Formación

Esposas de líderes…ante todo ellas mismas

Por Mishelle Mitchell Bernard / Revista Apuntes Pastorales /

Aferradas a la Palabra de Dios y firmes en la búsqueda constante del bienestar familiar y personal, Leda Barrientos, Helen Matamoros y Jenny Salazar, han sabido sortear las múltiples presiones que les ha impuesto el título de «esposas de pastores».

Ajenas al reconocimiento y consideraciones especiales que les confiere su estatus, estas «primeras damas de la iglesia» comentaron con Apuntes pastorales acerca de la realidad del anonimato y la soledad que asola a miles de mujeres del continente, esposas y compañeras de líderes evangélicos.

En sus palabras, asumir roles impuestos, cargas emocionales excesivas y privaciones materiales más allá de lo tolerable constituyen parte del escenario que rodea a cientos de familias pastorales.

 La sobrecogedora presión de la iglesia, las expectativas de perfección alrededor de los hijos y la necesidad de educar para enmendar estos yerros de la comunidad cristiana, fueron algunos puntos de una fluida e intensa conversación entre estas mujeres con Apuntes Pastorales:

¿Cuáles son esas funciones que normalmente se le confieren a las esposas de líderes o pastores?

Helen: Tienen que dirigir el grupo de mujeres, tienen que estar prestas a todo consejo, listas para atender todas las emergencias.

El mensaje es implícito… desde la utilización de frases como «Dios me dijo que usted debe…», según lo que cada uno supone o exige que debemos hacer.

Jenny: Yo le llamo la bombera: donde está el fuego, allí tiene que estar la esposa del pastor y del líder en general para apagarlo.

En la mayoría de las veces el trabajo no es planeado, más bien es improvisado. En otras situaciones se demanda que haga ciertas cosas. Leda: En general, las iglesias encajonan mucho a la mujer.

Las iglesias se están abriendo poco a poco, pero todavía persisten aquellas con estructuras que limitan a la mujer al hogar, a su esposo y sus hijos, y de allí no salen.

En el hogar a la mujer se le ha impuesto roles tradicionales.

¿Consideran que de una forma u otra las iglesias repiten ese patrón? por ejemplo, las mujeres son las maestras que enseñan a los niños en escuela dominical, mientras que los hombres realizan las labores fuera del templo?

Leda: Creo que sí se fortalecen esos roles, pero es algo cultural y no podemos salirnos de la cultura en ese aspecto. Cuando se llama a participar en algunos ministerios, por ejemplo, el de la escuela dominical, se pregunta «¿quiénes quieren ser maestras?» cuando en realidad debería preguntarse «¿cuáles personas quieren participar?». Pongo otro ejemplo: hace pocos días, una hermana de la iglesia anunció que se realizaría un retiro de mujeres todo el día y dijo: «Mujeres, dentro de unos días habrá un retiro, para que le vayan pidiendo permiso a sus esposos…» Hasta eso nos traiciona, ¡pedir permiso! Lo que se debería decir es que se vayan organizando con el apoyo de su esposo para poder asistir.

El matrimonio son dos personas pensantes y no solo el varón. El vocabulario también fomenta roles tradicionales en nuestro ámbito.

Helen: La iglesia está inmersa en la sociedad y la cultura directamente influye a la iglesia. Sin embargo, el decidir qué quiere hacer, si quiere abocarse a su hogar o explorar otras áreas es una decisión muy personal.

Porque hay quien ama y disfruta trabajar en cosas de fuera y otros quienes aman y disfrutan trabajar en su familia con algún tipo de proyección.

El punto es que algunas veces se le dice a las mujeres lo que se espera que hagan, ¿y si no quieren, si no es su pasión? Hay mujeres que están felices en su hogar y otras fuera, pero normalmente hay alguien diciendo: ‹no estás bien cómo estás›. ¿Y qué de la decisión de ella? ¡si ella quiere proyectarse hacia fuera o hacia adentro, es una decisión de cada mujer!

¿Cómo lidiar entonces con las presiones de afuera, con las expectativas que la iglesia se forma alrededor de las esposas de los pastores y los líderes?

Helen: No es fácil. A la esposa del pastor o líder, constantemente se le hace sentir inadecuada. Y allí es donde con firmeza hay que valorar lo que una quiere hacer y hasta dónde quiere llegar.

En este punto, creo que es muy importante contar con el apoyo del esposo, respetando nuestra forma de pensar.

