Vicente Martínez, cura amenazado de muerte: “Estamos viviendo en un pueblo intimidado y violentado”
Juan Carlos Bow / La Prensa / Nicaragua / Foto: Carlos Valle /
El sacerdote Vicente Martínez Bermúdez, de 34 años y párroco de la Iglesia católica Santa Lucía, en Ciudad Darío, en Matagalpa, nunca había tenido un arma de fuego tan cerca como el pasado domingo. La tarde de ese día, un paramilitar orteguista le puso la punta de un fusil AK en la sien derecha y le aseguró: “Te voy a matar”.
Martínez no se acobardó y le respondió: “Mátenme pues. No les tengo miedo”. Sin embargo, el sacerdote sí tuvo miedo, pero fue hasta después, en su iglesia y rodeado de su gente. “Nadie quiere morir”, comenta.
De estatura mediana, delgado y con el pelo chirizo, Martínez fue ordenado sacerdote, en noviembre de 2012, por monseñor Rolando Álvarez, Obispo de Matagalpa. Desde hace cinco años se hizo cargo de la iglesia Santa Lucía.
El cura fue retenido en el kilómetro 90, en la entrada a Ciudad Darío. “Son una fiera herida (turbas sandinistas), andan como locos. El problema es que dicen que son los dueños del pueblo y por lo tanto hacen lo que quieren”, afirma Martínez, para quien en Nicaragua vive “un pueblo intimidado y violentado”.
¿Qué pasó el domingo?
Yo salí a la comunidad La China, a celebrar un bautismo y ya cuando venía como a las cuatro y media de la tarde, me pararon unos hombres y me dijeron que me iban a matar, yo les dije que lo hicieran. Me dijo que la Iglesia y los sacerdotes eran enemigos del gobierno y que con todos iban acabar ellos.
Me dijo que el gobierno quiere diálogo, pero yo les contesté qué tipo de diálogo quieren ellos, el de intimidar, de matar a la gente. Ese no es el diálogo que busca la Iglesia, que busca un diálogo donde se respete la dignidad de la persona y se respete al pueblo también.
¿Cuántos hombres eran?
Primeramente eran cuatro, pero cuando ya miraron que yo me les opuse, salieron del monte como 20. Todos estaban encapuchados y con AK. Darío es un pueblo pacífico, durante este tiempo la gente no ha visto violencia, no ha visto nada malo, pero estos señores que dicen que son pagados por el gobierno, que son los que andan intimidando al pueblo, ellos lo que quieren es intimidar, que la gente no hable.
¿Qué le dijo el hombre?
Tus homilías tiran veneno contra el Gobierno, y por lo tanto los vamos a matar a todos los curas, empezando por vos. Te vamos a quemar la parroquia y la radio que tenés. Recuerden que uno en la homilía no va a tirar florcitas, va a decir la verdad. Decir Dios te ama es fácil, decirle al pueblo de Dios cosas que no les gusta eso es natural. Hay que hablar con la verdad, acompañada de la caridad y la justicia.
Decía un sacerdote que me dio clases en el seminario de Fátima, que las homilías deben tener tres fuentes: primero la sagrada escritura, segundo la doctrina de la Iglesia y tercero la realidad del país.
Y esta es la realidad del país: estamos viviendo en un pueblo intimidado y violentado, un pueblo en el cual la gente tiene miedo. Yo le dije a este señor que la Iglesia no está con una ideología; la Iglesia y nosotros los sacerdotes estamos con el pueblo de Dios.
Parece que no les gustó porque yo le hablé con autoridad, ellos saben que las personas en esa circunstancia se ponen miedosos. Lo primero que yo le dije es que si me va a matar, mátenme, pero miedo no les tengo. El papa Juan Pablo II dijo que ‘un dictador no es más que una persona, no le tenga miedo, entonces yo no les tuve miedo’.
¿Va a cambiar sus homilías?
No hay necesidad, si nosotros cambiamos nuestras homilías, dejamos de decir la verdad, a quien estamos anunciando, a nosotros mismos o a Cristo. Cristo murió por la verdad y nosotros debemos morir por la verdad.
¿Usted ha andado en protestas?
No, nosotros hicimos una procesión multitudinaria con el Santísimo, y la procesión con la Virgen. Entonces parece que a ellos no les gusta ver a una multitud, que vayan protestando por las injusticias.
¿Tuvo miedo?
En el momento no, después, cuando llegué a la Iglesia, me reuní con el Consejo Parroquial, si tuve miedo. Ustedes saben que nadie quiere morir, pero si hay que morir, no hay ningún problema. Nosotros no le tenemos miedo a la muerte. Como dice monseñor (Arnulfo) Romero, el mártir de El Salvador, si me matan a mí, no van a matar a la verdad. Uno humanamente siente miedo, pero no puede intimidarse.
¿Conoce a estas personas (paramilitares)?
Sí claro, no puedo dar nombres, para evitar más problemas o amenazas más fuertes.
¿Estas personas son de Ciudad Darío?
Son de zonas urbanas y rurales, uno más o menos los conoce, pero no puede decir nombre por seguridad.
¿Puso la denuncia en la Policía?
No, si ahorita no hay autoridad. La gente está haciendo ley por sus propias manos. Recuerden que la Policía ahorita no es autoridad.
¿En Darío no hay violencia?
A mí me da miedo porque Darío es un pueblo pasivo,pero cuando lo tocan es peligroso. Esta gente anda jincando a la perra, como dice el dicho, y parece que lo que quieren es violencia. Uno siempre le debe tener miedo a los silencios porque son silencios sepulcrales, de repente se viene la avalancha.
¿Qué cree que evitó que lo mataran?
El pueblo de Dios y las oraciones, recuerden que esa gente que no tienen a Dios en su corazón, pueden ser capaz de cualquier cosa, especialmente por dinero. Eso es lo que mata a la gente, la ambición del poder. Y cuando una persona es ambiciosa no se conforma con lo que tiene, sino que quiere tener más y más.