FORMACIÓN

Domando un potro salvaje

 Por Glen Roachelle / Revista Vino Nuevo /

“La condición económica de la mayoría de las personas que vienen a nosotros es verdaderamente desastrosa y necesitan con urgencia la dirección pastoral.”

La siguiente entrevista con Glen Roachelle, pastor de Metroplex Fellowship en Dallas, Texas, apareció originalmente en Pastoral Renewal, una publicación mensual dirigida directamente a pastores. Aunque los comentarios de Glen tienen una perspectiva pastoral para ayudar a las personas a solucionar sus situaciones económicas, sentimos que los puntos compartidos serán de beneficio y son pertinentes para cualquiera que busque repuesta a este tipo de problemas.

¿Por qué cree Ud. que la gente tiene problemas con el manejo de su dinero?

La condición económica de las personas es un aspecto complejo de la vida moderna, muy difícil de manejar. También es un área donde hay fuerzas espirituales que tiran de un hombre y lo estorban para ver o hacer lo que es correcto. Jesús dice que Mamón es un amo que compite con Dios por la lealtad de una persona.

El espíritu de este siglo genera confusión en el manejo del dinero de la mayoría de la gente. Es como si hubiese una fuerza demoníaca suelta en su dinero que les pone en tensión; es como un caballo salvaje que nunca ha sido domado. A menudo, se necesita no sólo al hombre con el problema, sino también a su pastor para que ambos lo monten y lo manejen hasta que se de por vencido.

¿Qué es exactamente lo que les impulsa a hacer? ¿A obtener cosas materiales?

No. El asunto es que su dinero no ha sido conquistado. El hombre no tiene disciplina en la manera en que se compromete y gasta su dinero. Cede a sus impulsos y es gobernado por sus deseos en vez de tenerlos bajo control.

Además, se llena de pánico a lo que parece ser una crisis que afecte su situación económica. No ejerce dominio sobre su dinero ni desafía lo que es sólo una necesidad aparente. Si a su hija le da influenza, la lleva al doctor en vez de darle aspirina y hacerla tomar mucho líquido. A menudo su esposa contribuye con el problema magnificando la seriedad de la situación.

¿Es la falta de disciplina el principal problema que tienen las personas con su dinero?

Creo que sería correcto decir que la encontraríamos en una de dos categorías. O bien a un hombre le hace falta control o tiene una autodisciplina equivocada, es decir es «escaso» o tacaño.

La persona que tiene un «espíritu escaso» está tan presupuestada y es tan exacta en su lista de gastos que no tiene abundancia. No quiero decir abundancia de dinero, sino abundancia de espíritu, generosidad. Cuando se le presenta una oportunidad bien clara de dar, no lo hace. Prefiere que el dinero que tiene en su cuenta de ahorros se quede allí.

Además de estas dos condiciones, ¿qué otras dificultades tienen las personas con .su dinero?

Otro problema es que, si un hombre no es un trabajador con alguna manualidad desarrollada o un profesional, es difícil vivir, punto. Cada día se hará más difícil sobrevivir sin supervisión pastoral. Tenemos personas en nuestra congregación que están bien; no les ayudamos económicamente, pero si no estuvieran bajo la supervisión pastoral ya estarían arruinadas, no porque sean indisciplinadas por naturaleza, sino por la presión económica que existe. Cuando ésta es separada del aspecto de la fe, el dinero se encoge y no rinde lo suficiente.

¿Qué se quiere decir con eso de «el aspecto de la fe»?

Este es el aspecto que capacita a un hombre a reconocer que puede confiar en Dios por algo en vez de comprarlo y que no tiene que ceder a la ansiedad.

Esto involucra también al pastor que tiene que estar en constante vigilancia durante las primeras etapas sobre el dinero en sí y sobre las situaciones de su vida que afecten su dinero. Así podrá advertirle del peligro inminente y ofrecerle consejo.

Un tercer elemento es que el hombre necesita considerar al dinero como un esclavo rebelde. Tiene que tener la fe necesaria para dominarlo y obligarle a hacer lo que él quiere.