Creo que eso es lo más válido, la conciencia y la búsqueda de entender el plan de Dios para mi vida, independientemente de lo que digan los demás.

Es una tarea de levantar la autoestima y de tener confianza en lo que se quiere hacer.

Leda: Para mí es vital la educación al pastor y al líder varón en lo concerniente al respeto de la individualidad de su esposa, para que le permita y le dé espacio para realizarse como mujer. También es necesario formar en las esposas de los líderes el concepto de la acertividad, es decir, el poder expresar con libertad lo que siento, lo que pienso y lo que quiero, lo cual no se nos ha enseñado desde la niñez.

Como mujeres, ya venimos culturalmente educadas o predispuestas a ciertos papeles, a cierta sumisión.

Entonces me callo, acepto y no replico. La acertividad es un derecho de todo ser humano. Debe tener la libertad de decirle a su esposo, te apoyo y te respaldo en esto o aquello, pero quiero que sepas que también tengo otras metas.

Es fundamental el apoyo que pueda dar el esposo. Pero, en la realidad son muy pocos los líderes que han alcanzado ese nivel. Los líderes jóvenes han logrado avanzar en ese sentido y están teniendo apertura a sus esposas.

Están empezando a entender que las mujeres somos personas con necesidades, ilusiones y metas, desean apoyarnos sin importar lo que la iglesia diga.

Allí es donde el hombre líder contribuye a la educación de la iglesia, al dejarle claro a sus miembros que su esposa, por serlo, no necesariamente debe trabajar en el grupo femenil o algún otro ministerio.

Ahora que hablamos de educación… ¿creen ustedes que indirectamente las mujeres hemos sido responsables de transmitir los valores que nos afectan negativamente?

 Helen: Sí, pero somos un producto de ese proceso de educación, por lo cual es necesario que nos levantemos y mostremos la otra parte. He conversado con otras esposas de pastores y ellas tienen las mismas inquietudes.

Hay un deseo de la mujer de opinar y decidir. Un buen consejo es importante, pero el derecho a decidir debe ser nuestro.

¿Cuál es la realidad de las esposas de los pastores en estos momentos? ¿qué experimentan como personas?

 Helen: En mi caso me he visto motivada a tener una relación muy personal con el Señor, para ser sabia y apoyar a mi esposo en una manera apropiada.

He aprendido que mi paz y crecimiento vienen del Señor, aunque el apoyo de mi esposo también me ha ayudado a formarme y a crecer.

Al haber apoyado personas en situaciones difíciles me ha ayudado a ser sensible y ser parte del plan de Dios en construir vidas.

Eso es de las mayores satisfacciones de mi vida. Sin embargo, algunas veces experimentamos frustración, el sentirnos inadecuadas, desubicadas. La falta de confianza es muy común.

Leda: De las cosas positivas puedo señalar el crecimiento personal tanto espiritual como emocional e intelectual.

El ver la realidad humana, la grandeza de Dios, me ha permitido sensibilizarme y ver la protección que Dios tiene sobre la familia ministerial.

El cuidado la protección que él tiene a pesar de las situaciones difíciles que se pueden pasar. Al tener que relacionarse con tantas personas, he aprendido a aceptar y amar a las personas como son.

Habría que agregar que se vive muy solitaria, porque no hay con quien hablar ni compartir. Por ser la esposa de… muchas veces no se puede contar, porque qué van a decir, qué van pensar los demás.

En ese sentido, es un trabajo solitario, de resistencia. Son invisibles a la par de la labor de su esposo, nadie las determina.

Jenny: Como esposa de líder, me siento muy satisfecha y realizada como persona, porque juntos, con la ayuda del Señor, hemos podido superar las diferentes adversidades en el ministerio, vida personal y familiar.

Es muy común que la autoestima de las esposas de pastores esté por el suelo. Ellas sienten que no valen nada, que no son nadie.

Al sentirse así, y supeditadas a ser la esposa de…, es común que desarrollen crisis emocionales terribles.

Hay casos de depresiones terribles. Conocí el caso de una esposa de un pastor que debí sacarla de su cama a las tres de la tarde y ya llevaba una semana así.

Y es impresionante, porque ante la iglesia era una pareja totalmente funcional. Él aparentemente le daba espacio a ella, usted podía verlos como pareja riendo en una reunión, pero dentro de su casa… viva con ellos y verá que la situación era completamente otra.

¿Cuáles son los principales vacíos que dejan nuestros líderes en sus hogares al atender sus labores en la iglesia?

