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La cuestión del celibato remarca las diferencias entre Francisco y Benedicto XVI

Jonatán Soriano / Protestante Digital /

Un libro publicado recientemente con la participación del antiguo pontífice ha vuelto a evidenciar la disputa existente entre los diferentes círculos de la curia vaticana.

El pasado 15 de enero, la editorial francesa Fayard publicaba De lo profundo de nuestro corazón, un libro firmado por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y el papa emérito Benedicto XVI, Joseph Ratzinger. Un volumen que se presenta en la página web del editor con la afirmación de que “los debates que han agitado a la iglesia durante varios meses han convencido a Benedicto XVI y al cardenal Robert Sarah de que deben hablar”.

Se trata de una alusión específica al Sínodo de la Amazonía, celebrado el pasado mes de octubre y en el que se llegó a conclusiones como la inclusión del “pecado ecológico” entre las actitudes que la Iglesia Católica no debe tolerar, la apertura a la formación teológica y al ministerio de la mujer y el rechazo “a una evangelización de estilo colonialista”.

Pero de entre todos estos puntos, el que ha remarcado con mayor fuerza la distancia existente entre determinados sectores de la curia vaticana respecto al papa Francisco es el del celibato.

Y es que, el documento de las conclusiones del sínodo recoge “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable”. 

El tratamiento de esta cuestión en el libro de Sarah y Ratzinger, a la que dedica más de 150 páginas, ha levantado una gran polémica sobre las relaciones entre ambos pontífices, hasta el punto de que Benedicto XVI ha retirado su firma de la autoría para quedar únicamente como colaborad.

Un estatus que ya registra la portada de la edición italiana, publicada por Cantagalli, donde el antiguo jefe del Estado Vaticano figura en una segunda línea.

“El Papa emérito sabía que el cardenal estaba preparando un libro y había enviado un breve texto suyo sobre el sacerdocio autorizándole a usarlo como él deseara. Pero no había aprobado ningún proyecto para un libro de doble firma, ni había visto y autorizado la portada. Fue un malentendido, sin cuestionar la buena fe del cardenal Sarah”, ha explicado Georg Gänswein, secretario particular de Benedicto XVI.

Detalle de la portada del libro que ha generado el último episodio polémico en el Vaticano, ya con la modificación exigida por Benedicto XVI, que pasa de ser coautor a colaborador. / Cantagalli

Dos papas

A pesar de que Ratzinger pueda definirse “en obediencia filial” a Francisco, según ha escrito recientemente el director del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Andrea Tornielli, el choque de pareceres se hace evidente en la cuestión del celibato. “No es posible consumar ambas vocaciones de forma simultánea”, escribe Ratzinger. 

Sin embargo, el del celibato no es más que otro tema de una lista de numerosos contrapuntos. “Ha estallado una lucha de poder en torno al Francisco y Benedicto XVI, con el ‘partido de Francisco’ presionando por cambios en áreas como la readmisión de los divorciados, la eucaristía y la extensión del sacerdocio a hombres casados, y la resistencia del ‘partido de Benedicto XVI’ a esos cambios, denunciándolos como herejías, confusiones y fracasos”, considera el pastor evangélico, vicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana y experto en estudios sobre el Vaticano, Leonardo de Chirico.

El cardenal Sarah, uno de los máximos representantes del sector tradicionalista de la curia, ha asegurado que envió previamente el manuscrito completo a Ratzinger incluyendo “la portada, una introducción y una conclusión comunes, el texto de Benedicto XVI y mi propio texto”. “Hemos visto cómo no hay malentendidos entre nosotros”, señalaba el cardenal guineano sobre Benedicto XVI.

Según de Chirico, “al contrario que Juan Pablo II, que era romano y católico, Benedicto XVI inclinó el péndulo hacia el polo romano”. “Con su firme conservdurismo en áreas como la liturgia, la moral y la relación crítica con el mundo secular, Benedicto XVI parecía ser más romano que católico. Parecía ser un rígido, centripetal y doctrinario papa.

Un papa romano. Muchos sintieron que su papado, aunque fuerte en su centralidad y limitación romana, era débil en su amplitud y calidez católicas”, explica el teólogo protestante.

“Esta crítica ayuda a explicar por qué se eligió a un papa como Francisco para sucederlo. Con la elección de Bergoglio, Roma parecía querer que el péndulo se moviera en la dirección opuesta para equilibrar la balanza”, añade. La imagen dista mucho de la última escena de la película publicada por Netflix el pasado mes de diciembre, Los dos papas, en la que que Ratzinger y Bergoglio aparecen en un sofá viendo un partido de fútbol.

     

El cardenal Robert Sarah. / Twitter @Card_R_Sarah.

El celibato, una imposición de la Iglesia

Aunque se analizan temas de fondo relacionados con el ejercicio del papado realizado por Francisco, Sarah, junto a su ‘colaborador’ Ratzinger, concentran una parte del libro en la cuestión del celibato, con afirmaciones como que “el celibato sacerdotal y el dinamismo bautismal se refuerzan mutuamente”, o que “la ordenación de hombres casados produciría un debilitamiento del celo misionero”. “Me temo que estamos tentados a edificar una iglesia humana, de acuerdo a los tiempos y de acuerdo a nuestras ideas”, ha remarcado recientemente Sarah.

“Al contrario que la Iglesia Oriental, la Iglesia Católica Romana Occidental previno a los sacerdotes de que contrajesen matrimonio por varias razones, señala de Chirico. “Por herencia, para preservar la propiedad de las iglesias, para no permitir que los niños tuviesen lugar en la vida de los sacerdotes y para controlar a los sacerdotes. Fueron motivaciones pragmáticas de autodefensa, más que bíblicas”, añade. 

Según explica de Chirico, “la Biblia nos ofrece evidencias de ambos casos, pastores casados como el apóstol Pedro, y pastores que no se casaron, como el apóstol Pablo. Por tanto, depende de un don específico y no de una imposición de la iglesia”, remarca. 

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