¿De qué manera afectan los problemas económicos a un hombre?

Afectan su libertad espiritual y su capacidad de oír de Dios. Si un hombre no puede controlar su dinero, no se siente capaz de» cuidar de las otras cosas; carece de iniciativa.

La incapacidad de manejar su dinero lo puede emascular espiritualmente. Destruye su confianza en sí mismo. No puede ver cómo merecer el res­peto de sus hermanos o agradar al Señor en otras maneras cuando está fracasando con su dinero.

La Biblia dice que el amor al dinero es una raíz; el dinero tiene que ver algo con raíces, con causas profundas. Si una persona es incapaz de manejarlo, producirá fruto indeseado en su vida. Afectará su horario, su comunión, su amor por su esposa.

¿Cómo determinar hasta dónde ir para ayudar a un hombre con su situación económica?

Esta es un área muy sensitiva en las personas de nuestra sociedad, y se requiere tener sabidu­ría pastoral para enfocarla. El pastor debe estar constantemente consciente de las fronteras en la libertad de un hombre; el pastor penetra única­mente hasta donde él sabe o presiente que la per­sona lo permite.

Hay quienes comparten con facilidad sus nece­sidades, pero no desean que nadie les ayude. Algunos habrán hecho un compromiso verbal muy radical con su pastor; pero queda por verse hasta dónde están comprometidos sus espíritus.

Mucho depende del grado de confianza que se haya establecido. Aunque no siempre es un asun­to tan sencillo. A veces hay orgullo que se tiene que vencer: «Es aceptado en esta comunidad o agrupación hacer de su conocimiento los proble­mas personales, así que aquí están. Pero yo los solucionaré por mí mismo».

Solo porque una persona necesite disciplina no significa que sea el tiempo para que la tenga. No será tiempo hasta que él la desee absolutamen­te y a cualquier costo. Si no la quiere, entonces tendrá que soportar el problema por un rato más.

¿De qué manera se puede ayudar a un hombre que sea indisciplinado con su dinero?

Se le hace ver que su dinero no está bajo con­trol, y se sujeta mientras se trata con la raíz del problema. Se le ajusta a un presupuesto y depen­diendo del grado de indisciplina, se le pide que traiga un reporte semanal, mensual, bimestral, lo que fuere. Entretanto es necesario atacar la cau­sa en su raíz, su falta de disciplina.

El dinero es un indicador. No solamente una raíz, también es un indicador del estado mental, espiritual y emocional de un hombre. Es un in­dicador de si un hombre está atado o es indisci­plinado.

La indisciplina en esta área es solo un fruto de un problema más profundo. Si un hombre es in­capaz de disciplinarse con su dinero, también lo será en otras áreas.

Probablemente también tendrá problemas con tentaciones sexuales o quizás tenga motivaciones egoístas en su relación con su esposa, etc. Es ne­cesario atacar todo esto. Si él dijera estar dis­puesto a recibir ayuda en cuanto a su dinero, pero no en estas otras cosas, entonces es mejor decirle que no se le puede ayudar en ningún aspecto.

¿Cuál es el procedimiento que Ud. sigue para hacer que una persona se ajuste a un presupuesto?

Cuando yo hago un presupuesto para una per­sona, cuento solo cuatro semanas de ingresos en el mes. De esa manera queda un pequeño sobrante.

Entonces divido sus gastos en cinco categorías: el diezmo, el dinero semanal que él necesita, dine­ro semanal que su esposa necesita, gastos fijos en el mes, y gastos irregulares.

Lo primero que separamos entre sus gastos es el diezmo. Cuando una persona le da libertad com­pleta para hacer un presupuesto, el diezmo es algo que no se debe quitar, por su propio bien, para que «las ventanas del cielo» se le abran.

Luego le enseñamos cuánto dinero debe tomar de su salario para sus necesidades semanales y las de su esposa; lo que necesita para gasolina y gas­tos personales; lo que su esposa necesita para el diario de la casa, su dinero personal, lo que gasta para arreglarse el pelo y cosas de esa naturaleza.

