OPINIÓN

En medio de la huelga y la crisis

Fernando Berrocal / periodista /

En medio de esta huelga y la crisis fiscal del 2018, no he podido sustraerme de recordar la gran crisis nacional con la que Luis Alberto Monge recibió el país en mayo de 1982. La más gran de la historia de Costa Rica. Sobre todo, después de que el pasado domingo La Nación dedicó su Suplemento Dominical al tema del presidente Rodrigo Carazo, pero fue incapaz de dedicar una línea al gobierno del Partido Liberación Nacional y a la forma exitosa en que se enfrentó aquella crisis.

Hago y resumo historia:

1.- Cuando Carlos Manuel Castillo se reunió con el Presidente Ejecutivo del Banco Central, algunas semanas antes del cambio de gobierno, se le informó oficialmente que no habían reservas monetarias y que el país estaba quebrado. Lo digo como testigo presencial, porque yo estaba ahí como Ministro designado de la Presidencia. A ambos se nos salieron varias malas y duras palabras a la costarricense y nos fuimos a informarle a Luis Alberto.

2.- Las enormes alzas en el precio internacional del petróleo, decretadas por la OPEP y la terquedad y el desenfocado nacionalismo del presidente Rodrigo Carazo, que se había negado rotundamente a negociar con el FMI y el Banco Mundial y hasta había expulsado del país a sus representantes oficiales, se combinaron y dejaron al país quebrado y sin divisas. Ese era el cuadro real y objetivo. En el Banco Central no había un dólar estadounidense. Nada de nada.

3.- El colón que había mantenido por décadas una paridad de 8.60 frente al dólar, se fue por las nubes varias veces al ciento por ciento de su valor, hasta más de 500 colones y fluctuando de un día para otro, sin control alguno, generando pánico en el mercado y logrando que las pulperías, abastos y supermercados se quedaron con los anaqueles literalmente vacíos, con faltantes de alimentos y de toda la gama de productos básicos y necesarios.

4-El país entró así, abruptamente, en la peor crisis económica, social, fiscal y estructural de su historia y, como si fuera poco, la banca internacional se nos vino encima a cobrarnos la enorme deuda externa acumulada y que no podíamos pagar. Como país estábamos quebrados. Así se puso Luis Alberto Monge la banda presidencial el 8 de mayo de 1982 en el estadio nacional, después de haber ganado las elecciones con el 58% de los votos efectivos.

Por la amistad del presidente Monge con el presidente de la Madrid y las relaciones de Carlos Manuel con las autoridades monetarias de México, ese hermano país nos envió una transferencia no reembolsable de $55 millones ese 8 de mayo. De nuevo y en la distancia de los años: Muchas gracias México.

Desde semanas antes de asumir la Presidencia de la República, Luis Alberto inició una serie de reuniones con líderes sindicales, empresarios, cooperativas, solidaristas y dirigentes de todos los partidos políticos, para exigir unidad nacional frente a la crisis. Se trabajó mañana, tarde y noche en la casa de Villa Mongalva, en Pozos de Santa Ana. Todos se cuadraron y dijeron si a Costa Rica.

Ese 8 de mayo, el presidente Monge anunció una estricta y auto impuesta austeridad total en el gasto público y un compromiso absoluto del equipo de gobierno, bajo la advertencia de perder el cargo, a la vez que cuadró a los 34 Diputados del PLN, jefeados por Bernal Jiménez y Jorge Luis Villanueva, a una disciplina partidaria vertical y total con las directrices del equipo económico. Bernal, especialmente por su formación de economista y su experiencia en el Banco Central, fue una pieza clave en el esfuerzo de reconstrucción del país.

Todas las semanas, la Fracción en pleno del PLN se reunía en la Casa Presidencial y el presidente Monge invitaba, con frecuencia, a los líderes de la oposición y les consultaba sus opiniones. Igual lo hacía con todos los sectores sociales y económicos.  Su arma era el poder de convencimiento y la apertura. No hubo ínfulas de ninguna especie en aquel gobierno liberacionista. La Casa Presidencial estaba abierta a todos los costarricenses.

De inmediato, Rodolfo Silva inició en Washington y París la renegociación de la deuda externa. Fue tan exitoso el trabajo de Rodolfo que el “caso Costa Rica” se convirtió en un modelo de estudio a seguir por los países en desarrollo.

Paralelamente, el Ministerio de la Presidencia asumió un programa prioritario de salvamento a las principales empresas nacionales, en que literalmente se dobló la mano a los bancos estatales y hasta se emitieron garantías soberanas, para refinanciar, readecuar plazos, modificar contratos y evitar la quiebra a 150 empresas. El programa estuvo a cargo del Dr. Max Alberto Soto, quien años después sería Director del Instituto de Investigaciones Económicas de la UCR. Se nos vino encima, también, la salida de la Compañía Bananera de la Zona Sur y se encargó al Dr. Carlos Manuel Vicente enfrentar esa dificilísima situación con el apoyo irrestricto de la Casa Presidencial. Así nació UNESUR.

Bajo una estricta política keynesiana, a la vez, el MOPT, el MEIC y el MAG, apoyados directamente desde la Casa presidencial por el Vicepresidente Alberto Fait, se enfocaron en levantar al precio que fuera la producción del país y se inició la apertura hacia las exportaciones y el comercio internacional.

Desde el principio el gobierno trabajó, a tiempo completo, para generar crecimiento económico real y más trabajo, como salida definitiva de la crisis. El modelo de sustitución de importaciones había llegado a su máximo de rendimiento y se inició la apertura y la inserción de Costa Rica en la economía internacional, por la vía de la diversificación de las exportaciones y el apoyo al sector productivo nacional. Francisco Morales impulsó desde el MAG la economía de las naranjas y se inició la diversificación de la producción agrícola, más allá del café y el banano como productos tradicionales de exportación.

De esta forma, mientras el presidente Monge controlaba con su gran experiencia política y su poder de convencimiento, todas las variables políticas, Carlos Manuel, el equipo del Banco Central y el Ministerio de Hacienda (dirigidos por Porfirio Morera y Federico Vargas) controlaban las variables monetarias, presupuestarias y fiscales. Al mismo tiempo y coordinadamente, el Vicepresidente Alberto Fait dirigía activamente el equipo de desarrollo económico y Rodolfo Silva, con el apoyo de Fernando Volio en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Fernando Soto Harrison, embajador en Washington, al más alto nivel y con plenos poderes, renegociaban la deuda externa.

En pocos meses salimos a flote, aunque los efectos de esa crisis se sintieron en la economía de Costa Rica las siguientes dos décadas. Lo que sí salió mal fue el manejo del Fondo de Emergencias. Esa es otra historia.  También es otra historia la del frente de batalla con Nicaragua. Los sandinistas, dominados por la Habana y el general Ochoa, héroe cubano de las guerras de África, tomaron la irresponsable e increíble decisión de invadir Costa Rica e internacionalizar el conflicto de Centro América por el lado más débil militarmente que era nuestro país, en medio de la Guerra Fría. De eso también voy a escribir. 

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