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El coronavirus provoca que los fabricantes de cubrebocas trabajen a marchas forzadas

 Liz Aldeman / The New York/

 El zumbido incesante de las máquinas haciendo eco a través del piso de una cavernosa fábrica francesa esta semana es el resultado inesperado del virus mortal que prácticamente ha paralizado ciudades enteras en China y en otras partes de Asia. Y es que la fábrica es de una empresa, Kolmi Hopen, que produce un artículo que repentinamente se ha convertido en uno de los más solicitados en el mundo: el cubrebocas quirúrgico.

La fábrica, que se encuentra en Angers, por lo general fabrica alrededor de 170 millones de cubrebocas quirúrgicos anualmente, pero en la última semana ha recibido pedidos por la asombrosa cantidad de 500 millones, lo que saturó los buzones del departamento de venta con un pedido cada minuto o dos. Kolmi Hopen se está apresurando a contratar a más trabajadores para mantener las máquinas funcionando las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

“Fabricamos cubrebocas tan rápido como podemos”, dijo Guillaume Laverdure —gerente general de la matriz de Kolmi Hopen, Medicom, con sede en Canadá—, mientras los conductores de los montacargas transportaban cajas de cubrebocas recién fabricados a los camiones. “Pero la demanda sigue en aumento”, agregó.

El brote de coronavirus ha desatado una carrera por conseguir mascarillas protectoras en toda China y en ciudades grandes. Para frenar la propagación del virus, el gobierno chino ha ordenado a sus ciudadanos llevar cubrebocas cada vez que salen. Algunos profesionales de la salud afirmaron que, una vez que se usa uno, se debe remplazar por otro nuevo, lo cual ha generado una explosión en la demanda. Se han vuelto habituales las escenas lúgubres de personas haciendo fila durante horas para obtener un protector para el rostro y que al final deben marcharse porque las farmacias ya no tienen.

Kolmi Hopen trata de mantener las máquinas funcionando las veinticuatro horas.Credit…Elliott Verdier para The New York Times.

  “No logro encontrar un solo cubrebocas”, dijo Sandy Lo, de 60 años, en Hong Kong. “Ya no sé qué tiendas tienen existencias”. Dijo que ella reutiliza los cubrebocas “porque, ¿qué más podría hacer?”.

La mayoría de los cubrebocas de todo el mundo se fabrican en China y Taiwán, pero las fábricas de esos lugares, incluyendo aquellas dirigidas por Medicom, han sido obligadas a detener sus exportaciones temporalmente para cumplir con las exigencias del gobierno de reservarlos para sus habitantes.

El 3 de febrero, el gobierno chino, reconociendo que se necesitaban cubrebocas quirúrgicos y otro equipo protector de manera urgente, aseguró que comenzaría a importarlos de Europa, Japón y Estados Unidos para ayudar a compensar el desabasto.

Esto ha convertido a la fábrica de Kolmi Hopen en el oeste de Francia en un punto crucial insólito. Los teléfonos de la fábrica no han parado de sonar conforme los compradores de suministros médicos exploran todo el mundo en busca de fabricantes de cubrebocas.

La demanda de mascarillas respiratorias de alta filtración es especialmente grande, pues pueden ser más efectivas que los cubrebocas quirúrgicos para combatir la propagación de gotas minúsculas llenas de virus, comentó Laverdure. Otra fábrica de Medicom que manufactura cubrebocas, en Augusta, Estados Unidos, también ha aumentado su producción. Laverdure se negó a hablar de detalles financieros, incluido el costo de las mascarillas.

China produce aproximadamente la mitad de las mascarillas faciales del mundo: alrededor de 20 millones al día o más de 7000 millones al año. Foto: Elliott Verdier para The New York Times

Algunos científicos afirmaron que no hay muchas pruebas de que los cubrebocas realmente protejan a personas sanas (lavarse las manos podría ser más importante). Aun así, conforme el coronavirus se propaga —ya hay miles de casos confirmados y cientos de muertes—, los expertos temen que el suministro de cubrebocas y otros artículos de protección sanitaria comiencen a agotarse en otros países; incluso para su uso en procedimientos médicos de rutina. Las farmacias en Estados Unidos han comenzado a reportar escasez.

El frenesí de los pedidos en Kolmi Hopen pone en evidencia la perturbación a gran escala que puede provocar China en la cadena de suministro mundial, incluso para los productos más especializados, si las fábricas chinas no logran funcionar a su máxima capacidad.

