Consecuencias del desplome demográfico: Europa, abocada a la irrelevancia y a la inmigración masiva
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Con el hundimiento de la natalidad se anuncia una Europa geriátrica en manos de potencias extranjeras. Son las consecuencias de un desplome demográfico que hunde sus raíces en la revolución sexual que arranca tras la Segunda Guerra Mundial y explota en los años 60 y 70, pero donde entran también otros factores, como la desesperanza.
Uno de los países en situación más grave es Ucrania, que además con la guerra perderá población joven. Lo analiza Giulio Meotti en el mensual italiano de apologética Il Timone.
El Viejo Continente, entre las migraciones y la irrelevancia
«Gran demografía, gran potencia», sintetizó el estudioso estadounidense Nicholas Eberstadt en un ensayo publicado en Foreign Affairs. Demografía decadente, potencias en declive…
El caso del paraíso del vientre de alquiler
«Ucrania está desapareciendo por dos razones [este artículo se escribió antes de la invasión rusa, ndR]. Tienen uno de los índices de natalidad más bajos del mundo, con apenas 1,23 hijos por mujer, y uno de los más altos del mundo en emigración. Ningún otro país se ha borrado de la existencia de una manera tan decidida».
Esto es lo que escribe David Goldman, autor de Cómo mueren las civlizaciones (y por qué el islam también está muriendo), en Asia Times. Nueve millones de ucranianos trabajan en el extranjero, según el Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania. Y 3,2 millones tienen un trabajo a tiempo completo en otros países. Hay solo 21 millones de ucranianos de edad comprendida entre los 20 y los 55 años, lo que sugiere que más de dos quintos de los ucranianos en edad laboral se ganan la vida en otros países. Según el Banco Mundial, las remesas de los trabajadores en el extranjero ya representan el 11% del PIB de Ucrania, el porcentaje más alto de Europa.
«Nos hemos convertido en un negocio de recién nacidos«, ha dicho el comisario ucraniano para los derechos de la infancia, Mykola Kuleba. En qué se ha convertido Ucrania y, por ende, también nosotros, lo hemos visto con el caso de una pareja italiana que fue al país del Este para comprar, literalmente, a una niña a través de la maternidad subrogada y que después la abandonó a la niñera. Ucrania es el paraíso mundial del vientre de alquiler. Los ucranianos tienen pocos hijos y ahora el país se ha convertido en la matria de hijos que, jurídicamente, no son de nadie.
«Tras años de declive demográfico, el país tiene más ciudadanos de más de 65 años de edad que personas en edad laboral entre los 20 y los 65 años. A fertilidad constante, el Programa de las Naciones Unidas sobre la población prevé que su población disminuirá en más de la mitad durante este siglo».
Concluye Goldman: «En pocos decenios, Ucrania ya no será una nación soberana, por no hablar de una democracia; será una sección geriátrica sostenida por un flujo de remesas en disminución».
Muchos países que envejecen
Pero la definición de «sección geriátrica» se podría aplicar a muchos de los países europeos, si no a todos: Italia, Grecia, Portugal, España, todo el Este. «La crisis demográfica es probablemente la peor crisis que hemos sufrido y, a pesar de ello, en España no le prestamos atención», afirma María Menéndez Zubillaga, presidente de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid. «Sin hijos, a largo plazo ya no habría prestaciones económicas ni prosperidad, habrá cada vez más soledad, la democracia se convertirá en una gerontocracia y España y Europa tenderán a la irrelevancia global«, concluye Menéndez.
El envejecimiento radical de la población tendrá un profundo impacto también en la geopolítica. Los países que ya invierten menos del 1% del PIB en la OTAN sentirán la tentación, en los próximos años, de substraer más recursos a la seguridad y la defensa para hacer frente al caos en el estado de bienestar.
