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Brasil, Covid-19 y Bolsonaro: “Los evangélicos nunca hemos estado tan divididos como ahora”

Joel Forster / Protestante Digital /  Foto: Gabriel Brito/ Unsplash, CC0/

Redactores de la revista evangélica ‘Ultimato’ responden a preguntas candentes sobre la situación de Brasil. El confinamiento, creen, podría provocar “un cambio definitivo en nuestra eclesiología”.

Rozando los 2 millones de infectados, Brasil es ya desde hace semanas el epicentro de la pandemia en Sudamérica.

Pero el segundo país más afectado por Covid-19 del mundo (después de EEUU) no solo vive una crisis sanitaria, sino también fuertes tensiones sociales que repercuten en las iglesias evangélicas.

¿Cómo están respondiendo las iglesias en estos tiempos de sufrimiento? ¿Apoyan todos los evangélicos las decisiones del presidente Jair Bolsonaro? ¿Qué aspectos deberían priorizar los cristianos brasileños en el contexto de incertidumbre que vive el país?

Evangelical Focus trasladó estas preguntas al equipo de la revista brasileña Ultimato, dirigida por Klênia Fassoni. Informan con una perspectiva cristiana sobre temas de actualidad desde 1968.

Pregunta. ¿Cómo definiríais la situación en este momento? ¿Cómo está afectando esta crisis a los brasileños?

Respuesta. El 7 de julio [día en que se contesta esta entrevista] el recuento en Brasil era de 1.674.655 diagnosticados con Covid-19 y 66.868 muertos. Es muy triste seguir estas estadísticas diarias. Las escenas en los cementerios son impactantes. Hay muchas personas que han perdido a más de un miembro de su familia.

El contagio sigue siendo muy alto en las grandes ciudades, y está creciendo en las ciudades del interior de todo el país.

La desigualdad estructural en nuestro país se ha hecho muy evidente. Parte de la población no puede cumplir medidas básicas de higiene personal y distanciamiento social, porque no tienen acceso a servicios básicos de saneamiento ni viviendas adecuadas. Como en todos los demás lugares del mundo, se interrumpió la normalidad.

Los ‘trabajadores informales’ se quedaron sin ingresos, los estudiantes sin escuelas, o se vieron obligados a continuar el año escolar sin que se den las condiciones tecnológicas para ello. Negocios han sido cerrados o restringidos, las empresas han sido golpeadas fuertemente y el desempleo alcanza niveles alarmantes.

Como si los efectos de la enfermedad en sí no fueran suficientes, Brasil (desafortunadamente) se está haciendo conocido mundialmente por haber tenido una de las peores respuestas a la crisis desde el punto de vista gubernamental. Estamos viviendo la explotación política de la pandemia: el negacionismo por parte de unos, y la explotación mediática, por parte de otros. Las denuncias de corrupción o mal uso de los recursos en la lucha contra Covid-19 causan indignación.

Hace una par de semanas, el FMI redujo las expectativas sobre Brasil. Según los expertos, la disminución del PIB ya será de un 9%.

Veníamos de una grave crisis económica que ahora se acentúa, las perspectivas para los próximos años son sombrías. El desempleo seguirá siendo alto. La generación joven actual tiene peores perspectivas que las generaciones anteriores.

En medio de este contexto tan complicado, ¿qué buenos ejemplos habéis visto de iglesias evangélicas respondiendo al coronavirus?

Brasil es un país muy grande, tiene muchas denominaciones y no es fácil seguir el movimiento de todas las iglesias. Aún así, es posible enumerar una serie de buenas prácticas que hemos visto de un lado del país al otro.

Desde el comienzo de la pandemia, Ultimatose ha comprometido a dar a conocer lo que están haciendo las iglesias brasileñas, latinoamericanas y de otros continentes que enfrentaban desafíos locales.

La iglesia brasileña se parece a la iglesia global con acciones que van desde la confección de máscaras por grupos de voluntarios hasta la distribución de alimentos y productos de higiene.

Más allá de esto, se han cruzado kilómetros de ríos para asistir a las comunidades indígenas y ribereñas tradicionales, donar pan a personas sin techo, crear un servicio de registro para poner en contacto a desempleados y empleadores.

