OPINIÓN

La necesidad de vivir en precisión

Doctrina de arriba para abajo, teología de abajo para arriba, doctrina: lo que Dios dice al hombre, teología: lo que el hombre dice de Dios. La doctrina es objetiva, la teología es subjetiva.

PHD-Arq. Mario Cortés/ Articulista /

Quizá debemos empezar diciendo que precisión y exactitud no es lo mismo, el apóstol Pablo usa este concepto en 2 Timoteo 2:15 al indicar que debemos manejar la Palabra con precisión, no es suficiente con ser exactos debemos ser precisos, por eso encontramos en el versículo la palabra “ὀρθοτομέω ordsotoméo”, que la Reina Valera traduce como “usar bien”; un término que se queda muy corto en relación al concepto original, que es “cortar derecho”, “con precisión”.

Si el estándar es tan alto y tan específico es necesario para cumplirlo, saber la diferencia entre los términos, entonces ¿qué es exacto? y ¿que es preciso?

 La exactitud mide la proximidad de un resultado con respecto al valor real que intentas lograr. En otras palabras, significa cuánto te acercas a lo que pretendes.

La precisión se mide cuánto se acercan los resultados entre sí y es medible en el tiempo.

De otro modo, la exactitud te acerca a la meta, pero la precisión te lleva a dar en el blanco, te lleva al centro de la meta.

Estar cerca, parece ser bueno, pero no es suficiente porque esa sensación de seguridad es engañosa, pudiéndote llevar a conclusiones que en apariencia son correctas en algún porcentaje, pero no en su totalidad, mientas que la precisión no da “la sensación”, sino seguridad de tener el porcentaje absoluto.

La exactitud es en cierto grado subjetiva, mientras que la precisión es objetiva.

Para entender como esto opera en nuestra vida personal y eclesiástica, lo mejor siempre es un ejemplo y Hechos 12, nos da uno.

Aquí tenemos a la Iglesia en medio de persecución y angustia pues Herodes había matado a Jacobo y encarcelado a Pedro y la Iglesia estaba reunida orando y mientras esta oraba, Dios manda un ángel y libera a Pedro el cual corre y toca la puerta donde estaba reunido el grupo de creyentes.

Este es nuestro contexto, los versículos 13 al 16 nos meten en el ejemplo que queremos ver.

¿Y que queremos ver?, la diferencia entre tener y moverse en una creencia, tener y moverse por fe, que es lo mismo que decir, la diferencia entre tener y moverse con exactitud o tener y moverse con precisión.

Ellos creían en la necesidad de orar, pero cuando esta fue respondida: su respuesta no fue una respuesta de fe, sino que la primera respuesta fue incredulidad: “está loca”, la segunda reacción ante la posibilidad de tener una respuesta a la oración fue la de tomar una postura mística, “Es un Ángel”.

 Encuentro en esto una gran familiaridad, en como respondemos nosotros a la oración.

La creencia es un sistema de pensamiento que se asume como verdadero, es dogmática, es decir, asume un sistema de pensamiento que se da por cierto y es incuestionable, es en esencia filosofía, por eso la creencia es religión.

La creencia mantiene un divorcio entre lo que se asume como verdadero en lo teórico y lo que se vive en la práctica y esta desconexión, entre las partes la da la duda.

Ahí tenemos a Juan el Bautista quien vio descender el Espíritu Santo y escuchó la voz que declaraba “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt3:17), que dijo “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? (Mt 3:14).

Y que luego mandó a preguntar, ¿eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? (Lc7:19).

 ¿Qué de Pedro, al caminar sobre el agua y luego hundirse? (Mt14:28-31). La creencia no es una posición segura, es susceptible a la duda.

La respuesta a la oración en Hechos 12, mostró que la iglesia se movía solo en creencia y no en convicción.

Creían en orar, por eso estaban orando, pero olvidaron que la oración no logra su propósito sin fe, o lo que es lo mismo, la oración es dependiente de la fe o la fe es el motor de la oración, por eso Santiago dice:

«Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace». (Stg. 1:6-8).

Creer no es suficiente, porque el creer no transforma, solo informa.

Nuevamente Santiago nos ayuda a entender esto en 2:19: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”.

