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“Tengo fe en un milagro, a pesar de la enfermedad terminal que señalan los hombres”

Róger Murillo /periodicomaranata.com/

Hablar con Víctor Armando Brenes, es llenarse de una fe impresionante que transmite al hablar. De hecho, cualquiera que no esté enterado de su enfermedad, no podría creer que él está bajo un diagnóstico médico que lo sentencia a pocos meses de vida.

Todo comenzó hace 10 años atrás cuando se le diagnosticó un cáncer testicular mixto (seminoma y carcinoma embrionario), cuya metástasis lo obligó a pasar un proceso de quimioterapia largo y agresivo, del que salió avante. La enfermedad puso a prueba la  fe de este hombre.

Los médicos le dijeron que el cáncer había desaparecido y que solamente debería llevar el control protocolario requerido. Así pasó aquel largo y tenso período y en los primeros cinco años de control no hubo muestras de que el cáncer volviera, entonces tanto él como Gabriela Núñez su esposa, seguían confiados en Dios de que aquello era una prueba superada.

Pero pasada una década, contra todos los pronósticos, la enfermedad parecía regresar y lo hacía con mayor violencia. Los médicos estaban extrañados por cuanto no era normal una recurrencia a 10 años de un tumor primario. Entonces, se le empezó a llamar Tumor de Células Germinales.

He aquí uno de esos testimonios conmovedores que pasa una familia cristiana que le sirve a Dios, cuyo proceso de fe nadie quisiera escoger y cual desierto ninguno desea pasar.

Pero retomemos la historia. Después de muchos análisis médicos en esta segunda etapa en el organismo de nuestro entrevistado, se llegó a la conclusión de que existía una complicada invasión cancerígena compuesta por 16 lesiones tumorales, la mayoría en la zona del retroperitoneo. Algunas de ellas de tamaño significativo.

Así que otra vez le correspondió a este hombre -ahora con 52 años de edad- someterse a una nueva fase de quimioterapia y después de un largo proceso de prueba, sufrimiento y dolor, se lograron eliminar 13 lesiones, quedando las tres de mayor tamaño, las cuales se hicieron resistentes al cisplatino (medicamento con base en el platino, que se usa para el tratamiento de varios tipos de cáncer).

Dos  alternativas

Para Víctor Armando, la medicina le presentaba dos alternativas. Una primera instancia que era quedar en manos de cuidados paliativos, usando algunas quimioterapias para apaciguar dolencias, así como recurrir al Centro Nacional del Dolor y Cuidados Paliativos, lo cual, en otras palabras, significaba aceptar que el destino estaba ya marcado y que no había nada más que hacer.

Y la otra opción era someterse a un proceso llamado “quimioterapia de alta dosis, con autotrasplante de células madre”, que ha sido puesto en práctica en Costa Rica desde no hace muchos años y el cual se llevaría a cabo a través de un equipo multidisciplinario de profesionales desde uno de los hospitales más importantes del país.

Él decidió escoger esta segunda posibilidad, sin embargo, debía pasar una serie de etapas para ver si su organismo era apto para tan duro proceso, del cual los médicos solo le garantizaban un bajo porcentaje de éxito, según su caso particular.

Para ello, tuvo que internarse durante un mes en dicho nosocomio, donde el personal de este centro de salud tenía que estar seguro de que Víctor no presentase durante el tratamiento algún tipo de infección. Este proceso fue duro, teniendo que pasar además por psiquiatría y diversas pruebas sicológicas, ya que lo que venía era aún más duro para él. Además, el protocolo post internado es muy riguroso para la familia, cuyos cuidadores deben mantener un estricto control de la limpieza y visitas, así como adaptación de la infraestructura de la casa para evitar focos infecciosos que pusieran en riesgo su vida.

En este proceso previo de estudios, el organismo de Víctor debía obtener una cantidad necesaria de glóbulos blancos para el autotransplante. Sin embargo, esta parte del examen fue el que Víctor Armando no logró pasar, entendiendo que posiblemente la médula ósea estaba produciendo células no idóneas lo cual era un serio conflicto para la prueba que se avecinaba.

En manos de Dios

Debido a lo expuesto anteriormente, él decidió retirarse de todo tratamiento y ponerse en manos de Dios; seguir trabajando junto con su esposa para el ministerio que el Señor los llamó y confiar en que el Todopoderoso sigue siendo su sanador por excelencia.

Víctor Armando quiere aportar económicamente a la familia, por cuanto en estos momentos, no tiene trabajo; aunque su deseo es trabajar en condiciones de un empleo formal, nadie lo quiere emplear, ya no solo por su edad, sino también por la enfermedad.

Aprendiendo en el desierto

Pero de todo este desierto él extrae muchas enseñanzas, por ejemplo; aprender a valorar aún más a sus amigos, pero también reflexionar del apoyo incondicional de la familia, sectores que suelen abandonar a un enfermo en fase terminal. Pero en su caso, agradece a Dios que ha sido todo lo contrario.

“Mis amigos han estado conmigo, mi familia ha sido fiel.  Mis hijos y hermanos han estado más cercanos y no han escatimado recursos para mí y para la casa. Y por supuesto, mi esposa, quien es un bastión sólido que me ha animado y después del Señor, es quien ha estado conmigo en todo este proceso tan duro. Ella me ha ayudado a pasar el desierto, pero también a tener fe en Dios en el momento de la debilidad, de tal forma que ahora estoy esperando un milagro del que cada día veo más cerca de mí, siempre obediente en hacer la voluntad de mi Señor… porque para Jesús no hay nada imposible”, afirma Víctor.

Otro aprendizaje fue haberse convertido en un verdadero adorador, no es que anteriormente no lo fuera, pero es que, en dimensiones de pruebas como esta, la actitud de adorar bajo quebrantamiento es una necesidad imperativa del espíritu del hombre.

También dentro de las enseñanzas obtenidas, está el tema de la obediencia, algo que se logra con más fidelidad producto de estar tiempos prolongados en la presencia de Dios, rogando su misericordia.

Pero además de eso, durante este proceso, Víctor siente que Dios le ha confirmado su llamamiento al trabajo pastoral y evangelístico, algo que siempre ha estado en su corazón.

Otro aspecto es, seguir apoyando al ministerio de su esposa Gabriela, que desde hace muchos años ayuda a mujeres en riesgo social y en la restauración de mujeres privadas de libertad, a través de la Fundación Shekinah.

Un profesional al servicio de Dios y la sociedad

Víctor Armando Brenes Espinoza, licenciado en administración de empresas y mercadólogo de profesión, tiene una experiencia de 25 años en gerencia comercial y de operaciones y pese a su condición física, se ha venido llenado de fe, creyendo en un milagro para su vida.

Y para poner esa fe en acción, no solo activará su ministerio, sino que además desea trabajar, aunque de momento lo ideal sería encontrar una oportunidad de tele trabajo o una empresa que le permita hacer trabajo de oficina bajo ciertas consideraciones en su recuperación. Si desea presentar alguna oportunidad de empleo o invitar a Víctor a predicar o a testificar, con gusto puede escribir a vbrenes1965@hotmail.com o WhatsApp 6468-6161

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