufre, cola y un tridente en sus manos, descripción que no corresponde a ninguna verdad bíblica.
Esa fisionomía del maligno proviene de diversas culturas antiguas y de creencias paganas como la de Babilonia, Egipto, Persia y los Celtas. Por ejemplo, el color rojo de la diosa egipcia Seth y los “cachos” de un dios céltico.
Por su parte, el olor a azufre está asociado al lago de fuego y azufre al que será arrojado Satanás, como castigo, para ser atormentado noche y día por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 20:10 DHH).
En las artes pictóricas y escultóricas la imagen del diablo se ha ido modificando culturamente. Como ángel caído pierde su hermosura y es simbolizado como una serpiente. Luego como un ser de poca belleza y partir del siglo X, se transforma en un monstruo de apariencia temible que causa miedo, espanto y terror.
En la teología bíblica cristiana se ha hecho referencia al origen del diablo interpretando Isaías 14. Sin embargo, se debe señalar que exegéticamente el texto bíblico es un poema que celebra la caída del orgulloso Rey de Babilonia. Pero en la tradición cristiana se ha leído como la caída de un ángel bello y bueno que fue expulsado del cielo.
En relación con los atributos de diablo es bueno tener presente que no es todopoderoso. No es omnipresente. No puede estar en varios lugares a la vez. Tampoco omnipotente ni omnisciente.
Su conocimiento es finito y su poder tiene límites. No posee la perfecta sabiduría. Depende de sus demonios para extender la maldad en el mundo. No es clemente. Siempre procura aniquilar y destruir a sus enemigos.
Se podría decir que el diablo es la oscuridad, la ausencia de valores morales y espirituales.
El diablo es una estructura siniestra y de violencia contraria a la ley divina. La masificación del mal, rendirse a los ídolos del poder y del dinero y vivir como si Dios no existiera expresan comportamientos humanos vinculados a una sucesión de patrones pecaminosos.
Como ser sobrenatural malvado, el diablo, trabaja para engañar a los seres humanos creados por Dios. Ha estado pecando desde el principio. (1 Juan 3:8 DHH). Propaga el pecado y ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Es el adversario de Dios, de Cristo y de la humanidad fiel al Señor.
Sin embargo, la esperanza cristiana es firme y señera, el Señor nos protege siempre del maligno. Jesús venció para siempre a Satanás en todas las tentaciones y en la Cruz del Calvario. El hijo de Dios asegura la destrucción del diablo en los días postreros.}
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