Si bien las iglesias con un mayor número de miembros y más recursos disponibles destacan en algunas acciones prácticas, no pasan desapercibidos los actos de las pequeñas congregaciones que sirven a las personas en su entorno más directo.

Además de las iglesias, las organizaciones cristianas brasileñas están siendo muy creativas a la hora de movilizar a personas y recursos para enfrentar la pandemia.

El movimiento Vocare reunió a un grupo de jóvenes para ser voluntarios, World Vision creó un fondo de apoyo para iniciativas de protección infantil, la Sociedad Bíblica de Brasil lanzó la campaña “Venciendo al miedo” para traer esperanza a través de la Palabra de Dios, la Asociación Brasileña de Misiones Transculturales (AMTB) reunió a representantes de organizaciones y agencias misioneras para orar cada semana por los desafíos de la obra misionera, la red Mãos Dadas reunió recursos para las familias y los educadores de niños y adolescentes.

Más recientemente, en asociación con World Vision y Tearfund, nuestra editorial, Editora Ultimato, está llevando a cabo reuniones virtuales llamadas “Diálogos de esperanza: la iglesia y la (post) pandemia” que son momentos de reflexión sobre el tiempo en que vivimos y los desafíos que estos tiempos nos traen a la iglesia.

Al presidente Jair Bolsonaro a menudo se le presenta en medios de comunicación como un “Trump latinoamericano”. ¿Es una comparación justa? ¿Qué parecidos y diferencias hay entre los dos mandatarios?

Quizás, lo más correcto es decir que el presidente brasileño trata de imitar al presidente estadounidense. En cierto modo, Bolsonaro reinaugura una vieja frase del embajador y excanciller Juracy Magalhães, al comienzo de la dictadura militar de 1964. Él decía: “Lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para Brasil”.

Sea como sea, Trump y Bolsonaro negaron, en diferentes momentos, la gravedad de la pandemia. Ambos alimentan una política populista y a menudo señalan a la prensa, entre otros supuestos enemigos, como responsables de los males de su administración.

Pero, por supuesto, no es posible comparar los dos países y ni siquiera las habilidades de comunicación del presidente Bolsonaro y el presidente Trump. Además, la biografía y la historia política de los dos mandatarios son bastante diferentes.

En Europa a menudo se habla del apoyo de los evangélicos brasileños a Bolsonaro. Sin embargo,la Alianza Evangélica de Brasil ha sido dura con el mandatario, pidiendo que no “divida al país”. ¿A qué sectores de la población evangélica representa esta posición más crítica de la Alianza Evangélica?

No hay duda de que hay muchos líderes evangélicos alineados con el gobierno de Bolsonaro. Investigadores en Ciencias Sociales explican que el voto de los evangélicos fue decisivo para su elección.

La mayoría de los representantes evangélicos que apoyan al gobierno actual son miembros de iglesias neopentecostales.

Pero también hay iglesias pentecostales y evangélicas del ala reformada histórica que le apoyan. Además de quienes le han votado o apoyado públicamente, hay varios evangélicos que ocupan puestos en diferentes niveles de su gobierno.

Pero los evangélicos se dividieron durante las elecciones y siguen divididos hoy. Algunos han criticado los pronunciamientos o programas de este gobierno desde el principio.

Algunas de las actitudes del presidente, visiblemente contrarias al espíritu y la postura democráticas, hicieron que la Alianza Cristiana Evangélica se manifestara a través de un comunicado público el 19 de abril.

La Alianza representa segmentos importantes de los evangélicos en Brasil y su composición es principalmente de iglesias de origen protestante histórico. Hay que admitir que, en términos del número de iglesias afiliadas, la Alianza no es tan representativa de la totalidad.

 

Sao Paulo, en Brasil. / Segio Souza, Unsplash, CC0.

El debate entre los propios cristianos sobre la actuación de Bolsonaro, ¿tiene una base bíblica y teológica? ¿O es más bien una confrontación política entre cristianos de derechas y cristianos de izquierdas?

No es posible hablar de “evangélicos” como un grupo homogéneo. Sin embargo, antes de las elecciones de 2018, e incluso hoy, es fácil percibir la asociación de la iglesia evangélica brasileña con el gobierno de Bolsonaro.