Jenny: He llegado a la conclusión que la mayor necesidad que deja en el hogar la labor pastoral es la insatisfacción de las necesidades económicas.

Es una de las grandes presiones que ha sobrellevado la familia pastoral. Ahora con los jóvenes hay otro fluir en la obra y están siendo preparados de otra forma.

Pero los de mi generación pensaban que primero Dios, primero la iglesia, primero los hermanos, primero todo el mundo y al final queda la familia. Todavía eso se da, es una herencia que persiste en nuestras iglesias.

¿Está esa situación arraigada en la mentalidad de la iglesia?

Leda: Sí. Las carencias económicas no se ven como un problema, sencillamente se cree que así es «la vida del siervo de Dios.

Jenny: La bonanza económica para muchos es mal vista. Porque si te ven con el carro último modelo, más de un hermanito se va de la iglesia. Para algunos, vivir bien es malo.

Helen: Para muchos la labor pastoral significa relegar a la familia, negándoles tiempo. Algunos dicen «el que no deja padre y madre no es digno de mi» y amparándose en una interpretación equivocada relegan a su familia a un último lugar y el tiempo del pastor es para atender asuntos fuera del hogar.

Leda: La parte económica llega a ser una de las presiones más grandes para la esposa del pastor, porque él vive en su mundo y en su iglesia, mientras ella debe absorber los problemas al administrar el hogar, estar en contacto permanente con las necesidades de sus hijos y tener que ingeniar qué comer.

 Y en la zona rural la situación es aún más crítica, porque hay casos en los que la familia ni siquiera tiene con qué alimentarse o vestirse.

Hay que escuchar las historias de familias que viven con lo que se pudo recolectar y nada más. Suena extraño, pero esa es una realidad: familias que viven de lo que sus hermanos les den.

En muchos casos, la gente piensa que la esposa del pastor, los hijos del pastor y toda su familia deben usar la ropa que otros les regalan.

¿Cómo pueden contribuir las esposas de los pastores a resguardar recursos y tiempo del pastor para su familia para evitar posteriores crisis?

Helen: Creo que se debe concientizar y reflexionar para llegar a acuerdos, sin peleas. Es necesario recordar que la provisión hacia el hogar es lo primero, si no cómo se va a gobernar bien la iglesia si no se gobierna bien la casa.

Lo anterior no es solo se da en el caso del liderazgo pastoral, se da en todo ámbito, en cualquier trabajo.

Me parece que cada pareja debe definir el tiempo que dedicará a su familia y con base en eso, establecer pautas para tener un espacio propio. La idea es poder satisfacer las demandas de la iglesia, que a veces cree que decir «no» es un pecado.

Incluso, algunos pastores sienten culpa al decirle «no» a alguien que pida que los atienda. Es necesario abrir la mente de los líderes para que entiendan que hay tiempo para todo: para atender a su familia, disfrutar con sus hijos y hacerlo con libertad y tranquilidad.

Esa es una lucha que hay que librar y perseverar sobre ella, porque las demandas de tiempo son muy fuertes.

Jenny: Desde hace algunos años hacia acá, mi esposo acostumbra escribir en su agenda urgente, ocupado, mi familia.

Él llegó a la conclusión de que su familia es más importante. De esa manera, no compromete el tiempo que dedica a nosotros.

Desde principio de año, él define cuáles días o semanas son para la familia. A veces ha tenido que decir «no» a reuniones muy importantes, porque ya ha comprendido que su familia es la que siempre estará con él.

Leda: En mi opinión, hay que educar a los líderes para que tomen ese tipo de decisiones. Generalmente, se tiene la idea de que el pastor o el líder le debe su tiempo y su vida a su ministerio y a su iglesia.

Hay que recordar que esta es una herencia, así que parte de la educación pastoral debe ser la importancia de la familia y del tiempo que se le debe dedicar.

Así, el pastor puede enseñar a la iglesia que para él su familia es primero y es importante, buscando el equilibrio entre su familia y el ministerio. ¿Deben estar la familia y la iglesia al mismo nivel para el pastor?

Leda: Eso depende. Habrá momentos en que el pastor tendrá que decir «lo lamento, pero hoy es tiempo para mi familia», pero habrá otros en los que dirá «mi familia tendrá que entender, pero hoy debo atender asuntos de la iglesia». Es una cuestión de equilibrio.

¿Qué hacer ante las presiones y necesidades económicas?