Así que los demonios tienen la información correcta, es decir están informados, pero esta información no es suficiente para lograr que se transformen, a pesar de comprender con amplitud la implicación de la información, por eso tiemblan. Así que moverse en creencia no nos alcanza, no es suficiente para lograr una transformación.

Con todo, alguien podría decir, ¡un momento!, ¿no ha leído Génesis 15:6 donde dice “Abraham creyó y le fue contado por justica”, ¡ahí está, él uso creencia!  Bueno la palabra traducida “creyó” en RV60 es la palabra “áman” que se traduce confió, seguridad, verificar, avaló, por lo que el versículo lo que dice es que Abraham es: dio crédito, tomó por segura.  Esto es fe, no una mera creencia.

La fe es muy diferente a la creencia, es convicción, la fe es objetiva se basa en seguridades tangibles. Por eso quien llama «fe» a un deseo, a un supuesto o albur, no conoce la fe.

La fe no es una cosmovisión de pensamiento positivo, la fe tiene arraigo en cosas tangibles como promesas que en lo práctico son contratos y como tales tiene condiciones para que se cumplan.

Un contrato es válido, no solo por su forma, sino por su fondo. Por quien lo respalda y su posibilidad real y tangible de poder honrarlo, cumplirlo, por eso la fe solo es posible en una esfera de relación personal, no en una impersonal como la ceremonia religiosa.

La creencia no solo nos expone a la duda, sino que puede ser teológica pero no doctrinal, la fe siempre es doctrinal y si y solo si es también teológica cuando afirma la doctrina.

Doctrina de arriba para abajo, teología de abajo para arriba, doctrina: lo que Dios dice al hombre, teología: lo que el hombre dice de Dios. La doctrina es objetiva, la teología es subjetiva.

La creencia no transforma, quizá modifique, pero no transforma, la fe si transforma, no se limita a ajustar, a reciclar; sino a hacer todo nuevo, a dar una nueva forma.

Esta es la razón por la que la religión no transforma, porque se mueve en creencia, solo la fe transforma y la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (He. 11:1).

La palabra «certeza» es la palabra griega “Pístis” que se puede traducir persuasión, fidelidad, lo que deja claro que es un asunto de partes, una que la da otra que la recibe. La palabra “convicción”; es la palabra griega “élenjos”, que se traduce: prueba.

Por lo que podríamos traducir de la siguiente manera:

«Es pues la fe, la persuasión, la fidelidad de cosas que se están esperando en plena seguridad de hechos puestos al descubierto a prueba».

Hay aquí, un elemento de tiempo, no un elemento de incertidumbre en la fe, hay un elemento de seguridad en actos tangibles, comprobables, verificables de actos contractuales reales que han sido sujeto de verificación y ejecución, esto no da lugar a algo cercano, sino a algo preciso.

Debemos tener esto en mente al leer Lucas 11: 9 “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.

El versículo dice que es correcto pedir, quizá la diferencia entre lo preciso y lo exacto esta después de la coma, después de la indicación de pedir.

El versículo dice que el efecto a “pedir” es que “se dará” y “abrirá” y la construcción gramatical nos asegura que estamos ante una precisión.

No es exacto indicar que Dios responderá en tiempo y forma de acuerdo a nuestra expectativa, lo que sí es exacto es: quedará, abrirá y lo hará en su tiempo y propósito.

Responder con creencia o con fe ante este versículo, depende de cuanto saber tengo de Dios, no se trata de tener información o expectativas, sino de conocer el carácter de Dios, esto hace la diferencia ya que entre más conocemos, no entre más sabemos, sino entre más conocemos a Dios, más buscamos su voluntad y no la nuestra.

Esto es fe, por eso no se puede confundir esta, con una mera creencia. Esto es preciso no algo que busca ser solo exacto.

La creencia me lleva a Cartago, le fe me dice que me aleje de Cartago.

Tengo fe porque conozco a Dios, no porque se de Él, no es conocimiento en sentido solo de metadatos, sino conocimiento experimental (ver 1 Jn 1:1-4); por eso la fe solo es posible en el ámbito personal, pero la fe no invita a no pensar todo lo contrario, manda a renovar la mente, para posicionarnos desde lo preciso no solo desde lo exacto, desde la cosmovisión por encima del sol, que es la de Dios.