La investigación deDatafolha y el apoyo, desde la primera vuelta de las elecciones, de la Confederación de Consejos de Pastores de Brasil (que reúne a los principales grupos neopentecostales), no deja lugar a dudas.

Aunque este apoyo ha descendido, el llamado a un Ayuno Nacional en abril de 2020, con el apoyo de los “líderes evangélicos más grandes del país” en respuesta a “la santa proclamación hecha por el jefe supremo de la nación”, así como el intento insistente de los pastores de las iglesias neopentecostales de minimizar la pandemia, puede ayudarnos a responder a estar pregunta.

También nos da pistas el gasto por parte del gobierno de más de 30 millones de reales (el 10% de todos los gastos de la Secretaría de Comunicación del gobierno actual) hacia emisoras evangélicas que oraron con el presidente.

En términos generales, las propuestas del presidente encontraron una gran aceptación entre amplios sectores de la iglesia brasileña, principalmente debido al compromiso con una agenda conservadora, en temas como la identidad sexual, el aborto y los matrimonios del mismo sexo. Esta posición reforzó su imagen como el único “representante de los verdaderos cristianos”.

Al mismo tiempo, otros sectores evangélicos denunciaron (y todavía denuncian hoy) la creación de un peligroso “aura mesiánico” en torno al presidente, dañando incluso el testimonio evangélico ante la sociedad brasileña.

Hemos llegado a una situación de polarización, en la que el diálogo se ha visto gravemente obstaculizado. Ambas partes de este choque apoyan las creencias bíblico-teológicas consideradas ortodoxas, pero discrepan radicalmente del apoyo de la iglesia evangélica al gobierno de Bolsonaro.

Los más conservadores ven una oportunidad para fortalecer los principios cristianos, los más progresistas ven una amenaza a la causa del Evangelio.

Hay intentos de construir un debate de calidad basado en aspectos teológicos y bíblicos, pero la polarización y las heridas abiertas a menudo hacen que sea imposible crear puentes que favorezcan un diálogo que lleve a posicionamientos más moderados.

Nosotros, en Ultimato, continuamos invirtiendo en la búsqueda del diálogo, dando el beneficio de la duda, la benevolencia y soñando con una iglesia que exprese un compromiso no negociable con las Escrituras y una responsabilidad consciente con la sociedad brasileña.

Más allá de la pandemia, ¿qué otros retos tiene Brasil? ¿Hay iglesias que están abordando estos retos?

Hay desafíos sociales, entre los cuales la desigualdad estructural es la más grave. Debemos incluir el tema racial, que va de la mano con la desigualdad: en casi todos los parámetros, ser negro en Brasil es estar en desventaja.

Un ejemplo es el hecho de que el número de infectados y muertos por Covid-19 es mayor entre los negros.

También el problema medioambiental es grave y, con este gobierno, ha crecido a nuevas dimensiones.

La corrupción, que desvía recursos y mata personas, también es una pandemia.

Otro desafío, relacionado con las iglesias, es la cuestión de la unidad. Posiblemente los evangélicos nunca se hayan dividido tanto como ahora, y esta división es amplificada grandemente en las redes sociales.

Hay iglesias con diferentes orientaciones denominacionales e insertadas en contextos sociales diferentes que trabajan con algunos de estos desafíos en mente.

La mayoría de estas congregaciones actúan en su propio entorno. Otras lo hacen con una acción más integral.

Entre las organizaciones y redes, podemos mencionar  Rede Mãos Dadas e Renas (la Red Evangélica Nacional de Acción Social).

Coordinan y animan a articularse a favor de causas nobles y urgentes de nuestro tiempo, como el acogimiento familiar, la adopción de niños, las defensas de los derechos humanos, la concienciación medioambiental, una plataforma anticorrupción, entre otros temas.

¿De qué forma la revista Ultimato trata de animar a la involucración de los cristianos evangélicos en la sociedad?

Recordando y difundiendo todos los días “todo el evangelio a todas las personas”, que es uno de los sellos distintivos del Congreso de Lausana de 1974.

Esto significa hacerse preguntas y tratar de responderlas, y llamar la atención sobre las mejores prácticas cristianas en los diferentes ámbitos de la cultura.

