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Los evangélicos ganan poder y suman fieles en América Latina

Naira Galarraga / El País / España /

Marcelo de Oliveria está inmensamente agradecido a su Iglesia evangélica, que le rescató de las garras de la cocaína que le tuvo atrapado dos décadas. Rita Pereira ya no se endeuda desde que se unió a la suya. Ninguno nació en esa fe, según contaron en junio en la Marcha para Jesús de São Paulo, la mayor fiesta evangélica de Brasil. Son solo dos de las caras de una revolución silenciosa que comenzó en los setenta y ha roto un monopolio que durante cinco siglos ostentó la Iglesia católica en América Latina, como explica el sociólogo y exministro peruano José Luis Pérez Guadalupe en el estudio Evangélicos y poder.

Basta circular por cualquier ciudad o pueblito de la región, preferentemente zonas periféricas pobres o rurales, para constatar hasta qué punto se han multiplicado los templos evangélicos. Los fieles han aumentado de manera espectacular. En Brasil, el país más poblado de Latinoamérica y con más católicos del mundo, ya suponen el 30% de sus 210 millones de habitantes. En Guatemala o El Salvador representan casi la mitad de la población. Si el 92% de los latinoamericanos seguía en 1970 el catolicismo impuesto por españoles y portugueses en la conquista, en 2017 se habían reducido al 59% ante el avance de los evangélicos (19%) y del agnosticismo. Los motivos que llevan a tantos latinoamericanos a convertirse a las nuevas denominaciones, mucho mejor adaptadas a la modernidad que la Iglesia católica, son variados. Pero muchos son empujados por sus familias para abandonar adicciones.

No solo son más, sino que tienen más poder desde que en los ochenta se adentraron en la política y el mundo empresarial. Guatemala tiene un presidente evangélico, el cómico y teólogo Jimmy Morales; en Costa Rica otro, Fabricio Alvarado, llegó a la segunda vuelta en las presidenciales; y Brasil tiene un presidente, Jair Bolsonaro, que es católico pero tiene una alianza con las iglesias evangélicas que tienen entre sus fieles nada menos que a uno de cada seis parlamentarios. Esta semana el mandatario asistió al culto semanal en la sede de la Cámara de Diputados y les prometió que uno de los dos magistrados del Supremo será “terriblemente evangélico”, un paso de calado porque fueron los altos tribunales los que aprobaron las normas que amparan el aborto en tres supuestos o el matrimonio igualitario.

Euler Morais, un exdiputado que participó en el culto con el presidente en Brasilia, se presenta como uno de los impulsores para el desembarco de los evangélicos en política. Explica que los diputados protestantes dejaron hace mucho de ser testimoniales y la defensa de la familia tradicional y las costumbres cristianas es solo parte de su acción. En Brasil se han convertido en una voz influyente en política económica o seguridad y quieren participar en la transformación que promete Bolsonaro.

 

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