El Enviado: » Nuestra Pascua «
Encontramos la triste realidad de las religiones, estas no conducen a Dios ni a su Enviado, a veces más bien alejan y frustran al hombre sediento.
Apóstol Rony Chaves / Director de AMM /
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová”. (Éxodo 12:1-11).
Las implicaciones del sacrificio de Jesucristo, el enviado del Padre, deben ser enseñadas en este tiempo con vehemencia entre el pueblo de Dios, esta obra en la cruz del Calvario es fundamental, determinante y única, debe ser conocida por todos.
Si la muerte de Cristo como Cordero de Dios no es explicada con claridad, le puede suceder a mucha gente lo que ocurrió al eunuco etíope del libro de los Hechos.
El capítulo ocho nos narra la historia:
“Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.
Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús”.(Versículos: 27-35)
Este eunuco de Etiopía era convertido al judaísmo, él buscaba con gran anhelo conocer las Escrituras y su revelación. Había buscado en su religión y las fiestas de Jerusalén la respuesta a sus inquietudes sin hallar la verdad. El regresaba lleno de frustración de la celebración religiosa de la capital de Israel, era obvio que no le habían podido explicar las palabras del profeta Isaías.
Él tenía hambre de Dios y de su Palabra pero nadie en Jerusalén le había podido explicar lo que describía el Profeta.
Ni escribas, ni fariseos, ni sacerdotes ni nadie le habían sacado de sus grandes interrogantes acerca del Cordero de la profecía.
Es allí donde encontramos la triste realidad de las religiones, estas no conducen a Dios ni a su Enviado, a veces más bien alejan y frustran al hombre sediento. Bastó que el Señor enviara a su evangelista Felipe para que le explicara lo dicho por el profeta Isaías sobre el Cordero sacrificial.
Felipe, le enseñó comenzando desde esta escritura y a través de muchas otras el evangelio de Salvación provisto mediante el sacrificio del Cordero de Dios, no un animal sino de un hombre: el Enviado del Padre.
Esta maravillosa historia del Cordero comienza desde los primeros hombres sobre la tierra. Con la caída de Adán y Eva en el huerto del Edén (Génesis 3) fue necesario cubrir su desnudez después del pecado. Dios preparó para este fin túnicas de pieles. Obviamente estas pieles eran símbolos del perdón y la justicia de Dios para los mortales a través de la sangre de un Cordero.
“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”. (Génesis 3:21).
Desde Adán por las generaciones, el Señor enseñó a su Pueblo a sacrificarle a Él lo mejor de sus ovejas, esto serviría para anunciar en cada ofrenda que un día Él enviaría a su Escogido como Cordero de Dios para morir por los pecadores.
“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda…” (Génesis 4:4).
Con el paso de los siglos, los patriarcas de Jehová se acercaron a Él para adorar a través del sacrificio del Cordero. Esta fue una práctica viva y santa en Noé, Abraham, Isaac y Jacob. Después de ellos, Dios levantó a Moisés para establecer el sacrificio del Cordero como una ordenanza dentro de la naciente religión israelita.
“Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo”. (Génesis 22:8 y 13).
Dios le proveyó el cordero a Abraham para el sacrificio.
Después de la multiplicación de los hijos de Jacob (Israel) en grandes tribus, ellos se trasladaron a Egipto en los días de la escasez para ser alimentados por su hermano José, gobernador del Imperio. Años después, con la muerte de José y del Faraón que le protegía, el pueblo de Israel quedó esclavo en territorio egipcio.
Fueron muchos años de esclavitud y trabajo duro haciendo ladrillos para el Faraón y su Imperio.
Aquí se nos muestra un simbolismo importante:
- Faraón representa a Satanás el esclavizador.
- Egipto representa al sistema del mundo y su estructura religiosa, política y social.
- Israel simboliza la Iglesia, el pueblo de Dios.
- Hacer ladrillos, el trabajar para Satán y su sistema, dejando de edificar el Reino de Dios.