De forma resumida, Ultimato quiere llevar la erudición bíblica a un idioma de escuela dominical y, en palabras de John Stott, leer la Biblia tratando de buscar a Jesús.

Queremos ayudar al lector a “amar lo que Dios ordena y desear lo que Él promete”, como dijo recientemente el teólogo y escritor inglés N.T. Wright.

Esto es lo contrario de lo que se ha vuelto común en los últimos años en muchas iglesias brasileñas: pedir que “Dios ordene lo que ya amamos y prometa lo que ya deseamos”.

¿Cómo creéis que serán las iglesias evangélicas de Brasil en 10 años? ¿Qué énfasis deberían hacerse ahora para formar a una generación joven que impacte positivamente en el futuro del país?

Este ejercicio de “proyección” para la próxima década no es fácil. De hecho, es algo bastante complejo. Es probable que la tasa de crecimiento en el número de evangélicos en el país sufra una desaceleración significativa, después del vigor expresivo de las últimas tres décadas. Ya hay signos de este cambio de tendencia.

Pero la tarea que debería haber acompañado este crecimiento numérico desde el principio sigue siendo un objetivo a alcanzar: la formación de nuevos discípulos.

En este sentido, la cuarentena dio un “impulso providencial”, ya que el aislamiento social reforzó la importancia del testimonio de los “cristianos comunes”.

La iglesia se extendió por los hogares y barrios de las ciudades. A los misioneros y evangelistas tradicionales se unió la compañía de profesionales y proveedores de servicios (cristianos en el entorno laboral secular), quienes redescubrieron su papel en el testimonio de Cristo. Esta experiencia más orgánica, más creativa y más activa puede traer un aprendizaje permanente y un cambio definitivo en nuestra eclesiología, en nuestra forma de ser una iglesia.

Entonces, quizás, un énfasis muy importante que se debe adoptar ahora sea la inversión de líderes y “hermanos mayores” en la formación bíblico-teológica de las nuevas generaciones.

Estamos hablando del clásico y buen discipulado, un tipo de formación del cristiano que abandone de una vez por todas esa falsa dicotomía, esa fragmentación artificial y no bíblica que nos hace separar las dimensiones de la vida en sectores “sagrados” y “seculares”.

Un discipulado que permita a los más jóvenes construir una comprensión de la vida (cosmovisión) más armoniosa e integrada, que valora cada vocación y cada profesión como un llamado de Dios tan sagrado y espiritual como los tradicionales llamados “misioneros” y “pastorales”.

A partir de esta comprensión integral, temas como el uso de la tecnología, la responsabilidad medioambiental, la participación política, las desigualdades económicas, raciales y sexuales, la xenofobia, entre muchos otros temas… Serán tratados con la misma santidad que los temas relacionados con la vida interior (espiritual).

Este énfasis en el discipulado no dividido, basado en la propuesta integral del evangelio, ciertamente tendrá un gran impacto en la presencia y el testimonio de la iglesia en la sociedad actual, un impacto que indudablemente reflejará la gloria de Dios.

Finalmente, ¿cómo orar por Brasil desde otras partes del mundo?

Además de orar por la lucha contra la pandemia, y la reducción de la cantidad de personas infectadas por el nuevo coronavirus y la recuperación de los enfermos, pensamos que también es muy importante la oración por los líderes del país.

Sería un alivio para toda la población si, además del problema de la salud, no fuera necesario enfrentar otras crisis en Brasil como las que tenemos en las áreas de la política, la economía o el medio ambiente.

Es necesario que la iglesia se fortalezca, camine en unidad y reconozca su papel en la denuncia de la injusticia, la desigualdad, el abandono, la explotación y la corrupción.

También depende de la iglesia la práctica de la misericordia y de un estilo de vida sencillo.

Finalmente, también debemos ser agradecidos. Organizaciones cristianas como las mencionadas más arriba son un ejemplo, entre otros, de aquellos que están sirviendo de manera práctica y brindando ayuda a los más pobres y vulnerables. ¡Alabado sea Dios por cada iniciativa!

Respondieron a las preguntas: Klênia Fassoni (directora), Marcos Bontempo (director editorial), Ariane Gomes (coordinadora de contenidos de UltimatoOnline) y Reinaldo Percinoto Jr (colaborador de UltimatoOnline).

 

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