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La impresionante primera visita de T.L. Osborn a Costa Rica

Los medios de comunicación de la época decían que Osborn era un curandero.

La foto registra el momento en que la policía con rifle en mano, detiene a T.L.Osborn en 1952. La niña que huye asustada es la hija del evangelista. (Foto obsequiada por Augusto Quesada).

Róger Murillo-periodicomaranata.com /

Noel H. Desouza era un joven evangelista panameño que inició su ministerio en Costa Rica desde 1950, pastoreando una congregación de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo en Cristo Rey, donde recién se habían pasado ya que tuvo conflictos en Barrio Los Ángeles donde estaba.

Desouza era atrevido, avivado y fiel creyente en los dones del Espíritu. De hecho, Dios lo estaba usando con milagros en la recién fundada iglesia y eso le ocasionó que fuese llevado a la cárcel varias veces por quejas de vecinos y presiones de la religión oficial.

Él sintió en su corazón traer a Thomas Lee Osborn (T.L.Osborn), un joven que iniciaba su ministerio en los Estados Unidos, ahí Noel lo conoció.

A Osborn Dios le había dicho desde los 15 años, que sería un evangelista a las naciones, pero él se puso a reír cuando oyó la voz del cielo. No obstante, en 1939 no tuvo opción, dejó sus estudios y comenzó a predicar.

Él y Daisy su esposa, fracasaron en su primer viaje misionero a África de donde vinieron contagiados por una enfermedad que casi los manda a la tumba.

Pero ambos comenzaron a buscar de Dios en ayuno y oración, pidiendo al Señor que les diera otra oportunidad de volver a este continente, pero con un mensaje de poder y un ministerio de señales.

Y así ocurrió, la segunda visita a esta zona del mundo fue grandiosa e impresionante, con milagros y maravillas nunca vistos en la historia de esa región.

Ya de regreso a Estados Unidos, los Osborn reciben la invitación para venir a Costa Rica por una semana.

T.L. Osborn, Daisy su esposa y los niños Tommy Lee Jr. (quien murió en 1979 a los 34 años) y LaDonna , actualmente evangelista. 

Sin publicidad pero con asistencia masiva

Don Augusto Quesada quien fue entrevistado por el periódico Maranata en 1987 cuando tenía 73 años, nos dijo que él, junto con un grupo de jóvenes ministros apoyaron a Desouza en su aventura de coordinar lo que iba a ser la primera campaña evangelística en la historia de Costa Rica. Estaban también: Julio Vela, guatemalteco y Antonio Collaro, quien luego sirvió de intérprete de Osborn.

Afirmó que no tenían dinero para publicidad en radio, ni en periódicos y que la campaña solo fue apoyada por la Iglesia de Dios y las Asambleas de Dios.

Expresó, que alquilaron el Teatro Mendoza, que solo tenía capacidad para 600 personas, quedando afuera mucha gente aquel primer día. El costo del alquiler fue de 500 colones, una gran cantidad de dinero en ese tiempo.

Lo que pasó aquella noche fue más que impresionante, la gente dejaba sus sillas de ruedas, tiraba las muletas, se sanaba de infinidad de enfermedades, en fin, fue algo fuera de control, según manifestó don Augusto.

Con solo lo que ocurrió ese primer día, provocó una gran presión de la Iglesia Católica, de los médicos y de la prensa.

Los medios de comunicación de la época decían que Osborn era un curandero- hechicero y que lo que la gente iba a ver era un “espectáculo milagrero”.

Los médicos decían, que Osborn estaba ejerciendo la medicina sin permiso y sin preparación académica.

De parte del Ministerio de Salud se emitió una orden, las autoridades sanitarias solicitaron al gobierno que impidiera la reunión, debido a una ley que prohibía la concentración de muchas personas en un mismo lugar, lo cual podría provocar enfermedades contagiosas.

Paralelo a lo anterior, un organismo gubernamental denominado «Censor de Espectáculos», ordenó también suspender la actividad en virtud de que se “estaba cobrando dinero” (eran las ofrendas) y eso lo hacía calificar como una actividad lucrativa, según ellos.

Pese a toda la presión, los organizadores solicitaron la Plaza de Toros Solera ubicada en Barrio México para los días siguientes, porque se dieron cuenta que en el Teatro Mendoza no cabían. Pero les negaron el permiso.

Entonces ellos decidieron hacer una marcha del Parque Nacional hacia la Casa Presidencial, con la esperanza de que el mandatario Otilio Ulate los recibiera, pero este ya había advertido que no lo haría. Pero encargó a don Ricardo González, director General de la Policía para que los atendiera. Él les dio el permiso para utilizar la Plaza de Toros Solera.

Ese segundo día (primero en la plaza de toros) fue muy duro para la gente, porque las autoridades querían impedir que la reunión se efectuara.  

LaDonna Osborn ha continuado con el ministerio con gran respaldo de Dios.

La policía quiso intimidar a las personas sacando armas y amenazándolas en las filas, pero la gente repetía una misma frase “si tengo que morir por Cristo lo hago, sería un privilegio”, comentó nuestro entrevistado. Entonces las autoridades se retiraron.

Este segundo día la gente llegó desde las cuatro de la tarde, aunque la reunión comenzaba hasta las siete de la noche y las puertas se abrían a las seis.