Leda: Esto debe analizarse desde el mismo llamado que se recibe. Me parece que «vivir por fe» ha sido mal entendido y en muchas ocasiones pasamos necesidades sin que sea parte del propósito de Dios.

A veces, pasamos necesidades porque Dios así lo quiere, pero otras veces por la forma en que la iglesia local o denominación maneja las cosas. Jenny: Esa es una realidad que muchos hemos vivido, pero lo importante es la satisfacción personal por lo que se está haciendo.

Bien podemos tener una mesa llena de manjares y una vida amargada y sin realización.

Cuando tengo un llamado, no importa si lo que tengo para comer es solo «un poco de pan» estoy haciendo lo que Dios quiere. Claro eso es diferente a casos en que la iglesia puede dar un buen sostén y no lo hace.

Helen: Yo siento que hay problemas financieros que a veces se experimentan por la falta de cuidado de las iglesias, las cuales no tienen el soporte para que sus pastores vivan dignamente. Sin embargo, Dios es fiel y nuestra experiencia es que en momentos en que no nos alcanzaba el salario, Dios usaba diferentes medios y personas para suplir nuestras necesidades. Dios va más allá y hemos podido ver la multiforme gracia de Dios.

Las presiones además de materiales son sicológicas… ¿es común que las iglesias esperen que los hijos y la esposa del pastor sean personas perfectas?

Helen: Eso ha venido desde siempre. Se ha pretendido ver a la familia pastoral como perfecta, incapaz de cometer errores.

Hay un estigma de lo que se espera de los hijos y en general de la familia pastoral como personas que al estar tan involucradas en la iglesia y más cerca de Dios, tienen que ser perfectas. Ciertamente son personas que están dando todo al Señor, pero al igual que las demás, están en un proceso de maduración y de perfeccionamiento. Los hijos del pastor reciben un trato injusto, porque se cree que tienen un «madurador» más rápido que el resto de los niños.

Pero como todos, ellos también deben tomar sus decisiones, cometer sus errores, aprender de ellos y tener su propia experiencia con el Señor. Jenny: Incluso los mismos pastores fomentan este tipo de exigencias al decirles: «Te vi en tal cine, te vi en tal lugar… dijiste cierta cosa».

Esas son formas en que los pastores insinúan que los hijos deben ser perfectos porque son el hijo de… Tenemos que cambiar esta mentalidad, usar otro parámetro de vida, vivir una vida más auténtica.

La vida de uno debe ser igual en la casa que afuera. A nuestros niños se les exige que oren tanto tiempo, que sepan de memoria pasajes… pero esas son decisiones personales que los jóvenes hijos de pastores tienen que hacer, no por guardar apariencias, sino por agradar a Dios. Leda: En esta situación una pierde la identidad. Hoy por hoy, muchos no me ven como Leda Barrientos, sino como la hija o la esposa de… Como hija de pastor, una se convierte en un apéndice suyo, y como tal, la gente espera ver las cualidades del padre.

En ese sentido, una de las presiones más grandes, además de las económicas, son las emocionales. Mientras al líder varón se le abren las puertas para prepararse, para su esposa no hay oportunidades, no hay becas, ni alicientes para formarse profesionalmente.

El crecimiento profesional es muy limitado, por lo que la autoestima puede verse afectada, porque no estás preparada para enfrentar las crecientes demandas de la iglesia, pero igual se espera que puedas hacer frente a todo.

¿Juzga la iglesia de una manera más severa a los hijos y a las esposas de los pastores, sienten ustedes el dedo acusador de la iglesia?

Jenny: El dedo acusador no se siente. ¡La gente lo dice directamente! Por ejemplo: a los muchachos se les dice «como usted es el hijo del pastor, entonces tiene que estar sentado en la primera fila escuchando el mensaje de su papá». Eso es directo…

Helen: Como mamá he tenido que aclararle a muchas personas, y con recelo, que mis hijos son niños, no son adultos, por lo tanto, no pueden esperar que se comporten como tales.

Están en un proceso de desarrollo y tienen que tomar sus propias decisiones y espero haber transmitido eso a los hermanos.

Es muy común que la gente nos vea, a la esposa e hijos del pastor, como un apéndice suyo, como su otro yo. «Allí está el siervito, fulanito el evangelista», la gente predispone a los niños y los encajona, sin pensar que quieran ser médicos, o futbolistas o cualquier otra cosa no relacionada con el ministerio.

