¿Cómo ministrar a un traidor?
Jorge Luis Soto Gould /Pastor Catedral del Espíritu Santo / Costa Rica
Si no tuviéramos tan presente, por la constante lectura bíblica, la patética historia de Judas Iscariote, el tema que vamos a tratar parecería sensacionalista para cualquier crítico y el autor sería encasillado entre los escritores desesperados por vender su producto.
Sin embargo, frecuentemente nos encontramos en la Sagrada Biblia, como cada uno de los líderes de Dios estuvieron frente a su traidor.
Si con valentía aceptamos la verdad, Jacob fue traidor para Esaú cuando con trampas le arrebata la primogenitura; perdedor que, en el momento, no le dio importancia.
¿Cómo se sintió Moisés frente a Coré y más de doscientos que despreciaron su autoridad? Jamás se piensa en el dolor que experimenta un líder cuando tiene que confrontar a sus amigos, que se tornan enemigos de la noche a la mañana, y todavía gozan de prestigio entre los que aún no saben quienes son realmente.
David, el siempre connotado líder, no solo enfrentó la furia traicionera de Saúl sino también la de sus propios hijos.
Podríamos citar un sinnúmero de casos donde claramente hombres y mujeres fueron atropellados con vileza por el espíritu de impiedad de la traición.
Tan sencillo como que hace daño, pareciendo inofensivo, es quien podríamos definir como traidor. Cuando los tenemos de frente son tan leales que los amamos tanto y depositamos en ellos nuestra confianza.
Recordemos a Giezi, el fiel servidor de Eliseo; corrió a sacar provecho propio de manos del general Naamán, sanado por medio de la palabra profética que Eliseo había dado de parte de Dios. Giezi venía cargado de presentes y ropaje que Naamán, víctima del engaño, le había entregado creyendo que Eliseo los había requerido. Solo por el Espíritu Santo Eliseo pudo descubrir la mala acción de su sirviente, que usaba su nombre. Eso es una verdadera traición.
Mencioné que, por lo general, los traidores antes de ser desenmascarados han ganado no solo nuestro corazón, por su servicio al ojo, sino el corazón de muchos otros que nos rodean. La estrategia consiste en que una vez descubiertos contarán con el apoyo irrestricto de los otros, ante cuyos ojos el villano aparece como un justo bajo maltrato.
El caso que muestro, representa un panorama del pensamiento que manipulan los siervos infieles.
Dijo también a sus discípulos:
“Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él como derrochador de sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás mas ser mayordomo”. Entonces el mayordomo dijo para sí: “¿Qué haré? Porque mi amo me va quitar la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que, cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas” (Lucas 16:1-4, RVR 95).
Aquel siervo malo ganó amigos con riquezas injustas, eso significa socavar los principios elementales de fidelidad. ¿Quién aplaude cuando se entera que un mal empleado he hecho fiesta con los bienes que se han producido como resultado de una vida de esfuerzo?
La astucia genera en los traidores grandes posibilidades para desestabilizar al mayor líder de turno, frente a él.
Absalón, por ejemplo, no escatimó fuerzas para convencer que él si tenía tiempo, sabiduría, misericordia y justicia para aquellos judíos que sólo de largo podía ver al rey David.
Los que tienen en estado de coma la revelación de autoridad, se van fácilmente a escuchar y apoyar a quien parece tener la solución práctica e inmediata de sus asfixiantes problemas.
Judas tenía en sus labios la solución para convencer a los presentes de que aquel perfume de nardo puro, de gran valor, no debía ser despilfarrado; para todos era evidente que la situación del país no era próspera, y lo que era peor aún, los pobres se encontraban afuera de la casa. Cualquier judío carnal le daría su aprobación de inmediato.
El traidor es un hipócrita, porque aparenta lo que no es. Su mejor dramatización y su mayor esfuerzo es dar a conocer su gran corazón piadoso; lo que no muestra es la daga que trae escondida en su túnica.
Lo que más duele a los formadores de siervos de Dios es no sólo discernir el corazón de un falso discípulo, sino verlo y escuchar de sus actuaciones. El Salmista lo menciona con toda claridad:
“No me afrentó un enemigo, lo cual yo habría soportado, ni se alzó contra mí el que me aborrecía, pues me habría ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer intimo mío, ¡mi guía, y mi familiar!; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios” (Salmo 55:21-14 RVR 95).
“Extendió el perverso sus manos contra los que estaban en paz con él; violó su pacto. Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay en su corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas desnudas” (Salmo 55:20-21 RVR 95).
¿Por qué el Señor Jesús eligió a un traidor? Todos sabemos que Judas Iscariote fue comisionado por el infierno para incluso con un beso, porque así es su manera de actuar, entregar al inocente en manos de inicuos y malhechores.
