Esta pareja de esposos católicos finalmente recibió la «bendición»
El reverendo James Martin dio su primera "bendición" a una pareja del mismo sexo esta semana.
Por Amy Harmon, Ruth Graham y Sarah Maslin Nir / Kirsten Noyes colaboró con investigación / Foto: James Estrin / The New York Times /
Por más de dos décadas, como sacerdote jesuita, el reverendo James Martin ha dado miles de bendiciones: a rosarios, bebés, hogares, barcos y comidas, estatuas de santos, enfermos, novias y novios.
Sin embargo, nunca antes se le había permitido «bendecir» a una pareja del mismo sexo, no hasta el lunes, cuando el papa Francisco dijo que permitiría tales bendiciones, un anuncio que resonó en toda la Iglesia.
El martes por la mañana, Damian Steidl Jack, de 44 años, y su esposo, Jason Steidl Jack, de 38, estaban frente a Martin en un salón de visitas en el West Side de Manhattan. La pareja, que llegó un poco tarde debido a demoras en el metro, iba vestida de manera casual. Damian, un diseñador floral, elogió a Martin por el olor a pino del árbol de Navidad.
De acuerdo con la advertencia del Vaticano de que tal bendición no debe realizarse con “ninguna vestimenta, gesto o palabra propia de una boda”, Martin no vistió túnica y no leyó ningún texto.
No hay ninguna «bendición» para las parejas del mismo sexo en el grueso libro de bendiciones publicado por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. En lugar de eso, seleccionó uno de sus pasajes favoritos del Antiguo Testamento.
“Que el Señor te bendiga, y te proteja”, comenzó Martin, tocando los hombros de los dos hombres, quienes inclinaron levemente la cabeza y se tomaron de las manos.
“Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz».
«Que Dios todopoderoso te bendiga”, dijo, haciendo la señal de la cruz, “en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén”.
Es muy probable que Martin sea el defensor de más alto perfil de los católicos LGBTQ en Estados Unidos. Se ha reunido frecuentemente con el papa Francisco para tratar de hacer que la Iglesia católica sea más inclusiva y en el otoño participó en una reunión mundial sobre el futuro de la Iglesia por invitación del papa.
El martes por la mañana, Martin estaba lejos de las esferas del poder. Estaba en casa, haciendo historia. Había esperado años para tener el privilegio de pronunciar abiertamente esa oración, por simple que fuera.
«Fue muy agradable», comentó Martin el martes, «poder hacerlo de manera pública».
La decisión del papa fue recibida como una victoria histórica por los defensores de los católicos homosexuales, quienes la describen como un gesto significativo de apertura y cuidado pastoral, y un recordatorio de que una institución cuya edad se mide en milenios puede cambiar.
La decisión no anula la doctrina de la Iglesia de que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. No permite a los sacerdotes celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo.
Hace un gran esfuerzo para diferenciar entre el sacramento del matrimonio —que debe tener lugar en una iglesia— y una bendición, que es un gesto más informal, incluso espontáneo.
Además, estipula que la bendición de un sacerdote a una pareja del mismo sexo no debe realizarse en relación con una ceremonia de matrimonio civil.
La noticia de la decisión del papa se difundió con rapidez entre los católicos homosexuales, muchos de los cuales comenzaron a hacer preparativos para sus propias bendiciones después de la ajetreada temporada navideña.
La mañana del anuncio del papa, el esposo de Michael McCabe, Eric Sherman, entró corriendo a la oficina de su apartamento en Forest Hills, Queens, ansioso por darle la noticia: su relación de 46 años por fin podía ser bendecida.
“Esperas tanto a que la Iglesia cambie de opinión, que en cierto modo pierdes la esperanza”, relató McCabe, de 73 años, quien va a misa todos los domingos en la iglesia de San Francisco Javier del barrio de Chelsea, en Manhattan.
La pareja se casó en 2010 en Connecticut, antes de que los matrimonios entre personas del mismo sexo se legalizaran en su estado natal de Nueva York. Durante mucho tiempo, se resignaron a la postura de la Iglesia, aunque no hubieran hecho del todo las paces con ello, dijo McCabe.