Migraciones
La presión migratoria se convertirá en algo irresistible para esos países. España debe acoger a más de 191.000 inmigrantes cada año desde ahora hasta 2050 si quiere compensar la caída de la población anunciada por el documento España 2050 presentado por el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, mientras Ceuta era asaltada por 8.000 migrantes marroquíes. Habrá que «acoger e integrar a cientos de miles de personas inmigrantes de aquí a 2050», se lee en el informe, que valora también la recepción de un volumen mayor: «Si conseguimos un saldo migratorio anual del orden de 255.000 personas, la caída de la población en edad de trabajar sería de 1,8 millones de personas (en lugar de los 3,7 millones proyectados en un escenario con un balance migratorio de
Alejandro Macarrón Larumbe, director de la Fundación Renacimiento Demográfico y autor de libros con títulos emblemáticos como El suicido demográfico de España y Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo, nos explica: «El gobierno dice ‘intentémoslo’, así preparan a la población a acoger a los inmigrantes. Son políticos de izquierdas y, claramente, hacen este plan grandioso y lo mismo sucede en Italia. No les importa nada la identidad, son antirracistas y globalistas. Pero en el futuro no llegarán personas de Europa del Este. Muchos están volviendo a Rumania. La inmigración llegará de África y de Oriente Medio. En dos siglos puedes integrar, en veinte años solo puedes desintegrar. En los próximos treinta años perderemos 8 millones de personas entre los 20 y los 64 años, es seguro, porque no tenemos hijos desde hace 30 años. La sociedad, los intelectuales, han aprobado solo modelos destructivos de familia. Será una sociedad vieja, muy vieja, y llena de inmigrantes. Es un plan terrible, un escenario de locura, sin que haya reacción».
Edward Paice, autor de Terremoto de juventud. Por qué la demografía africana debería importarle al mundo, explica en The Guardian que en 2050 un cuarto de la población mundial será africana. Europa será invadida por una oleada migratoria sin precedentes, también para hacer frente a la caída de la mano de obra que ya es causa de alarma en muchos países europeos.
Se ve en Alemania. En las grandes ciudades alemanas, en menos de veinte años el 70% de la población estará formada por extranjeros. Ya hoy, escribe Die Welt, en Alemania occidental el 42% de los niños con edad inferior a los seis años pertenece a familia inmigrantes. Y el jefe de la Agencia alemana para el empleo, Detlef Scheele, ha afirmado que Alemania necesita 400.000 nuevos migrantes al año. Alemania dependerá cada vez más de acuerdos con los países-frontera como Turquía para administrar los grandes flujos migratorios.
En el Este
Bulgaria está viviendo el declive demográfico más rápido del mundo y su población disminuirá en un cuarto antes de 2040. Faltan solo unos veinte años. Más de dos tercios del país serán «un desierto demográfico» en el arco de veinte años. En práctica, en un siglo un país europeo ha perdido dos tercios de su población. Petr Ivanov, académico búlgaro, ha comentado la noticia: «Bulgaria está pasando una fase de muerte demográfica clínica, está muriendo… Somos la nación que está despareciendo más rápidamente en el mundo».
Rumania perderá el 22% de la población en 2050, seguida por Moldavia (20%), Polonia y Eslovaquia (20%), Lituania (17%), Croacia (16%) y Hungría (16%).
Reino Unido y Escandinavia
«En los próximos decenios, las mezquitas surgirán como setas en todo el país»: es lo que escribe Ed Husain, uno de los mayores intelectuales musulmanes del Reino Unido, consejero de Tony Blair y autor de Entre mezquitas, en un largo ensayo publicado en The European Conservative. «Al final de este decenio, gran parte del este de Londres, de Yorkshire y de Lancaster tendrán mayorías musulmanas, y sin embargo las implicaciones culturales de esta transformación de la sociedad británica no se están abordando abiertamente. Habrá mini califatos en toda Gran Bretaña«.
Con su vocación de «Global Britain«, el Reino Unido estará cada vez menos anclado a Occidente y cada vez más dirigido a Asia, de donde procede la linfa demográfica del país. El mismo escenario se puede aplicar a Suecia y Holanda, la Europa «frugal» también desde el punto de vista demográfico. Solo en 2016, Suecia ha acogido a 163.000 personas, el equivalente al 1,6% de su población total. Como si Italia dejara entrar a 600.000 en un año en lugar de las 60.000 personas que entraron en 2021, que ya han llevado al punto de estrés a nuestro sistema de acogida.
«El 20% de la población sueca ha nacido en el extranjero y esta cuota ha aumentado rápidamente. En 2000 era del 11%», escribe el Spectator. ¿Y en el futuro? En el periódico socialdemocrático sueco Folkbladet, Kyösti Tarvainen, profesor en la Universidad Aalto de Helsinki, experto en los cambios demográficos, ha explicado que «en 2065, los suecos étnicos serán una minoría si no varía la inmigración. En 45 años, la etnia sueca será una minoría. En 2100 habrá tantos musulmanes como suecos étnicos«. En 2019, podemos leer en la valoración de Tarvainen, el 88% de los inmigrantes residentes en Suecia serán de origen no europeo y uno de cada dos será de fe musulmana.
Países europeos que desparecerán porque no tienen hijos. Países que «cambiarán» porque los hijos los tienen los demás.
Traducido por Verbum Caro.