El virus de Wuhan demuestra cuán frágil es el gigante chino
Bernardo Cervellera/ Asia News/
Si bien el gobierno ha decretado enviar 150 médicos soldados expertos en la SARS y otros 4 mil de otras partes del país, a Hubei (y de China) faltan trajes protectores, gafas de salvación, barbijos higiénicos que hacen poco práctico el empleo de estos nuevos doctores, y si los ponen en riesgo de contagio. Los decesos aumentaron a 132, los contagios confirman son más de 6 mil.
Las noticias que en oleadas nos llegan de China a propósito de la difusión del coronavirus demuestran cuán frágil es el gigante chino. Exaltado hasta hace pocos días por sus resultados económicos y por su potencia militar y política, éste se encuentra ahora afrontando con poca eficacia y debilidad la epidemia que, por el momento, 29 de enero, ya provocó 132 muertos y más de 13 mil infectados, de los cuales 6 mil confirmados.
La acusación de poca eficacia llega ante todo de parte de los doctores de Wuhan, en primera línea en la lucha contra el virus, que desde hace algunos días lamentan la falta de instrumentos y test-kit para descubrir la enfermedad en las decenas de miles de pacientes que llenan los corredores de los hospitales. Con gran heroísmo ellos trabajan indefensos por horas y horas y están al límite del agotamiento.
Si bien el gobierno ha decretado enviar a 150 médicos soldados expertos en la SARS y otros 4 mil de otras partes del país, a Hubei (y de China) faltan trajes protectores, gafas de salvación, barbijos higiénicos que hace poco práctico el empleo de estos nuevos doctores, y si los ponen en riesgo de contagio.
Se calcula que con la epidemia en curso sean necesarios al menos 100 mil trajes protectivos por día, pero China en períodos a pleno régimen logra producir sólo 30 mil por día.
Calculando que se está festejando el Fin de Año lunar, la producción hoy descendió a 15 mil trajes protectores por día. Existiría la posibilidad que de otras partes del mundo se envíen trajes protectores, pero la economía protegida de China no permite con facilidad estas importaciones.
La poca eficacia depende también de la falta de informaciones y del silencio mantenido por demasiado tiempo antes de lanzar la alarma. Según The Lancet, los primeros casos de coronavirus se registraron el 1° de diciembre pasado.
Al menos 8 personas denunciaron la epidemia el 1° de enero, pero la policía de internet los arrestó como personas que difundían “noticias falsas” y atentaban contra el orden social. Sólo una semana después se comenzó a hablar oficialmente de una epidemia similar a la SARS.
En este caso es evidente que la falta de una información libre se convirtió en un boomerang que se retorció contra el país. El control sobre la información llevó a ralentizaciones sobre la emergencia, como lo declaró hace 2 días el mismo intendente de Wuhan.
El 27 de enero pasado, en una entrevista al canal nacional CCTV, Zhou Xianwang admitió que “no sólo no revelamos las informaciones (sobre el desarrollo del coronavirus en la ciudad) a tiempo, pero no hemos usado las informaciones en modo eficaz para mejorar nuestro trabajo”.
La falta de eficacia en el uso de las informaciones se debe al hecho que antes de lanzar la emergencia de una epidemia, se debe recibir la aprobación del Consejo de Estado. Este procedimiento y estilo centralizados no permiten decisiones inmediatas y eficaces ni siquiera a nivel provincial.
La misma cosa sucede para declarar oficialmente una persona como paciente de coronavirus: el test positivo es enviado a la sección salud de la salud de la provincia que a su vez estudia las cartas y da el permiso de internar al paciente. En tal caso se pierden días preciosos para curar a un enfermo que mientras tanto, no habiendo sido internado, se convierte en un “difusor móvil” del virus.
Además, existe la absoluta inconsistencia de las medidas de aislamiento de Wuhan- seguida por otras ciudades de Hubei- aplicadas en el cambio de Fin de Año, el período de mayor movilidad de los chinos.
De hecho, el intendente de Wuhan, Zhou Xianwang, declaró que al menos 5 millones de personas dejaron la ciudad después de haberse declarado el bloqueo.
Para corregir este trasiego de posibles portadores del virus, ahora se están aislando a muchas ciudades y provincias d China, también algunas muy lejanas de Wuhan.
Nos llegan noticias de ciudades cerradas en Hebei, en ‘Heilongjiang, en Shaanxi, … A estas van agregadas las noticias por las cuales industrias, escuelas, universidades, negocios, centros comerciales están postergando la reapertura después de las vacaciones de Fin de Año.
Hasta las bolsas de Shanghai y Shenzhen permanecen cerradas, a toda la población se aconseja no ir a lugares públicos como restaurantes, cines, encuentros
También los templos budistas han cerrado sus puertas, justo en los primeros días del año, cuando la gente va a los templos para pedir gracias y favores para el año que inició. Las iglesias católicas no celebran todas las misas.
La diócesis de Beijing y otras dieron permisos especiales para obviar el precepto de la misa dominical, aconsejando a las familias reunirse en casa, leer la Biblia. rezar el rosario, hacer oraciones, sacrificios para pedir a Dios que salve a China de la epidemia.
Hasta ahora la mayoría de las víctimas del coronavirus son personas de edad entre los 40 y los 60 años, que estaban ya debilitados por alguna enfermedad (diabetes u otra).
Pero hay excepciones: en Hubei hay una víctima y en Guangxi hay 2 niñas d 4 y 2 años, que habían visitado Wuhan.
Una víctima ilustre del morbo es Wang Xianliang, el jefe del Comité para las etnias y religiones de Wuahn. Él es famoso por haber perseguido a muchas comunidades cristianas protestantes en la ciudad y en la Optical Valley.
Pero yo creo que la máxima víctima ilustre de la epidemia sea el presidente Xi Jinping que, a diferencia de su típico protagonismo, está muy silencioso en estos tiempos y se limitó a decir que la epidemia va aumentando. Contra toda expectativa, quien fue a visitar Wuhan y Hebei fue el Premier Li Keqiang.
La epidemia de coronavirus es otro golpe al tan publicitado “sueño chino”. Este prevé una “sociedad moderadamente acomodado” dentro del año 2021, en ocasión del 100° aniversario del Partido comunista chino y la modernización del país en una nación completamente desarrollada dentro de 2049, centésimo aniversario de la fundación de la República Popular.
En 2019, Xi tuvo que afrontar tantos desafíos a este sueño y siempre salió como perdedor. La guerra de los aranceles empobreció a China y después de los intentos-deseados por Xi- de enfrentamiento con los EEUU, Beijing tuvo que aceptar las condiciones impuestas por Washington.
A causa de la guerra de los aranceles y por la crisis económica mundial, la economía china no es tan florida y siempre más expertos piensan que las cifras y estadísticas dadas a conocer por el gobierno no son verdaderas.
Para los 70 años de la República popular china, en octubre pasado, él había promovido una “reunificación pacífica” con Taiwán.
Pero no obstante el cabildeo realizado por Beijing, en las elecciones de Taiwán ganó Tsai Ing-wen, del partito democrático progresista: justo aquello que Xi no quería.
En Hong Kong, si bien Xi elogie en todo momento la policía y la violencia que ella ejercita sobre la población, mucha gente del territorio continúa pidiendo la democracia plena para elegir el parlamento y jefe del ejecutivo.
Algunos periodistas han pedido al intendente de Wuhan que dimita. Inmediatamente después su periódico pidió disculpas. Pero, muchos en China piensan que es Xi Jinping el que debería irse, si bien él logró cambiar la Constitución para permanecer como presidente de por vida.