Muchos hombres tienen que cambiar su manera de pensar. No solo deben darse cuenta que Dios les ha delegado como mayordomos de su crea­ción. También deben tener la actitud de Cristo hacia su esposa. Nunca hemos visto a Cristo ser tacaño con su iglesia; El nunca ha sido escaso con nosotros. Pero cuando un hombre se encuentra en problemas económicos, lo primero que corta es el dinero que le da a su esposa.

Si hay algo que no debiera recortar, es el dinero que da a su esposa. Debe ser liberal con ella. Eso no significa que tenga que ajustar su presupuesto a las ansiedades y caprichos que ella pudiera te­ner. Pero sí debiera dar prioridad a sus necesida­des.

Después de sacar los diezmos y lo que cada uno necesita, el hombre pone el resto del dinero en el banco para pagar sus cuentas regulares -tales como el alquiler, la electricidad, el agua y cualquier deu­da- con cheques.

Finalmente, cuando comenzamos a ayudar a una persona a ordenar su vida económica, espe­cialmente cuando está lleno de deudas, pudiese darse el caso de que no quede suficiente dinero en su presupuesto mensual para llenar necesidades ocasionales como compra de ropa. Estos gastos los cubrimos el pastor y otras personas hasta que el hombre pague sus deudas y ordene su dinero y le quede un balance positivo todos los meses.

El presupuesto debe mostrar una cantidad a su favor.

¿Le da dinero al hombre?

Si un hombre tiene hambre de Dios y puede responder a la dirección de su pastor; si no es un hombre irresponsable, no causará ningún daño in­vertir en él. Si él es «buena tierra» como la descri­be Jesús en la parábola del sembrador, entonces se podrá cosechar en proporción a lo que se siem­bra.

¿Cómo ayudar a un hombre que es taca­ño con su dinero?

Lo primero que se le enseña es a ser generoso con su esposa y sus hijos. Lo segundo es ponerlo en situaciones donde él pueda ver la generosidad de sus hermanos. Lo tercero es instrucción de lo que enseñan las Escrituras con respecto a la libera­lidad y mostrarle los resultados de la liberalidad en otros hombres.

¿Qué hacer con las personas que no ga­nan lo suficiente?

Ponemos atención a lo que le está sucediendo a un hombre en su trabajo. No es que le digamos que tiene que reportarnos cómo va su trabajo si­no que, en el curso de pasar tiempo juntos, él ha­blará de cómo van las cosas. Cuando va descri­biendo sus problemas y sus victorias en el trabajo, el pastor va conociendo cómo son su jefe y sus compañeros. El pastor tiene que estar alerta en señalar oportunidades donde el hombre tiene que mostrar agresividad. De qué manera puede aprovechar las oportunidades que le hagan ganar favor con su patrón y así recibir un posible au­mento de salario.

Nosotros hemos disfrutado mucho nuestra participación en algo así como un ajedrez vocacional con patrones que ni siquiera conocemos personalmente. Cuando un hombre oye la pala­bra de Dios para él y ve la fe que su pastor tiene en él, se convierte en un hombre de fe y confian­za en el trabajo. Es un hombre en quien su patrón puede depender; tiene un corazón de siervo. Es ascendido. Es como José en Egipto.

No tiene temor de mantener sus convicciones delante de su jefe y decirle: «No. Eso no es co­rrecto. No puedo hacerlo». Ha habido ocasiones en que he aconsejado que se confronte respetuo­samente de esa manera a un jefe. Cuando el traba­jador se expresa de esa manera, lo que debe hacer después es servir a su jefe de alguna otra forma para que no pierda su confianza en él.

También todos los hombres de la congregación están siempre alertas cuando se presentan oportu­nidades de empleo en los lugares donde trabajan que pudieran servir a sus hermanos. No vemos mal que un hombre cambie de trabajo dos o tres veces en un año si eso significa un aumento de sueldo, mientras no lo haga una costumbre.