“Ellos hacían fila desde muy temprano, lo maravilloso era que Dios hacía milagros desde antes de que comenzara la actividad, ahí mismo las personas dejaban las sillas de ruedas, sin que el predicador hubiera llegado. El mover de Dios era algo increíble”, afirmó don Augusto Quesada.

Y agregó; “ya en la noche, Osborn hablaba de sanidad de Dios, pero no había terminado de predicar cuando la gente gritaba de un milagro aquí y otro allá, nosotros no estábamos preparados para algo así, no podíamos contar las muletas, ni las sillas de ruedas, ni las conversiones, tampoco los milagros, eso nos asustaba mucho porque no teníamos experiencia”, dijo.

Pero ese tercer día de campaña fue el último, la presión social fue demasiada. Se impidió continuar y les quitaron el permiso. Detuvieron a T. L. Osborn y le dieron casa por cárcel. Instándole a que se fuera del país, para evitar más problemas.

Entonces él les dijo a los organizadores que todo había terminado, pero ellos no quisieron rendirse y decidieron hacer otra marcha pacífica, pero a la vez de protesta por la injusticia que estaban viviendo, eso ocurrió el 23 de marzo de 1952.

La policía recurrió a los bomberos solicitándoles que utilizaran las mangueras para detener a los manifestantes, pero estos dijeron que estaban para apagar incendios, no para mojar personas.

No obstante, los de la marcha cometieron un error, se fueron contra vía y entonces la policía tuvo un buen argumento para impedirle el paso.

Las autoridades detuvieron a los cabecillas de la marcha; Luis Palma, Adrián González, Noel Desouza y Augusto Quesada, quienes pasaron una noche en la cárcel.  Al día siguiente los dejaron libres.

Osborn entendió que debía retirarse del país y así lo hizo.

Años después Osborn volvió a Costa Rica, pero ya no fue igual. 

Consecuencias de esos tres días de revuelo

La comunidad cristiana de la época vivió uno de sus mayores impactos espirituales de la historia y para muchos nunca más se ha visto algo así, hablando de la magnitud de los milagros y sanidades que se dieron.

Las iglesias crecieron en gran forma, porque aunque muchas no apoyaron, tampoco pudieron hacer cultos porque los feligreses no iban a las reuniones por irse para la campaña con Osborn. 

La gente comenzó a testificar por todas partes, quedó un fuego de Dios que no se podía contener, no se avergonzaban de evangelizar, pese a lo duro que era la época por la religiosidad que se vivía.

El pastor Pedro Murillo de Santidad Pentecostal, quien apenas tenía dos años de convertido, estuvo en la campaña de T.L. Osborn y afirmó que el impacto fue muy fuerte para todos los que asistieron.

“Las sanidades, los milagros y las conversiones afectaron positivamente nuestra vida, de tal manera que nosotros salíamos de la campaña y de camino le hablábamos a toda la gente del mensaje de Dios, inclusive nos metíamos a las cantinas y testificábamos del poder del Señor, era un fuego impresionante el que sentíamos, nada ni nadie nos podía detener, la fe nuestra se acrecentó”, aseveró don Pedro.

Recuerda ver a una señora que estaba en la gradería muy cerca de él, ella tenía un bocio muy grande y luego cuando Osborn comenzó a orar, notó que ya no lo tenía, este tipo de milagros eran muy comunes, indicó.

Daisy falleció en 1995 y T.L. Osborn en el 2013. En medio de ellos, Ladonna.

Afirmó que T.L. Osborn procuraba animar al auditorio a creer y activar su fe, para que las personas se animaran a orar por ellas mismas y por los demás, creyéndole a Dios. Y la gente tuvo excelentes resultados porque intercedían por otras personas y los milagros llegaban.

Esto lo confirma también don Álvaro Muñoz quien estaba recién convertido y aunque no estuvo en la cruzada, si escuchaba a otros decir que Osborn animaba al pueblo a creer en el poder de la Palabra de Dios.

“Era la primera vez que se realizaba una campaña al aire libre y hubo mucha oposición, inclusive uno leía en los periódicos como las organizaciones médicas decían, que tanta gente en un solo lugar provocaría un problema de salud pública”, dijo don Álvaro.

Daisy y T. L. Osborn muestran  muletas, bastones y prótesis abandonadas por personas que habían sido sanadas por Dios, en una de sus cruzadas.

En su opinión, lo ocurrido en esa época no fue exactamente un avivamiento, pero si un despertar hacia los dones del Espíritu, lo cual animó la fe de los asistentes en gran forma y provocó un florecimiento de muchas iglesias en el país.

“Tengo en mi mente algunos testimonios que escuché, por ejemplo, de gente católica que alquilaba buses para ir a la cruzada, también recuerdo de una persona de la iglesia Centroamericana que teniendo a su hija alzada, -quien tenía una pierna más corta que la otra- de un momento a otro, la pierna comenzó a crecerle hasta quedar en idéntica posición a la otra. Otro caso fue de Bolívar Quesada, quien orando por una persona que estaba en silla de ruedas, de un momento a otro milagrosamente, ella se puso de pie y caminó, y de inmediato él fue impactado por el Espíritu Santo de tal manera que habló en otras lenguas”, dice el pastor Muñoz.

Para concluir nos preguntamos, si un ministerio como el de Osborn causó este impacto en Costa Rica en tan solo tres días, ¿qué hubiera pasado si hubiese terminado toda la cruzada de una semana?

 

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