La precisión es el deseo y la naturaleza de Dios, lo exacto el deseo y la naturaleza del ser humano.

Por eso la precisión es la doctrina y lo exacto lo teológico.

La precisión nos vuelve dependientes del Espíritu Santo, sabiendo que a menos que él nos lleve de la mano, no podremos hacer nada conforme a la voluntad de Dios.

Lo exacto nos vuelve soberbios ya que la soberbia descansa en su propia sabiduría, por eso algunos queremos hacer la obra de Dios, sin Dios y quizá por eso tenemos muchos problemas en las congregaciones de fe, al no saber distinguir entre alguien que es “un convertido” alguien “que solo cree” y alguien que es un “transformado”.

Las comunidades están llenas de «convertidos», gente que sabe la teología de la comunidad, la cultura evangélica, pero no son  «transformados», es gente que solo ha creído, solo son agremiados, son números que nos hacen pensar que hacemos bien las cosas, cuando en realidad lo que tenemos solo son religiosos y la religión busca su unidad en la práctica de ritos, fechas, tradiciones, creencias, símbolos y es altamente sincrética y mística, mientras que «la relación» busca su unidad en el diseño original de propósito y función que Dios estableció, no es una propuesta filosófica ni una nueva expresión religiosa, porque la relación implica el acercamiento no del ser humano a Dios, sino de este al ser humano.

Por eso llamar «fe» a la creencia, que es afiliación religiosa, es un error conceptual muy graso.

Dios no es una creencia, un sistema de pensamiento, no, Dios es un ser omnisciente, omnipotente, auto existente, por eso Él se auto definió y se dio a conocer de mutuo propio, porque es eterno.

El ser humano no entiende lo eterno, por eso el Padre posibilitó esto en la encarnación del unigénito, para que el ser humano que es un ser del tiempo y el espacio, no solo entienda lo eterno, sino que tenga la posibilidad de ser llevado a una vida eterna. El Padre posibilitó no lo exacto, sino lo preciso en Cristo Jesús y por eso Jesús nos mostró el camino a algo preciso no solo exacto.

No entender esto con precisión, hace que la gente caiga en “falta de fe”, esto es duda, puede que crea en él, pero no conoce el carácter de Dios.

La duda aparece cuando nos oímos a nosotros y no a Dios, cuando pensamos que Dios piensa como nosotros y que debe avalar todo lo que a nosotros nos parece lógico y bueno, que debe ser exacto a nuestra expectativa y si no lo hace, entonces dudamos que este “dios”, sea útil, real, es más, el que está mal es él no yo, porque a mí me parece que mi cosmovisión es la correcta y es avalada por los que me rodean y es conforme a mi teología.

Es más, me vuelvo inquisidor al indicar él dijo “pide”. Quien hace esto no solo se desenfoca, saca a Dios de su trono y se pone él en su lugar.

Esto no es nada nuevo, le pasó a Eva, que escuchó su corazón que avalaba sus expectativas antes que oír a Dios, le pasó a Abraham y a Sara con la promesa de un hijo y nos pasa a nosotros también.

La falta de fe es una lucha entre lo exacto que te dice «bueno esto no cuadra» y la precisión, que te dice «no se cómo cuadra esto para mí, pero se que cuadra para Dios».

Tenemos una urgente necesidad es vivir en precisión ya que la falta de esta, nos arrastra a la religión y esta nos hace pensar que vivimos de manera precisa para con Dios, engañándonos.

Vivir en precisión es urgente, porque esta determina, no nuestra posición teórico -filosófica de la vida, sino porque es un factor determínate ante Dios en este lado de la gloria y también del otro lado de la gloria y esta determina nuestra vida eterna.

El religioso que está en lo correcto, que es exacto, pero al no ser preciso, compromete su eternidad.

Vivir en la presencia de Dios, supone vivir en sus términos y estos son precisos, no meramente exactos, de ahí esta urgente necesidad de evaluar si nuestra vida personal, ministerial y congregacional está en precisión o solo se conforma y auto engaña buscando lo exacto, aquello que parece ser, aquello que nos mantiene solo con Dios, pero no en Dios.

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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