Tratamos también de mejorar el nivel vocacio­nal de las personas. Si hay cursos que pudiese to­mar y que le ayudarían en su trabajo, le aconseja­mos que lo haga.

Aquí pueden trabajar juntos el pastor y su esposa. La esposa del pastor u otra mujer capaz tienen que acercarse a la esposa del hombre con el problema para aprender todo lo que puedan de su vida en el hogar: la compra del diario, cómo hace con las necesidades de sus hijos, cómo y adónde compra la ropa. Hay menús sencillos que ayudan al presupuesto que se pueden planear. Cuando una mujer viene de una familia acostumbrada a comprar cosas caras y ahora no lo puede hacer, pudiera estar comprando lo que no debiera o en los lugares equivocados.

Hemos estado hablando de personas que no tienen mucho dinero, pero ¿có­mo ayudar a los más acomodados y que tienen también problemas de dinero?

Las personas que tienen problemas con su dine­ro y aparentan ser ricas, por lo general no lo son. Estas personas necesitan ajustarse a vivir dentro de sus capacidades.

Si un hombre gana mucho dinero, entonces tiene libertad de vivir al nivel que sus ingresos le permiten. No pensamos que las personas acauda­ladas tengan que cambiar su nivel de vida a menos que sus gastos sean obviamente innecesarios. Si así es el caso, confiamos en que Dios se los mostra­rá.

Pero si un hombre tiene mucho, tiene que aprender a ser liberal. Proporcionalmente dará más que los otros.

Es difícil que un rico entre en el reino de Dios.

Un hombre que tenga mucho dinero está propenso a preocuparse con ello; si no tiene problemas en manejarlo, lo tendrá en darlo. Conozco perso­nas que son una excepción, pero muy rara vez se encuentran. Es verdad que con Dios todas las co­sas son posibles.

¿Podría resumir la manera en que una persona puede agradar a Dios en el ma­nejo de su dinero?

Hay tres puntos principales que pudiera sugerir.

El primero requiere que un hombre renuncie men­talmente al dominio personal de sus posesiones y dinero reconociendo que no son suyos, sino del Señor, y que él es solo un administrador de lo que Dios le ha dado para dispensarlo apropiadamente y con sabiduría de una forma que agrade a Dios.

Eso nos lleva al segundo punto – que la persona aprenda de alguien que sepa lo que Dios desea, la forma que El quiera usarlo. En la mayoría de los casos este alguien sería el pastor que vela por su persona. En otras palabras, aprender la perspecti­va del Reino con respecto al manejo del dinero de alguien que conozca esa perspectiva.

Tercero, una persona debe adoptar esta forma de pensar: que el proceso de ganar dinero en su campo secular es una manera válida de sacar las riquezas injustas del reino de las tinieblas. Una vez que esté en sus manos las puede «santificar» poniendo su valor a trabajar para el Señor. Pero si no usa sabiduría en su dispensación, pondrá el dinero a trabajar para el propósito de las tinie­blas y no para Dios.

En este aspecto, una persona necesita conquis­tar ese caballo salvaje del que hablábamos al principio -el espíritu rebelde de este siglo que se presenta con el dinero. En cierto sentido, se debe regir el dinero como dice Apocalipsis 19: 15, que Jesús gobernará a las naciones – con vara de hie­rro. Con eso no quiero decir que debamos ser es­casos o tacaños. En realidad, el proceso de con­quistar sus riquezas está diseñado para producir holgura y no escasez; se puede ser generoso por­que éstas están bajo su control.

Tenemos que ver con todos estos tres puntos, que el dinero no debe ser amado o tenido como sagrado. En el reino de Dios tiene que ser gober­nado y usado por un tiempo, convirtiendo su va­lor para ayudar los propósitos de Dios. Eso es lo que agrada a Dios – cuando gobernamos nuestro dinero y lo usamos para el bien de su Reino.

Reproducido de la Revista Vino Nuevo Vol. 3 nº 11 febrero 1981.

(Los comentarios y artículos de opinión o de formación espiritual, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

 

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba