FORMACIÓN

¿Tiene el perdón algún valor terapéutico?

Los estudios observacionales sugieren que el perdón está asociado con niveles más bajos de depresión, ansiedad y hostilidad.

Dr. Aníbal Del Águila Escobedo /Médico Pediatra /Asociación Cristiana de Profesionales de Salud Internacional (ACSAI)

 I- ¿TIENE EL PERDÓN ALGÚN VALOR TERAPÉUTICO? 

Como seres humanos necesitamos estar en constante interacción, compartir, crear lazos constructivos y de unidad para conformar redes y núcleos que nos permitan desarrollarnos personal y colectivamente.

Pero el incremento de la violencia en las calles, en el hogar, en las relaciones interpersonales, y casi en cada ámbito de la sociedad, tiene serias consecuencias como resquebrajamiento de la unidad, soledad, ira, dolor, sufrimiento, resentimiento, culpa, entre otras, especialmente falta de perdón.

Desde hace unas pocas décadas existe una creciente investigación que muestra, contrariamente al pensamiento dicotomizado y mecanicista del ser humano de la medicina actual, una asociación significativa entre perdón y salud tanto física como mental.

Las publicaciones sobre perdón y salud en diferentes e importantes revistas médicas son cada vez más numerosas año tras año (fuente: PubMed).

Estas investigaciones destacan el papel del perdón en la mejora de diferentes aspectos de la salud en diversas poblaciones que han experimentado diversos tipos de dolor, violencia o trauma.

Tanto los estudios observacionales que utilizan análisis longitudinales, prospectivos, como los ensayos clínicos aleatorizados con grupos control y de intervenciones de perdón proporcionan evidencia de un vínculo causal con la salud.

Los estudios observacionales sugieren que el perdón está asociado con niveles más bajos de depresión, ansiedad y hostilidad, reducción de la dependencia de la nicotina y el abuso de sustancias; mayores emociones positivas, mayor satisfacción con la vida, mayor apoyo social y menos reportes de problemas de salud.

Se han observado efectos psicológicos positivos, mejor calidad de vida y mejor percepción de salud asociados al perdón en pacientes con enfermedad de arterias coronarias, con adicción, con abuso emocional, con HIV, con cáncer, con TEC , alcoholismo  y Desorden de Estrés Post Traumático .

El estudio Terapia de perdón para la promoción de bienestar mental: Una revisión sistemática y meta-análisis” (2018), reporta los hallazgos de la eficacia de intervenciones de perdón en muestras de adolescentes y adultos que han experimentado una variedad de daños o violencia contra ellos.

Los resultados de los ensayos clínicos muestran que las intervenciones de perdón son efectivas en reducir la depresión, ira y hostilidad, estrés y angustia y en promover afectos positivos en adolescentes y adultos que han experimentado daños o violencia contra ellos.

Es decir, las personas con alta proclividad al perdón tuvieron, a pesar de acontecimientos adversos en sus vidas, mejor salud mental. De esta manera, el perdón moderó significativamente los efectos adversos de la severidad del estrés sobre la salud mental.

El estudio Conexiones meta-analíticas entre perdón y salud: los efectos moderadores de las distinciones relacionadas al perdón (2019), incluyó 103 estudios que incluyeron a 26,043 participantes de 17 países.

Las muestras incluidas fueron diversas incluyendo estudiantes, adultos mayores, madres divorciadas, veteranos de guerra y otros.

El estudio encontró una asociación significativa entre perdón y la condición de salud.

La asociación fue más fuerte para la salud psicológica que para la salud física pero las asociaciones con indicadores de salud cardiovascular (es decir, frecuencia cardíaca y presión arterial) fueron sólidas.

Los autores concluyeron que “Los hallazgos proporcionaron un apoyo considerable a la teoría actual sobre los beneficios para la salud del perdón”.

Otros estudios resaltan la importancia del efecto positivo de las terapias o intervenciones de perdón en las personas adictas a drogas o alcohol.

