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Nicaragua suspende las relaciones diplomáticas con la Santa Sede tras las críticas del Papa

La decisión la ha tomado el régimen de Daniel Ortega tras la entrevista concedida por Francisco en la que comparaba al Gobierno nicaragüense con las dictaduras comunista de 1917 y de Hitler.

Susana Gaviña / ABC Internacional /

La Santa Sede nunca se va. La echan. Siempre trata de salvar las relaciones diplomáticas y salvar lo que se pueda salvar con la paciencia y el diálogo».

Esta declaración, premonitoria, la realizó el Papa Francisco durante una entrevista concedida a ABC el pasado mes de diciembre, cuando fue preguntado por su tibio pronunciamiento acerca de las dictaduras de Venezuela y Nicaragua.

Es precisamente en este último país donde la tensión ha ido creciendo en los últimos meses hasta el punto de que ayer se conoció la decisión del Gobierno de Nicaragua de cerrar su embajada en el Vaticano, así como de la Nunciatura en Managua, según confirmaron fuentes del Vaticano a Efe. Este sería el paso previo para la ruptura total de relaciones.

Algunas fuentes aseguran, sin embargo, que esta ya se ha comunicado de forma «verbal». Algo que por otra parte desmintió el Ministerio de Exteriores nicaragüense en un comunicado, que lo calificó como una «suspensión de las relaciones diplomática». Esta afirmación dejaría entrever la posibilidad de reconducir las relaciones.

El motivo de esta ruptura –o suspensión– habrían sido unas declaraciones realizadas por el Santo Padre el pasado viernes al medio Infobae. En ellas, el Papa cuestionó abiertamente por primera vez al régimen de Daniel Ortega y los abusos que está llevando a cabo –el pasado mes de febrero excarceló y deportó a 222 presos políticos a Estados Unidos– y la represión que está ejerciendo contra todos los sectores de la sociedad civil, que ha extendido también con mano de hierro a miembros de la Iglesia católica. «Es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras», denunció Francisco.

Según recoge el medio nicaragüense ‘Confidencial’ –cuyo director Carlos F. Chamorro se encuentra en el exilio debido a la persecución del régimen contra medios y periodistas–, la representante del Gobierno sandinista ante la Santa Sede comunicó «verbalmente» la ruptura de relaciones en la Secretaría de Estado del Vaticano, aludiendo a las declaraciones del Santo Padre.

En ellas, el Papa no dudó en dedicarle unas palabras al líder sandinista que ha calificado a «los obispos, los curas, los Papas» de «mafia». «Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige (Daniel Ortega)», señaló el Santo Pontífice.

Las descalificaciones del régimen contra la Iglesia católica no proceden únicamente del presidente de Nicaragua. También la vicepresidenta –y esposa de Ortega–, Rosario Murillo, ha realizado señalamientos graves contra ella, acusando a los obispos de patrocinar «actos terroristas».

Uno de estos obispos ha sido el centro de la ira del régimen en los últimos meses, Rolando Álvarez, que lo ha criticado abiertamente, siendo por ello perseguido y encarcelado. Su negativa a salir del país, como los más de 200 presos políticos, le llevaron a ser condenado en un juicio exprés a 26 años de prisión acusado de «traición a la patria».

Perfil bajo del Vaticano

Si bien el Vaticano ha intentado conservar los puentes del diálogo, manteniendo un perfil bajo y evitado cualquier crítica y declaración pública, la semana pasada el Papa no quiso guardar silencio y en la entrevista se refirió también a Rolando Álvarez, del que afirmó: «Tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio», recordó.

Las relaciones entre el Vaticano y el Gobierno sandinista han vivido altibajos en las últimas cuatro décadas, pero sus enfrentamientos han aumentado tras las protestas de 2018 –que dejaron casi 400 muertos–, en las que la Iglesia actuó inicialmente como mediador para recuperar la paz social y el diálogo, siendo posteriormente apartada de este cometido.

Entre las figuras más destacadas se encontraba el obispo Silvio Báez, toda una referencia para los nicaragüenses, que llegó a ser agredido físicamente y amenazado de muerte por defender a los manifestantes. Por orden de la Santa Sede, Báez abandonó el país en 2019, exiliándose en Miami.

Con las elecciones de 2021 –y después de ellas–, la represión y la persecución contra los que cuestionaban el régimen aumentó, incluidos sacerdotes y obispos, varios de ellos fueron detenidos y condenados por «traición a la patria», como ha sucedido con Álvarez. También han sido cerradas varias ONG, entre ellas Cáritas.

Desde marzo de 2022, monseñor Mbaye Diouf, secretario de la Nunciatura, estaba al frente de la misión diplomática vaticana —en calidad de encargado de negocios—, que asumió después de que el régimen expulsara al nuncio apostólico, monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag. Según recoge ‘Confidencial’, «al representante de la Nunciatura en Managua le dieron una semana para irse del país».

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