¿Quién inspiró este espíritu de impiedad sino el padre de los traidores? Convenció a tres cuartas partes de ángeles bellos, creados para el servicio del reino celestial, para que vieran en él, Luzbel, la alternativa de mejores puestos y condiciones. La ambición deja libre la oportunidad de poseer lo que no tengo y que si optó por otra vía lo obtendré tan pronto como me preste para actuar, con fraude o cualquier otro medio que justifique mi demanda. “El fin, justifica los medios”, fue la frase que engendró un corazón malévolo, que ha inspirado sin duda a muchos traidores.
El doctor Lucas indagó también sobre el momento cuando el Señor eligió a sus doce que le acompañarían como hermanos inseparables esperando que sus corazones fueran idóneos. Sin embargo, Lucas 6:16: “Judas hermano de Jacob, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor”.
La conclusión del autor se afirma después de saber todo lo que Judas tramó mientras estuvo con el Señor. ¿Cómo pudo meter la mano en el plato, guardando tanto rencor y celos? Su egoísmo lo impulsó a recibir las treinta monedas viles que le acusaron tanto hasta arrastrarlo a una cuerda colocada en el cuello para eliminarse ante tal remordimiento. Solo en el infierno existen semejantes corazones que, colmados de toda clase de impiedad, son capaces de triturar a sus progenitores, aplastar a sus propios hijos, entregar a seres queridos que les han prodigando no solo amor, sino que han querido ayudarles, incluso gastando lo que les faltaba.
David nos enseña a ministrar a un traidor que está sobre su autoridad, pero también nos muestra cómo atender a uno que está bajo su dominio, como el caso Absalón; David nunca fue vengativo.
Jesús derramó su amor sobre todos sus discípulos, a todos les lavó los pies, los sirvió, lo bendijo los envió a predicar el reino con autoridad para hacer milagros y echar fuera demonios. Todos sabemos que Judas no fue excluido en todo el proceso del discipulado, ahí estuvo presente, incluso le confió el dinero. Jesús le mostró que no tenía temor de su desviado corazón. Así debe actuar el justo ante su adversario.
Cuando vemos con claridad la justicia de Dios, no tendremos temor a los que critiquen a nuestras espaldas nuestra labor para el Señor.
Encontramos a un David en la cueva, frente a su enemigo gratuito; lo pudo eliminar mientras dormía, pero era consciente de lo que debemos entender los siervos de Dios en la actualidad.
“Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo su pie resbalará, porque el día de su aflicción está cercano y lo que les está preparando se apresura [dice el Señor]”. (Deuteronomio 32:35)
Nunca debemos actuar como Saúl, devolviendo lanzas a quien le ministraba libertad. David siguió confiando en Dios. Saúl siguió dando estocadas y nunca pudo dar en el blanco porque Jehová estaba protegiendo a David.
El traidor jamás aceptará que traicionó; culpará aun a quien más aprecia, ya que cuidará su imagen porque es lo que más lo desvela. Jamás espera que un día el Señor le asignará esa palabra como título o apellido de su nombre: Judas ya no Iscariote sino “Judas el traidor”.
El pasaje que cito finalmente corresponde al ejemplo que ha inspirado mi alma y a mi espíritu para darme fuerzas, cuando he estado a punto de ejecutar justicia por mi mano y a mi torpe manera. Dichosamente he caído al suelo, llorando, pidiendo misericordia por mí y terminar bendiciendo al que me maldijo.
“David subió la cuesta de los Olivos, e iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que traía consigo cubrió también cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. Dieron aviso entonces a David, diciendo: “Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón”. Y David exclamó: “¡Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel!” (2 Samuel 15:30-31 RVR 35).
“Llegó un mensaje adonde estaba David, diciendo: “El corazón de todo Israel se va tras Absalón” (2 Samuel 15:13 RVR 95).
“Mientras Absalón ofrecía los sacrificios, mandó a buscar en la ciudad de Gilo a Ahitofel, el gilonita, consejero de David. Así la conspiración se fortalecía y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón” (2 Samuel 15:12 RVR 95).
David soportó estas y otras noticias por espacio de cuatro años (2 Samuel 15:7), pero el rey no cayó en la trampa de defender el lugar que Dios le había asignado, incluso rechazó la posibilidad de llevarse consigo el arca.
“Pero dijo el rey [David] a Sadoc: -Haz volver el arca de Dios a la ciudad. Si hallo gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva y vea el Arca y su tabernáculo. Y si dice: “No me complazco en ti”, aquí estoy, que haga de mi lo que bien le parezca (2 Samuel 15:25-26 RVR 95).
La gran bendición es poder contar con la promesa de Dios para que podamos resistir.
“Decid al justo que le irá bien” (Isaías 3:10).