En el tiempo perfecto de Jehová, ante el clamor de su gente, Él escucha y responde enviando liberación a través de Moisés.
“Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo”. (Éxodo 3:7-8).
La historia de la liberación al pueblo de Israel del yugo de Egipto, es la historia de cada cristiano que fue liberado del diablo y de sus verdugos y sacado del sistema mundano de pecado. Esta es nuestra propia historia.
Al diablo y a su obra destructora siempre le llega su hora final. Dios lo ha planeado así, es por esto que la esclavitud de Israel, llego a su final así como también llego al final la nuestra.
Después de quebrantar todos los dioses de Egipto, Jehová planificó destruir el poder de su dios mayor, el sol o Amon Rah.
Para esto trajo la plaga de tinieblas y noche de la muerte de los primogénitos de Egipto.
Esa noche sería de un juicio impresionante sobre la tierra de la nación egipcia. La muerte de sus primogénitos llegaría inevitablemente. Jehová tendría misericordia en el territorio donde habitaba Israel solo si las puertas de sus casas tendrían la sangre de un cordero pintada en sus postes y en el dintel de la puerta.
La Escritura señala que Dios ordenó a Israel sacrificar un cordero por familia esa noche de juicio.
Debían pasar por fuego todo el animal y comerlo. Nada de este debía cocinarse con agua o comerse cruda, la carne debía ser asada al fuego y tenía que comerse en la misma noche, ninguna parte del animal debía dejarse para el día siguiente, si algo quedaría no podía comerse sino que tenían que quemarlo en el fuego.
Los israelitas tenían que celebrar la muerte del cordero listo para la marcha. Ellos deberían tener ceñidos sus lomos, su calzado puesto en sus pies y su bordón en sus manos. Debían comer carne apresuradamente, esta sería su última noche en Egipto y debían estar listos para partir en su marcha hacia la libertad.
Esta sería desde ese día en adelante una gran celebración para Israel y sus generaciones. Esta sería la Pascua de Jehová. ¡Glorificado sea el Señor!
Luego fue el sacrificio de un cordero por cada familia.
La Pascua de Jehová
Esta sería:
- La ordenanza más importante para Israel y ….
- Es la Fiesta más mencionada en el Nuevo Testamento y …
- Muestra la Providencia y Amor de Dios por Su Pueblo.
- Es la más ilustre liberación de Israel bajo el poder de Jehová en la historia judía.
- Es la obra simbólica, más típica, de la liberación de un pecador del yugo del mundo; mediante la obra de Jesucristo, nuestra Pascua (1 Cor 5:7).
Preparación de Israel
Mientras Moisés y Aarón desatan las plagas sobre Egipto, también instruyen a Israel en la celebración de la Pascua.
Lo que reciben estos dos hermanos del Señor para comunicar al pueblo judío también marcaría su calendario anual. La Pascua traería un nuevo estilo de computar los meses del año. El mes en que se realizaría la Pascua sería denominado el primer mes, el cual corresponde aproximadamente a la segunda quincena de marzo de cada año.
Pascua viene del hebreo “pesaj” que significa “pasar de largo”.
La Pascua
1-Marcaría un nuevo período en la historia de Israel.
2-Sería al inicio de la primavera.
3-Simboliza el “Nuevo Nacimiento” del creyente al ser lavado por la sangre de Cristo.
4-Simboliza la obra de redención y renovación de la tierra.
5-Representa la aparición del Mesías libertador.
Esta celebración de la Pascua, se hacía aprisa:
- Simboliza el estar listos para la marcha y el estar
- Preparados para obedecer la voz del Señor y
- Estar listos para ver a Dios obrar el Milagro
- Era un acto de fe, obediencia y adoración.
La Fiesta: Pesaj
Pascua viene del hebreo “pesaj” que significa “pasar de largo” y nos indica el acto de protección y misericordia de Dios al hacer que el ángel de la muerte pasara de largo de las casas judías sin herir a nadie.
