OPINIÓN

Tres características bíblicas de un avivamiento genuino

En este artículo me gustaría analizar tres rasgos que se repiten en dos avivamientos claves registrados en la Palabra de Dios.

 Coalición por el Evangelio / Samuel García es pastor de educación y alcance en la Iglesia Bella Vista, ministerio hispano de la Iglesia Bautista Bellevue en Memphis.

La depravación de la sociedad y la pérdida de los valores cristianos sucede de manera acelerada en nuestros días. Ante un panorama cada vez más adverso, los cristianos deseamos y clamamos al Señor que avive Su obra en nuestro tiempo (Hab 3:2).

Hacemos bien en clamar por un avivamiento porque Dios escucha nuestras oraciones y se agrada en despertar el corazón de Su pueblo. Pero ¿cómo podemos identificar si Dios está despertando Su obra en nuestros días?

Un avivamiento podría definirse como una obra sobrenatural del Espíritu Santo sobre los creyentes, ya sea individual o colectivamente, que provoca un cambio de por vida caracterizado por una fuerte convicción de pecados que conduce al arrepentimiento y a la renovación del compromiso con el Señor. 

En las Escrituras, y a lo largo de la historia, podemos ver grandes avivamientos que nos recuerdan que Dios sigue estando en control sobre todo.

Aunque cada uno ocurrió en momentos particulares y los contextos no siempre guardan similitudes, hay ciertas características bíblicas que nos ayudan a discernir cuándo un avivamiento es genuino o no.

En este artículo me gustaría analizar tres rasgos que se repiten en dos avivamientos clave registrados en la Palabra de Dios: el avivamiento en tiempos de Nehemías (Neh 8 – 10) y el de Pentecostés (Hch 2).

1. Un avivamiento inicia con la predicación de la Palabra de Dios. 

La fe viene por el oír y no cualquier cosa, sino específicamente por oír la Palabra de Dios (Ro 10:17). Cuando el apóstol Pablo declara eso, no se refiere solo a la fe inicial, la que viene por escuchar por primera vez el mensaje del evangelio, sino también a permanecer en esa fe por el resto de la vida. Esa fe que persevera también viene por oír la Palabra de Dios.

Por esta razón, la predicación expositiva de la Biblia es de vital importancia para la iglesia. El mismo Pablo exhortaba a Timoteo a que predicara a tiempo y fuera de tiempo (2 Ti 4:2).

Se puede decir que el factor más determinante para procurar la buena salud espiritual de una iglesia local es la exposición de los creyentes al mensaje de las Escrituras. Un avivamiento genuino inicia como respuesta a la exposición fiel de la Palabra de Dios.

En el libro de Nehemías leemos lo que parece ser una predicación expositiva. Esdras se sube a una plataforma delante de una asamblea y comienza a leer la Ley a todo el que puede entenderla (Neh 8:1-4). Luego, algunos levitas ayudaban al pueblo a entender lo que estaba oyendo (v. 7).

Esto sería un ejemplo claro de predicación expositiva: la Biblia se lee y se explica de modo que todos la pueden entender. Los capítulos siguientes hablan del avivamiento que vino como respuesta a la predicación.

Lo que sucedió en Pentecostés también tuvo un formato similar. Después de que el Espíritu Santo descendió sobre los ciento veinte discípulos reunidos, el apóstol Pedro comenzó a explicar lo que sucedía con base en una profecía del libro de Joel, que anticipaba la venida del Espíritu Santo (Hch 2:14-21).

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Dios usó la predicación para transformar un pequeño grupo fiel de personas reunidas y llenas de Su Espíritu, en un avivamiento masivo en Jerusalén que se extendió a muchos otros lugares.

2. Un avivamiento incluye el arrepentimiento y la confesión de pecados. 

Cuando Dios aviva a Su pueblo a través de Su palabra, trae arrepentimiento y confesión de pecados como respuesta a la predicación.

La predicación de Su Palabra es el medio por el cual los seres humanos llegan al conocimiento de Dios, y una de las reacciones de quienes se encuentran con Él es reconocer su pecaminosidad en contraste con la majestad y santidad del Señor. El profeta Isaías tuvo esa experiencia en la visión de su llamamiento (Is 6).). 

El avivamiento en Pentecostés, liderado por el apóstol Pedro, también tuvo al arrepentimiento como elemento esencial. Cuando Pedro terminó de exponer el pasaje de Joel y de demostrar que Jesús es el inaugurador de los últimos días que predecía el profeta (Hch 2:14-36), el pueblo respondió conmovido en gran manera y clamando por ayuda. Entonces Pedro los exhortó al arrepentimiento y al bautismo para el perdón de sus pecados (v. 38). 

3. Un avivamiento produce servicio en santidad dentro de la iglesia local.

Dios ha determinado que la iglesia sea el medio por el cual Su reino se extienda en toda la tierra. Por lo tanto, un avivamiento genuino atraerá a los creyentes a la iglesia local para que, a través de ella, puedan desarrollar la tarea que Dios les encomienda.

Resaltar la importancia de la iglesia local no es «meter a Dios en una caja», sino seguir los patrones que Él mismo nos ha dejado en Su Palabra.

Este principio también lo podemos ver en los dos avivamientos que estamos considerando. Es cierto que en los tiempos de Nehemías no existía tal cosa como la iglesia local, pero vemos que el pueblo tomó un compromiso con el Señor.

Firmaron un pacto escrito de andar en la Ley de Dios (Neh 10:29) y de contribuir en el servicio del templo (vv. 32-39). El avivamiento en tiempos de Nehemías conectó al pueblo con la obra del templo y el sistema de ofrendas que Dios exigía, que es un compromiso que guarda similitudes con el que tienen los miembros convertidos hoy en una iglesia local.

En Pentecostés se repite el mismo patrón de compromiso. Como resultado del mensaje de Pedro se añadieron como tres mil personas a la iglesia (Hch 2:41) y, más adelante, unos cinco mil (4:4). Un avivamiento genuino conduce a las personas al compromiso con la iglesia local.

A través de la iglesia de Jerusalén, el Espíritu Santo inició la extensión del reino de Dios en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. Este es el patrón que vemos en todo el libro de Hechos: Dios lleva a cabo Su obra en el mundo por medio de la iglesia local.

¡Aviva Tu obra!

A lo largo de la historia de la iglesia, han sucedido muchos otros avivamientos que no podemos analizar aquí, como la Reforma protestante o el Gran Despertar en las colonias inglesas de Norteamérica.

Pero más allá de las características únicas de cada avivamiento, se puede asegurar que estos tres rasgos bíblicos estuvieron presentes en cada uno. Por tanto, estas características sirven para discernir cuándo un avivamiento es genuino o no.

Los hijos de Dios vivimos en un mundo cada vez más alejado del Señor y Su Palabra. Por eso nuestra oración debe ser la misma que la de Habacuc: «Aviva, oh Señor, Tu obra» (Hab 3:2).

Pero debemos tener cuidado en nuestro anhelo por ver un avivamiento, tan necesario en nuestros días, pues no es sano que ese deseo nos lleve a dejar a un lado los patrones que Dios nos ha dejado en Su Palabra para comprender cómo Él se mueve conforme a Su voluntad. Él no hará nada que contradiga la revelación que inspiró y preservó para Su pueblo.

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

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