«Sé que tanto yo como mi relación con mi esposo son cosas buenas», afirmó McCabe, quien enseñó catecismo a niños de primer grado en la iglesia.
Aunque la decisión del papa no llega a reconocer el matrimonio de McCabe, él dijo que no podía dejar de encontrar alegría en la noticia. Después de regocijarse con su esposo el lunes, le envió un correo electrónico a su sacerdote. Planean recibir una bendición a principios del nuevo año.
No estaba claro cómo responderían los distintos sacerdotes del país a la invitación del papa a bendecir a las parejas homosexuales.
El anuncio da a los sacerdotes libertad y los anima a ofrecer las bendiciones, pero no los obliga a hacerlo. Las parejas homosexuales que viven en diócesis más liberales tienen más posibilidades de encontrar un sacerdote dispuesto que las que viven en diócesis conservadoras.
En Chicago, el cardenal Blase Cupich, un estrecho aliado del Papa Francisco, emitió un comunicado diciendo que en su arquidiócesis, «damos la bienvenida a esta declaración, que ayudará a muchos más en nuestra comunidad a sentir la cercanía y la compasión de Dios». Muchos otros obispos han permanecido en silencio hasta ahora.
Los críticos conservadores han dicho que la medida del papa esencialmente anima a los sacerdotes a bendecir el pecado.
«Estoy seguro de que muchos obispos mayores están abiertos a esto, y muchos sacerdotes jóvenes tendrán que ser convencidos», dijo Massimo Faggioli, profesor de Teología en la Universidad de Villanova, señalando que los sacerdotes católicos jóvenes en Estados Unidos son abrumadoramente conservadores.
En Nueva York, donde un puñado de iglesias católicas progresistas han estado a la vanguardia de la acogida de feligreses LGBTQ, pero se han abstenido de casarlos y santificar sus uniones, las noticias del Vaticano fueron tan emocionantes para algunos sacerdotes como para sus feligreses.
«Yo digo que ya era hora», afirma el reverendo Joseph Juracek, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís, en Midtown, que cree que la Iglesia se está alineando por fin con las enseñanzas de Jesús: «Esto es de lo que se trata: que Dios es para todos».
Si bien muchos católicos celebraron la decisión del papa, otros sintieron que era una medida demasiado tardía e insuficiente. Algunas personas LGBTQ que abandonaron la Iglesia hace años, al no sentirse bienvenidas, dijeron que era una medida a medias que no los incitaría a regresar.
Thomas Molina-Duarte, un trabajador social de 37 años en Detroit, fue miembro activo de su parroquia católica local durante muchos años.
Pero cuando él y su esposo se casaron, tuvieron que hacerlo en una iglesia episcopal, y al final se unieron a una «iglesia casera», donde se reúnen con un pequeño grupo para realizar lecturas minuciosas de textos de la Biblia.
«Me alegra la noticia, pero no me hará regresar a la Iglesia», aseguró Molina-Duarte sobre la decisión del papa. «Hemos encontrado una comunidad de otras personas en la que sentimos que podemos ser nosotros mismos a plenitud».
En la ciudad de Nueva York, Damian y Jason Steidl Jack, que se casaron el año pasado, habían hablado previamente sobre la posibilidad de una bendición con Martin, un viejo amigo de Jason.
Cuando Martin les envió un mensaje de texto el lunes por la tarde y les preguntó si querían una bendición, aceptaron la oferta sin dudarlo.
«La gracia de Dios está obrando en nuestras vidas, ya sea que el Vaticano haga un anuncio o no», sostuvo Jason, profesor asistente de Estudios Religiosos en la Universidad St. Joseph en Brooklyn y defensor de los católicos homosexuales. «Pero estamos ansiosos por recibir el apoyo de nuestras comunidades y de nuestros pastores que nos cuidan”.
Mientras regresaban al metro desde la residencia de la comunidad jesuita de Martin, Jason y Damian dijeron que la bendición que les había dado se sentía a la vez simple y profunda.
«Es una bendición entre muchas», expresó Jason. Eran parte de la historia y también iban a encontrarse con la madre de Damian en Walmart para hacer algunas compras navideñas.
«Es como dijiste», le dijo Jason a su esposo, «es como si estuviéramos reclamando nuestro espacio».
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