- Debían sacrificar un Cordero por familia. Esto indica la protección del Cordero de Dios para cada familia de su Pueblo.
- El Cordero debía prepararse cuatro días antes. Jesús cumplió esta fase profética al entrar a Jerusalén cuatro días antes de la Pascua. Él estuvo preparado.
- Debían comerlo de prisa. Hemos dicho que esto significa el estar preparados para marchar de inmediato ante la orden del Señor.
- Todo el cordero debía comerse esa noche, nada se dejaba para el día siguiente. Esto simboliza la total dependencia de Dios y de su provisión cada día.
- El Cordero sería macho y de un año. El macho era de más valor que la hembra. Esto simbolizaba el alto precio pagado por los humanos y la muerte a temprana edad que sufriría el Hijo de Dios, sin dejar descendencia en la carne.
- El animal debía ser sin defecto y sin mancha. El sería nuestro representante, no debía tener pecado; debía ser puro y limpio y en la flor de su edad.
- Jesús cumplió cabalmente estos detalles proféticos al ser el enviado de Dios y Cordero sin mancha.
- Debía ser muerto pero preparado cuatro días antes de morir. Debía ser quemado en el fuego, su muerte en fuego representa los sufrimientos que padecería Jesús, hasta morir en la cruz. El sería muerto por toda la humanidad.
- Ningún hueso le sería quebrantado. Esto anunció la forma en que Jesús moriría. Sus huesos no fueron tocados, esta fue una muerte que impresionó a sus verdugos, pues lo usual es que a los crucificados tenían que fracturarle sus huesos para precipitar su agonía y muerte.
- El asar en el fuego la totalidad del cordero y su total exterminio, ya fuese comiéndolo o quemándolo, señaló la total consagración del sacrificio para un propósito santo.
Los panes sin levadura
La Pascua debía ser observada o celebrada junto a la Fiesta de los “ázimos” o panes sin levadura. Ellos no podían comer pan leudo o leudado (con levadura) durante siete días antes de la Pascua.
Esto sería en memoria de la necesidad en que se habían visto de no comer otro pan, por muchos días, antes de su salida a Egipto.
Los panes sin levadura nos señalan varias cosas.
- Jesús es el pan de vida sin levadura.
- Necesitamos comer de Él cada día.
- Necesitamos comer de su Palabra, el pan de Dios siempre.
- Necesitamos dejar de comer el alimento de Egipto, si queremos la libertad del Señor.
- Es un tipo de la verdadera vida cristiana, vivida en el temor de Dios, en santidad y sin levadura.
- La consagración a Dios debe ser como una fiesta, con deleite para Él y con sumo gozo.
La Sangre del Cordero
“Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”. (Éxodo 12:13).
Antes de comer la carne del cordero pascual, era necesario poner la sangre derramada por el animal, en los dos postes de la casa y en el dintel de la puerta, no en el umbral de la misma.
“Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre”. (Éxodo 12: 21-24).
Había que sacrificar un cordero en la pascua.
La sangre del animal
1-Era un tipo de la Sangre de Cristo.
2-Traería protección de la muerte como la Sangre de Jesús nos protege de la muerte eterna.
3-Al ser derramada simbolizaría el precio a pagar por el Mesías por la humanidad.
4-Al ser rociada y aplicada muestra la necesidad que tenemos de ser rociados con la Sangre de Jesucristo.
5-Sería aplicada con un hisopo, este representa la fe, instrumento necesario para recibir perdón.
6-Al ser aplicada en los dos postes simbolizaría la necesidad de confesar públicamente nuestra fe en el Cordero de Dios y en Su Sangre.
7-Al ser aplicada en el dintel y no en el piso o umbral, indica que no puede ser pisoteada pero se recibe su poder al mirar hacia el Cielo.
8-Libraba y libra hoy del exterminador. Satán no puede estar donde está aplicada la Sangre.