¿Cómo reacciona la iglesia cuando la esposa del líder quiere prepararse en algo no ministerial?

Leda: La iglesia espera que el llamado del pastor sea el llamado de su esposa y las oportunidades de formación, si las hay, vienen en función de que se dediquen posteriormente a la iglesia.

Parte de eso es la cultura evangélica, que nos traga, nos come. Donde la mujer supuestamente tiene que estar, tanto identificada, como inmersa en la labor de su esposo como líder y pastor, y se le hace sentir que no se puede proyectar a otros ámbitos, que no sea lo ministerial. Esa ha sido la identidad que nos atribuye la cultura evangélica. Helen: Yo estudié sicología, pero al casarme, no tenía tiempo para atender las labores de la iglesia, las de ama de casa y las de estudiante. Decidí entonces hacer una pausa en mis estudios, quizás porque estaba muy joven. Lo hice de muy buena voluntad, pero en retrospectiva, me hubiera gustado tener la orientación de alguien que me dijera, continúe y organice su tiempo, esa área también es importante.

Pero al madurar pensé: ¿y yo qué, qué pasa con esa parte de mí tan importante? Afortunadamente, no me lamento en lo absoluto de lo hecho, pero siento que hubiera sido importante esa orientación para recordarme que tengo derecho a continuar con mis metas, aunque no necesariamente estén relacionadas con la iglesia.

A veces, uno llega a desdibujarse como persona, y cuando se quiere tratar de recobrar la identidad, por pensar distinto, es muy difícil.

Jenny: En mi caso, el Señor me hizo un llamado a servirle a los catorce años. Y aunque estudié educación y dediqué unos años a la enseñanza, al final me preparé en teología, porque mi llamado es pastoral. Sin embargo, nunca he ejercido el pastorado principal en una iglesia porque mi servicio ha sido siempre como complemento de mi esposo. Todo esto se ha dado por los espacios tan reducidos para las mujeres. Vea la contradicción: tengo la preparación para ser pastora, pero no ejerzo, tengo mi credencial como pastora, pero los espacios para ejercer son limitados. Eso no se lo endoso a mi esposo, que siempre me ha apoyado, sino a la cultura evangélica, a la organización a la que pertenezco.

 ¿Qué consejos daría a las mujeres que son líderes o esposas de líderes de iglesias?

Helen: Es necesario que estas mujeres cobren confianza en su sentido común, que busquen soluciones y orientación en su relación con el Señor.

También es recomendable que busquen literatura para prepararse, que sean firmes en lo que piensan y en lo que creen y que se fijen como meta crecer y llegar al final con su esposo. Además, deben desarrollar una estrategia familiar, buscar tiempo para estar con el Señor, meditar en él y orar mucho.

Deben esperar el tiempo oportuno para propiciar un cambio, tener paciencia y perseverancia para lograr las metas. Es clave acompañarse bien. Leda: Sin importar la situación en que esté, la mujer debe estar segura de que Dios le ha hecho un ser único y especial, que él le ama y le ha dado destrezas y habilidades, por lo cual es importante como persona.

La mujer debe recordar que ella es sumamente importante para su esposo y para su ministerio, no debe sentirse menos.

Además, debe orar por su esposo, para que Dios ponga en él inquietudes y haga los cambios necesarios, así como buscar el momento adecuado para conversar las cosas que le están inquietando.

Todo para el bienestar de la pareja, la familia y el ministerio.

Jenny: Las mujeres, independientemente de las circunstancias y de la adversidad, deben buscar las respuestas dentro de ellas mismas en oración. Que nadie de afuera la mal aconseje porque solo en ellas está el permitir que la imagen de Dios en ellas, sea dañada.

Deben buscar sus propios sueños y no dejarse tocar por las circunstancias difíciles, buscar espacios para abrir brecha aún en la adversidad y no esperar soluciones de afuera.

Pero ante todo, la mujer debe persistir en la firmeza de su carácter y su confianza en el Señor.

-Jenny Salazar de Sáenz: Profesión: Educadora y licenciada en teología. Estado civil: Casada con el pastor Rodolfo Sáenz.

-Leda Barrientos de Ramírez: Profesión: Educadora y orientadora Estado civil: Casada con el pastor Marco A. Ramírez B.

– Helen Matamoros de Porras: Profesión: Sicóloga Estado civil: Casada con el pastor y director de Enfoque a la Familia en Costa Rica, Sixto Porras.

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