OPINIÓN

Los Salmos, el “Padre Nuestro” del Antiguo Testamento

Dr. Carlos Araya Guillén /

Los Salmos es un libro del Antiguo Testamento de poesía y oración, inspirado por el Espíritu de Dios para nuestra bendición.

Forma parte de la Biblia Hebrea, llamada “Tanak” palabra del hebreo moderno, formada por las iniciales de Tora (Ley), Nebbim (Profetas), Ketubin (Escritos).

Fueron escritos en un largo período de la historia de Israel, de casi mil años.   Son 150 Salmos y están divididos en cinco secciones: Primera (1-41). Segunda (42-72). Tercera (73-89). Cuarta (90-106). Quinta (107-150). Sus textos son los que más citan los escritores cristianos del Nuevo Testamento. Jesús en la Cruz oró con el Salmo 22:1 (cf. Mc 15:34).

En un principio se les llamó Salterio, pero con el tiempo se les denominó “Los Salmos”, que significa en su raíz griega “tocar un instrumento de cuerdas” (NVI,1999).

Constituyen una rica recopilación de antiguos cánticos de alabanza, lamento, adoración, arrepentimiento, acción de gracias, protección, súplica, piedad y de penitencia y poco a poco fueron introducidos en la liturgia del Templo de Jerusalén.

Son obra de un variado número de autores, 35 de los cuales son de desconocida paternidad literaria.

Muchos fueron escritos por David el dulce cantor de Israel.  Otros por Salomón (2), Asaf (12), Los Hjos de Coré (11), Moisés, Hemán, Etán y 35 de desconocida paternidad.

De paso, vale recordar que Asaf y Heman profetizaban acompañados de arpas, liras y címbalos (Crónicas 25:1 NVI,1999).

Especial y universal atención ha recibido el Salmo 23 donde Dios se presenta como un pastor amoroso que cuida y protege a las ovejas para que nada les falte en los momentos más difíciles y peligrosos. Se le ha llamado la “Perla de los Salmos”, el “Salmo de los Mártires” (San Agustín), “Salmo de la Esperanza”. “El Salmo del Pastor”.

Los cristianos evangélicos han convertido, en su vida devocional, este Salmo del Antiguo Testamento en su “Padre Nuestro”, es decir, en un modelo de oración.

Es la oración siempre presente. En los cultos se lee y se canta.  En las Escuelas Dominicales se memoriza, en los servicios religiosos semanales y otras actividades, como ceremonias fúnebres, “el altar familiar” o grupos de oración como “El Aposento Alto”, se repite con devoción.

Es un Salmo de fácil aprendizaje por la dulzura y confianza que inspira su contenido y por la acesis cristiana que acerca al creyente al logro de la virtud como vida consagrada a Dios.

Para los creyentes orar con el salmo 23 fortalece la fe, la confianza y la presencia del don de la gracia de Dios y despierta sentimientos de una íntima comunión con Dios, en un contexto de profunda, cercanía, bondad, protección, amor y paz celestial.

Sin lugar a dudas, el Salmo 23, es poesía y plegaria insertada en la espiritualidad del A.T. para enseñar a orar y alabar al Señor abundante en misericordia, pidiendo su guía por sendas de luz y justicia.

Es una oración de bienestar espiritual donde la vara y el cayado del Pastor nos resguarda y defiende por valles tenebrosos, nos reconforta y unge nuestra cabeza con aceites perfumados con aromas celestiales para bendecirnos con su presencia.

(Los comentarios y artículos de opinión o de formación espiritual, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

 

 

 

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