9-Nadie debía salir de la casa. La protección viene por la Sangre del Cordero y por morar en la Casa de Dios. Esto anunció la Cobertura del Señor necesaria para vivir a plenitud.
10-Al salir de la casa, cualquiera corre el peligro de extraviarse, rezagarse o no oír la voz de mando de Jehová para iniciar la marcha.
La Carne del Cordero
1-Era para comerla toda. Esto habló de participar plenamente de la muerte del Señor. Esta nos señala la dependencia total en su sacrifico y no en nuestras obras. Es entrega total.
2-Representa a Jesús como nuestro “Alimento” del Cielo. Él es “alimento completo”.
3-No se podía comer al día siguiente. Esto señala el vivir cada día dependientes de Él y llevando nuestra cruz diariamente.
4-Debía comerse con hierbas amargas. Esto sería un recordatorio en memoria de la amargura de la esclavitud de Egipto y de la aflicción del Mesías al morir por nosotros.
5-La carne comida con hierbas amargas y panes sin levadura profetizaba de la provisión continua de Dios. El Señor Jehová iba a proteger, nutrir y conducir a su Pueblo.
6-Cristo será dulce para nosotros, así como la vida cristiana con el pecado nos es amarga.
Jesús fue el Cordero provisto por Dios, para quitar el pecado del mundo.
La Pascua estatuto perpetuo
“Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis”. (Éxodo 12:14).
La Pascua vino a ser la fiesta más relevante para Israel, debería celebrarse desde aquella noche por todas sus generaciones.
Esta festividad sería el anticipo más grande de nuestra liberación del pecado a través de Jesús de Nazareth, quién sería nuestro cordero.
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29).
Ese Jesús, el Cordero de Dios; el Enviado o Ungido del Padre se convertiría al morir por los pecadores en nuestra Pascua. A
“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”. (1 Corintios 5:7).
La Pascua: un sacrificio para todas las generaciones
“Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.” (Éxodo 12:24-27).
El celebrar la Pascua cada año tenía propósito de enseñar a las nuevas generaciones de judíos, que Jehová los había librado del yugo de Faraón y de Egipto, que el Señor los había protegido de la muerte, mediante la carne y sangre de un cordero.
Este memorial fue cumplido plenamente en la pasión y muerte de Jesucristo en Jerusalén, en la Fiesta de la Pascua en sus días. Desde esa tarde de victoria y dolor, se abrió el camino de la liberación del pecado y de la muerte para el ser humano.
La Cena del Señor o Santa Cena como también se le llama, es la celebración de la Iglesia, la cual ha tomado el lugar de la Pascua judía, por cuanto ya no hay más sangre de animales que derramar, el sacrificio de Jesús fue perfecto y suficiente para limpiar a los que se acerquen a Él.
“…y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? “ (Hebreos 9:12-14).
Las generaciones posteriores a la de Moisés y a la nuestra, deberían conocer la dimensión y majestuosidad de la obra del Cordero de Dios.
Así como, los israelitas debían enseñarlo a sus hijos por generaciones, la Iglesia del Señor, debe hacerle saber a los hijos de sus hijos el poder y alcance del sacrificio del enviado, Jesucristo, en la cruz del Calvario.
La Fiesta de la Pascua estaba reservada solo para judíos y extranjeros o esclavos que habían reconocido en Jehová al único Dios Verdadero.
Así mismo la Cena del Señor con su gran victoria, solo debía ser celebrada por creyentes seguidores fieles de Jesús de todas las nacionalidades.
“Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El extranjero y el jornalero no comerán de ella”. (Éxodo 12: 43-45).
Hoy, cada creyente al participar de la Cena del Señor proclama un anuncio al mundo y a sus respectivas generaciones: “Jesús es el Cordero de Dios”. Él murió por los pecados del mundo y resucitó para darnos vida juntamente con Él. ¡Jesús es nuestra Pascua.
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.” (1 Corintios 11:23-26).
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