OPINIÓN

¿Quién es mi prójimo?

Marconey  Araya / Articulista /

En la sociedad del tiempo de Jesús existían muchos grupos sociales, religiosos y políticos.

Era común la ayuda mutua entre los miembros del grupo, pero la relación entre los grupos no era tan sencilla ni abierta. Existían grupos considerados impuros, con los cuales no se entraba en contacto.

La solidaridad, como relación fraterna, de interés, cuidado y ayuda mutua entre los integrantes del grupo, era muy fuerte.

Pero también existía un egoísmo de grupo muy acentuado que llevaba a despreciar muchas veces a quienes no pertenecían al grupo de uno, de ahí la pregunta ¿quién es mi prójimo?

¡Cuando analizamos la parábola, nos damos cuenta de que Jesús hace un cambio radical! 

Ahora el prójimo no son los demás soy yo mismo, es como si Jesús quisiera decir: » déjate ya de rodeos, no te andes preocupando de quien es tu prójimo, preocúpate de ser prójimo tu.

Pero lo más importante es el significado que Jesús da a la palabra prójimo, para Él, prójimo es una misericordia activa, prójimo es un ayudador ¿quién piensas que se hizo prójimo del necesitado? pregunto Jesús, el que tuvo misericordia de él, respondió el doctor de la ley.

Los salteadores de esta narración han despojado al hombre de todo, incluso de sus ropas, este hombre ha quedado sin ningún signo de identificación social, no había excusa ¿era un compatriota judío, era otro samaritano, ¿un romano tal vez?

Y es que así debe aparecer ante nosotros nuestro prójimo, como desnudos desprovistos de toda identidad.

Dejemos de tanta estupidez que no es esencial a nosotros, pero que crea tan grandes y absurdas diferencias, dejemos nuestro cómodo asiento en la iglesia.

No hagamos de los necesitados el ‘proyecto social‘ de nuestra comunidad de fe. La esencia de la iglesia es la gente necesitada sin fe ni esperanza. No hay otro evangelio, es el único que Jesús nos enseñó, el que tenemos, es un evangelio inventado por hombres, alejado de la verdad.

Afuera tenemos un prójimo desnudo de vestiduras de clase social, religiosa, cultural, racial o de género. Este hombre había quedado sin su “vestido Armando”, sin su lujoso “Rolex” o tal vez haya sido despojado de sus harapos.

Según el planteamiento de la parábola, cualquier persona necesitada de ayuda, me convierte automáticamente en prójimo (ayudador).

En este mundo hay cerca de cuatro mil millones de personas en situaciones de carencia y alta vulnerabilidad, ¿no crees que hay alguno de ellos cerca de ti, no has pensado que alguien ya te convirtió a ti en prójimo? 

Jesús no se limita a dar una simple cátedra, no es una invitación a la reflexión o a la meditación profunda, es un llamado a la práctica. La parábola termina diciendo «Ve pues tu y haz lo mismo»

Jesús contradice este valor social. El salió fuera de su propio grupo religioso, social y cultural, para abrazar a toda la raza humana como a sus hermanos y hermanas, como a sus parientes y vecinos. 

El mandamiento del Antiguo Testamento de amar al prójimo había sido interpretado siempre en el sentido de vivir en solidaridad con aquellos que estaban próximos, los miembros del grupo social (Lev. 19, 16-18).

Esto eventualmente llevó a la frase que no está en la Biblia: «Ama a tu vecino y odia a tu enemigo». Jesús contradice esto con su buen conocido mandamiento: «Ama a tus enemigos». Prójimo es cualquier otro ser humano, inclusive los de fuera del grupo, los que son tus enemigos, que te odian, los que te ofenden (Lc. 6, 27-35).

En otras palabras, el valor para Jesús no es la solidaridad de grupo, sino la solidaridad humana. … Es esta lealtad básica con la raza humana, la que hace de mí un cristiano, un seguidor de Jesucristo, que se identificó con todos los seres humanos.

«Todo lo que hiciereis con el menor de mis hermanos a mí lo haréis». Descubrir a Cristo o a Dios en otro ser humano, es trascender todas las otras cosas que yo puedo tener en común con aquella persona y experimentar muy simple y profundamente la humanidad que tenemos en común. Esto es amor cristiano, compasión divina, eso es lo que llevó al buen samaritano a hacer lo que hizo con un judío socialmente despreciado. Todos somos hermanos y hermanas y Dios es nuestro Padre».

Para Jesús, el amor concreto pasa por la solidaridad con los que tenemos cerca, partiendo de los que sufren y son excluidos de la sociedad. La prueba de nuestro amor a Dios y la adhesión a su proyecto, se verifica por la capacidad de ser solidario con los demás: compadecerse de su situación y actuar para cambiarla.

La parábola del buen samaritano nos enseña que el amor al prójimo parte de hacerse próximo del que sufre. Dios quiere que seamos capaces de generar vida para todos.

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