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Las iglesias se cansan de Zoom y consideran reabrir

Elizabet Dias / The New York Times /

Muchas iglesias han cerrado por la pandemia. Después de meses sin fieles, están planeando el regreso al culto en persona.

Cuando en marzo todo comenzó a cerrar, Steve Wiens pensó que estaría oficiando sus reuniones eclesiásticas a través de Zoom durante dos, tal vez cuatro, semanas.

Los miembros de su iglesia, Genesis Covenant en Robbinsdale, Minnesota, aceptaron el desafío. Celebraron la Eucaristía desde sus cocinas, con café y rosquillas, bebiendo Capri Sun y comiendo Oreos. Se dividieron en grupos pequeños por toda la ciudad para estar al tanto de quién necesitaba víveres.

“De alguna manera hemos mantenido una verdadera intimidad y dulzura porque nos apoyamos en los valores que siempre nos han sostenido”, explicó Wiens.

Pero a medida que las semanas se convierten en meses, y el hartazgo de Zoom se está sintiendo, muchos líderes religiosos están contemplando cómo, y cuándo, reabrir. Esta semana, Wiens trazó un plan de cuatro etapas de cómo podría ser el regreso al culto en persona de manera segura. Quizá para julio podrían adorar en grupos socialmente distantes de 50, conjeturó, y tal vez podrían eliminar todas las restricciones en el otoño.

“Tal vez eso sea optimista”, dijo. “Lo que estamos haciendo ahora cambiará cómo se expresa la fe en el culto de una iglesia, lo queramos o no”.

Después de estar cerradas para el culto en persona durante casi dos meses, las iglesias de todo el país, como muchos negocios, se preguntan cómo operar a largo plazo. Es una cuestión práctica, política y espiritual, todo a la vez.

Mientras los funcionarios del gobierno de Estados Unidos anuncian una serie de planes para reabrir sectores de la economía, los líderes de las iglesias están reaccionando de manera similar, a veces en consonancia con la directriz oficial y otras veces en oposición a ella.

El tema de las reuniones religiosas en persona tiene una carga política en muchos lugares. El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, se reunió el 8 de mayo con los líderes religiosos en Des Moines para discutir la reapertura de los servicios religiosos, otra señal de que el gobierno ve a las iglesias como aliadas en sus esfuerzos por reabrir Estados Unidos. La semana pasada, la gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, anunció que levantaría las restricciones a las reuniones religiosas públicas, siempre y cuando siguieran las pautas de saneamiento y distanciamiento social.

Algunos cristianos conservadores argumentan que las restricciones para quedarse en casa han limitado sus libertades religiosas. En California, un juez federal dictaminó el 5 de mayo que el gobernador Gavin Newsom podía prohibir las reuniones religiosas con el propósito proteger la salud pública, después de que una pequeña iglesia evangélica en el valle de San Joaquín, el Cross Culture Christian Center, lo demandara el mes pasado.

En Fresno, Jim Franklin, pastor de la iglesia Cornerstone, anunció que planeaba reabrir sus puertas al culto en persona el 31 de mayo. Él forma parte de un grupo creciente de pastores evangélicos de todo el estado que trabajan con un bufete de abogados para instar a Newsom a que permita que las iglesias abran junto con otros negocios esenciales.

“Queremos mantener a la gente sana: mente, cuerpo y espíritu”, dijo Franklin. “Si la gente puede estar segura en un gran almacén, si cientos de personas pueden reunirse allí para comprar artículos de mejora del hogar, creo que la iglesia también puede hacerlo de forma segura”.

Cornerstone planea solicitar asientos socialmente distantes para las cerca de 3000 personas que suelen asistir a los servicios cada semana, además, la iglesia no permitirá el apretón de manos ni que haya convivencia, detalló.

“Estamos pidiendo a los que son vulnerables que no vengan”, dijo.

Pero otros pastores en Fresno ven las cosas de manera diferente. Paul Lawrence Binion II, que dirige la Iglesia de Dios del Oeste, una iglesia pentecostal, dijo que no estaba “en absoluto preparado” para reabrir su iglesia, que atraía a unas 500 personas cada domingo antes de la pandemia.

“Las pruebas no son accesibles, especialmente en nuestra comunidad, que en gran parte está compuesta por personas negras y latinas”, afirmó. “Hasta que no sienta que ciertas cosas están bien, no volveremos a estar juntos, porque yo soy el pastor. El párroco es el pastor que necesita cuidar de su gente”.

Su iglesia, que tiene una gran población de adultos mayores, ha estado celebrando servicios de culto, estudios bíblicos y sesiones de apoyo en Zoom, y ha llegado a más gente de manera virtual, sostuvo, ya que la gente se sintoniza en línea por todo el país.

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Los obispos episcopales de Maryland, Virginia y Washington D. C. dijeron que trabajarían juntos en la reapertura, después de un esfuerzo de coordinación similar por parte de los funcionarios del gobierno local. Planean comenzar a permitir el culto limitado en interiores una vez que los casos y las hospitalizaciones disminuyan durante dos semanas.

En Carolina del Sur, las parroquias católicas planean reabrir para dar misa de manera pública este mes. Algunos sacerdotes están organizando planes para que los miembros asistan de forma rotativa, por apellido o año de nacimiento, a fin de limitar la exposición.

Pero la pandemia ha sido tan devastadora en términos financieros que la cuestión de la reapertura ya no es posible para algunas iglesias más pequeñas.

En Georgia, uno de los primeros estados en comenzar la reapertura generalizada de los negocios, Abby Norman se enteró recientemente de que la iglesia que dirige, New Hope United Methodist en el sureste de Atlanta, no tenía dinero para seguir abierta y tendría que cerrar de manera permanente.

La iglesia tiene solo unos veinte miembros, y en los últimos años ha tenido dificultades para pagar sus costos operativos mensuales, unos 2000 dólares al mes, 2500 dólares si se incluye su banco de alimentos, dijo. La iglesia había dependido de los ingresos provenientes del alquiler de su espacio, a menudo para proyectos cinematográficos, pero la pandemia ahora ha hecho que esto sea imposible.

Incluso los servicios y donaciones en línea no han sido opciones realistas, dijo Norman, ya que casi nadie en la iglesia puede permitirse el acceso a internet o a los celulares. Durante la crisis la iglesia se ha concentrado en el banco de alimentos, que cada semana sirve a varias decenas de personas en el vecindario aledaño a la iglesia.

Pero si pudiera reabrir para el culto, sería cautelosa. “Debido a que mi gente es muy pobre, hay mayores tasas de asma y todo lo que te convierte en una persona de alto riesgo”, afirmó Norman.

Elizabeth Dias cubre cuestiones de fe y política de Washington. Anteriormente cubrió temas similares para la revista Time. @elizabethjdias

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