El resentimiento es el enemigo “número 1” dicen los grupos de alcohólicos anónimos. Hay estudios que muestran la utilidad del perdón en la prevención de la ideación e intento suicida en personas con ira.

Se ha observado que personas con VIH que perdonaban genuinamente a alguien que los había herido, tenían porcentajes de células CD4 más altos, lo cual implica mejor funcionamiento de su estado inmune.

¿Cómo explicar estos resultados? ¿Cómo el perdón, una expresión de espiritualidad, mejora la salud física, mental y emocional?

Creo que debido a que la falta de relaciones interpersonales positivas y de apoyo ha sido vinculada a casi cada desorden físico y psicológico, desde inmunosupresión hasta suicidio, el perdón está asociado a bienestar físico y mental en virtud a la paz que brinda y a la capacidad que le da a las personas de mantener un conjunto de relaciones interpersonales positivamente estables y de apoyo ante la adversidad.

Este efecto sobre la salud solamente puede ser entendido si comprendemos al ser humano como la unidad indivisible de cuerpo, alma y espíritu.

Esta estrecha integración ocasiona que cualquier estímulo, agresión o trastorno afecte a todo nuestro ser.

Este hecho tiene una importancia crucial en la práctica médica actual porque al soslayar estos aspectos no puede tener una imagen completa del paciente ni encontrar, muchas veces, la causa del trastorno porque no siempre tiene un origen físico, orgánico, sino principalmente emocional y/o espiritual.

II- ¿TIENEN EL ODIO, EL RESENTIMIENTO, LA IRA, ALGÚN EFECTO SOBRE LA SALUD? 

Así como se han reportado efectos beneficiosos del perdón, especialmente en la salud mental y emocional, son numerosas las publicaciones que señalan los riesgos para la salud de sentimientos de odio, ira, hostilidad y rencor.

En el estudio “Asociación de la ira y la hostilidad con futura enfermedad coronaria: una revisión meta-analítica de evidencia prospectiva”,  se realizó un meta-análisis de 25 estudios de población sana y 19 estudios de población con enfermedad coronaria.

Encontró que la ira y la hostilidad se asociaron con un aumento de eventos de cardiopatía coronaria en la población sana y con pobre pronóstico en los estudios de población con enfermedad coronaria.

Los autores concluyen que “estos resultados apoyan el uso de un manejo psicológico que se centre en la ira y la hostilidad en la prevención y el tratamiento de las enfermedades del corazón” (18).

El estudio “Culpa, vergüenza y sus asociaciones con enfermedades crónicas en adultos checos” (2020) (19), realizó una encuesta en una muestra representativa a nivel nacional de la población checa (n=1000, edad 46.0 +/- 17.3 años, 48.6% hombres).

Los encuestados con mayores sentimientos de culpa tenían más probabilidades de sufrir una enfermedad crónica. Esta asociación fue encontrada en: artritis, dolor de espalda, enfermedades cardiovasculares, asma, cáncer y depresión o ansiedad.

La asociación más fuerte fue cáncer. No se encontró relación entre sentimientos de vergüenza y enfermedades crónicas. Los autores concluyen que “Nuestros hallazgos sugieren que los sentimientos de culpa están asociados con una peor salud física”. Se necesita más investigación en esta área.

A la luz de los resultados de estas investigaciones y muchas otras, los profesionales de salud deben tener en cuenta que la falta de perdón, así como la ira, el odio y el resentimiento, pueden constituir serios factores de riesgo para la salud física y mental.

III. EL PERDÓN ES CENTRAL EN LA FE Y VIDA CRISTIANA

La Biblia describe al perdón como una característica de la vida cristiana y resalta repetidamente la necesidad de perdonar. De hecho, sin perdón ni arrepentimiento, no hay salvación.

¿Qué es el perdón?  De acuerdo a las palabras en el lenguaje original tanto en el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento para referirse al perdón, este puede ser definido como el hecho de soltar, liberar, dejar ir, todo aquello (rencor, odio, resentimiento, ira) que nos produce la ofensa o daño recibido, para ser libre de todos estos sentimientos y no volver a acordarnos jamás de esta ofensa o daño, eximiendo al culpable de una obligación, discrepancia o error.