Tan solo China produce aproximadamente la mitad de las mascarillas sanitarias del mundo, cerca de 20 millones diarias o más de 7000 millones al año, para suministrar a hospitales y trabajadores médicos en muchos países. Taiwán aporta el 20 por ciento del suministro mundial.

La producción de cubrebocas ya había disminuido, pues las fábricas chinas habían desacelerado su producción por los festejos del Año Nuevo lunar a principios de enero. Algunas fábricas cerca de Wuhan, el epicentro del brote de coronavirus, todavía no restablecen por completo la producción y están operando al 60 por ciento de su capacidad, de acuerdo con el gobierno.

La fábrica de Medicom en Wuhan, que elabora batas quirúrgicas, se encuentra entre las que han retrasado su reapertura. La sucursal de la empresa que fabrica cubrebocas en Taiwán ya no tiene permitido exportar. Además, el gobierno envió supervisores a la fábrica de Medicom en Shanghái, y está requisando los tres millones de cubrebocas que se producen al día inmediatamente después de que salen de la línea de producción, comentó Laverdure.

“Fabricamos cubrebocas tan rápido como podemos”, dijo Guillaume Laverdure, gerente general de Medicom, la matriz de Kolmi Hopen. Foto: Elliott Verdier para The New York Times.

La falta de suministro podría empeorar debido a que las piezas para las mascarillas y los respiradores se fabrican en distintos países. Más del 90 por ciento de los cubrebocas quirúrgicos que se venden en Estados Unidos se producen en el extranjero, de acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Algunas piezas, o en ocasiones el ensamblaje final, podrían producirse o realizarse no solo en China y Taiwán, sino también en Japón, Vietnam, México y Colombia.

“Estos países podrían cortar nuestra cadena de producción con facilidad”, comentó Laurie Garrett, una experta en políticas públicas y periodista ganadora del Pultizer que ha escrito acerca del SARS, el ébola y otros brotes.

Conforme el suministro de China para el mundo comienza a escasear, los proveedores médicos de todo el mundo, incluyendo gigantes de la industria como Honeywell y 3M, están considerando fuentes alternativas. A través de sus representantes, ambas empresas aseguraron que están experimentando un aumento en la demanda y que están emprendiendo acciones para aumentar la producción en todos los lugares posibles.

Esta semana, algunos funcionarios de Medicom dieron a conocer un plan de emergencia para la fábrica de Angers con el objetivo de sumar treinta trabajadores a los cien que conforman su personal, y están considerado una producción ininterrumpida. La empresa está fabricando más de un millón de cubrebocas al día, el doble de su producción habitual, dijo Laverdure.

Los teléfonos de la fábrica han estado sonando mientras los proveedores de suministros médicos buscan por todo el mundo fabricantes de máscaras. Foto: Elliott Verdier para The New York Times.

Más de una decena de máquinas de la fábrica ensamblaron máscaras a una velocidad de 80 por minuto: mezclaban fibras sintéticas y estampaban cada una con tiras nasales, cintas para la cabeza o para las orejas. Cinco máquinas fabricaban máscaras quirúrgicas, las finas almohadillas rectangulares que cubren la nariz y la boca, mientras que otras máquinas confeccionaban los cubrebocas más resistentes.

Cuatro trabajadores, incluidos dos recién llegados que comenzaron su entrenamiento esta semana, inspeccionaron un lote de codiciadas mascarillas y las apilaron en cajas que luego fueron trasladadas al almacén para ser enviadas a Hong Kong y otros destinos.

La fábrica generalmente fabrica alrededor de 170 millones de máscaras anualmente, una cifra que seguramente superarán este año con el frenesí de la demanda. Foto: Elliott Verdier para The New York Times.

“Cuando vimos que algunas ciudades en China fueron aisladas, el gobierno canceló las festividades del Año Nuevo lunar y se detuvieron las exportaciones de máscaras”, dijo Laverdure, “llamamos a nuestras fábricas y advertimos: ‘Se está desarrollando una epidemia. Hagan lo que puedan para asegurar una mayor producción’”.

A medida que el gobierno de China se movió para crear campamentos masivos de cuarentena cerca del epicentro del brote, la compañía se preparó para un ritmo más acelerado.

“La demanda no se detiene”, dijo Laverdure. “La situación está evolucionando muy rápido”.

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