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Sandra Ureña: Mujer de firmes convicciones

Róger Murillo-periodicomaranata.com/

Hablar de Sandra Ureña Álvarez, es mencionar a una mujer de “temple de acero”, de firmeza en sus convicciones y solidez en el conocimiento de la Palabra de Dios.

Ella abrazó el evangelio cuando estudiaba biología en la Universidad de Costa Rica (UCR), allá por los setenta.

Época para la cual ya estaba casada con Henry Salas, quien años después también llegaría a ser pastor.

Escuchó los primeros mensajes por medio de Raúl Vargas, un ministerio clave en la Gran Campaña de Sanidad Divina de Moravia, en la capital costarricense.

Hasta allá iba acompañando a su madre María del Carmen Álvarez, quien ya había entregado su vida a Cristo.

Sandra recuerda que cada vez que llegaba a ese lugar, era tocada por el Espíritu de Dios, por lo tanto, disfrutó mucho cada viaje con su madre desde Alajuela hasta Moravia, aunque hubiera que ir en bus.

Dos situaciones la llevaron a buscar de Dios en forma intensa, la primera de ellas, conflictos matrimoniales y la segunda, su hijo Henry Jr, quien apenas contaba con dos años   y tenía una pierna más corta que la otra, por lo cual cada rato tropezaba hasta caerse.

Tiempo de milagros

Era una época en que Costa Rica había sido visitada por Dios en forma intensa con un gran avivamiento y una de las fuentes eran las campañas de sanidad divina cuyo inicio fue precisamente en Moravia.

Y en Alajuela había un movimiento extraordinario del Espíritu de Dios, al cual el pastor Francisco Rojas le puso el nombre de Gran Campaña de Sanidad Divina y Milagros, pero no tenía nada que ver con el otro grupo de San José, solamente había algo en común, era el mismo Dios.

Fue entonces en esas reuniones que se realizaban en una carpa ubicada contiguo al estadio Alejandro Morera Soto, cuando Sandra comenzó a escuchar con vehemencia el mensaje de Dios en boca de Noel H. Desouza, un predicador panameño muy reconocido en América Latina.

Y en una de las tantas noches de milagros, un día sintió un pequeño movimiento de la pierna de Henry Junior y tuvo la convicción de que Dios lo había sanado y al pasar los días se confirmó la maravillosa obra del Señor en el niño.

Eso hizo que su esposo Henry Salas llegara también a entregar su vida a Jesús, días después.

De manera que en poco tiempo, desde don Antonio Ureña y doña Carmen – padres de Sandra- hasta sus hermanos Marjorie, Ileana, Lorena, Mayela, Gretel y Antonio Junior, todos abrazarían el evangelio.

Los esposos Henry Salas y Sandra Ureña.

Llamado pastoral

Pese a que fue a Henry su esposo al que Dios llamó primero a pastorear, un día ingresando al templo de la Catedral de Fe en Villa Bonita de Alajuela, donde ambos han servido durante años, cuando el Espíritu del Señor habló al corazón de Sandra diciéndole “un día yo te pondré ahí”, refiriéndose que estaría al frente de la congregación.

Pasó mucho tiempo desde que ella recibió esa palabra y la misma se llegara a cumplir, pero ya hace 12 años que es la pastora general de dicha iglesia.

Con 69 años de edad y 42 de haber entregado su vida a Jesús, esta mujer de temple de acero y madre de nueve hijos, ha permanecido firme a pesar de haber sufrido “vientos y tempestades” en su vida.

Ella y Henry, han creado a Henry Jr, Esteban, Raquel, Jonathan, Allan, Johanna, Daniel, Melanie y Diego.

 

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