Cuando Dios perdona hace desaparecer completamente los pecados de los hombres. No vuelve a verlos ni recordarlos cuando hay un arrepentimiento sincero: “……..porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jer31:34); “Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados» (Miqueas 7:19). De la misma manera debemos aprender a perdonar.

Por ello, el perdón implica renunciar a todo aquello que sentimos que nos deben o que realmente nos deben quienes nos lastimaron.

No es resignación, es dejar de buscar justicia o excusar el mal hecho que nos hicieron.

Tampoco es signo de debilidad, es, por el contrario, signo de gran fortaleza interior para llegar a brindar empatía, compasión y comprensión a la persona que nos ha herido. Hay que tener en cuenta que perdonar es una DECISIÓN y es un PROCESO, y que incluso las heridas más pequeñas quizás deban volver a ser consideradas y perdonadas una y otra vez.

En este sentido, el perdón no solo es sanador sino también liberador porque anclarse en la ira, el resentimiento y la rabia no es un “castigo” para quien nos hizo daño sino para nosotros mismos.

Al tener el Espíritu Santo, se espera que el hijo de Dios tenga la misma virtud de perdonar que tiene su Padre: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” (Mateo 5:44-45).

El Señor Jesús insistió en ello al enseñar a sus discípulos: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados” (Luc.6:37).

Cuando le pidieron que les enseñe a orar, les enseñó el llamado Padre nuestro, modelo de oración, que resalta también la importancia de pedir perdón y perdonar: “Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a los que nos han hecho mal” (Luc. 11:4).

Al preguntarle Pedro a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces perdonare a mi hermano que pequé contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete” (Mat.18:21-22).

Es decir, siempre. El uso de un múltiplo de siete, número que simbolizaba la perfección, es una manera de decir que para el perdón no debe haber límites. Por lo dicho el perdonar es una característica de la vida del hijo de Dios.

El perdonar y el pedir perdón son conductas de los que podríamos llamar un “estilo de vida cristiano”. ¿Por qué? Porque demuestra lo que somos, ya que la disposición a perdonar a otros es indicación de que verdaderamente hemos experimentado el perdón de nuestros pecados y que somos.

IV-REFLEXIÓN

¿Quién no ha sido herido por las acciones o las palabras de otra persona? ¿Acaso alguna falta de perdón te está afectando también? ¿Acaso es necesario que perdones a alguien o que te perdones a ti mismo?

Tal vez uno de tus padres te criticó constantemente cuando crecías, un colega te difamo, o un amigo te engañó. O quizás una experiencia traumática, como abuso físico o emocional a manos de una persona en quien confiabas.

Estas heridas pueden dejarte con sentimientos duraderos de enojo y amargura — y hasta deseos de venganza.  Pero si no aprendes a perdonar, quizás seas tú quien pague el precio más alto.

Quizás siempre recuerdes el acto que te hirió o te ofendió, pero el perdón puede disminuir el poder que tiene sobre ti y ayudar a que te liberes del control de la persona que te hirió.

El perdón puede llevarte incluso a tener sentimientos de comprensión, empatía y compasión para la persona que te hirió.

No es fácil siempre reconocer, recordar o ser conscientes de cuántas veces hemos sido heridos y nos hemos quedado resentidos. Y cada una de estas veces va constituyendo una carga, una pesada carga difícil de sobrellevar que nos afecta y enferma.

Por eso el salmista dice: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal 139: 23-24)

Perdonar no es fácil, más aún cuando nos sentimos gravemente heridos u ofendidos o cuando la situación o el ofensor siguen presentes en nuestras vidas.

Pero el Espíritu Santo nos da la capacidad de perdonar a otros, a nosotros mismos, y ser verdaderamente libres de toda atadura de resentimiento, odio o vergüenza.

Cada uno de nosotros debe tomar esta decisión.  Si quieres ser libre el momento es ahora.

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