Marconey Araya / Articulista /
Hermano. Esa palabra tan dulce y entrañable, una palabra cálida y arrulladora. Pero que al mismo tiempo es una palabra vacía y carente de sentido práctico. Se ha convertido en una fórmula ritual, una especie de simple saludo algo que ya no nos mueve a nada. ¿Qué ha pasado de aquellas palabras de Jesús que nos dijera “Todos vosotros sois hermanos?
En este contexto bien nos cae la pregunta que formulara Dios a Caín ¿Caín dónde está tu hermano Abel?
Esa pregunta va dirigida a nosotros en el día de hoy, a todos nosotros modernos “Caínes”, a ese asesino de hermanos que llevamos por dentro.
Porque para asesinar no es necesario quitar la vida, podemos matar con nuestra indiferencia y nuestra falta de solidaridad, somos asesinos cuando nuestro hermano extiende su mano hacia nosotros y le damos la espalda dejándolo solo con su necesidad.
Hemos matado de hambre, de dolor y de abandono. Y tal vez al igual que Caín tengamos preparada nuestra propia respuesta: ¿Qué acaso soy yo el guarda de mi hermano?
Esa es la respuesta de aquel que no quiere tener que ver nada con el sufrimiento de los demás. Es la forma en que responde aquel a quien nada le interesa sino él mismo. ¿Es esa también mi respuesta? ¡No¡ Caín, el mundo no es solo para ti, ni tu estás solo en el mundo.
La respuesta para Caín y para todos nosotros sería: ¡Sí Caín, tu eres el guardián de tu hermano y también su protector, y si hoy existimos en el mundo aunque sea como “Caínes”, es porque alguien en algún momento cuidó de nosotros, fue nuestro guarda y nuestro protector, ¡aun usted mi estimado que leé estas palabras, le ha sido posible leerlas porque alguien en algún momento cuidó de usted!
Hoy Dios nos hace la misma pregunta a nosotros: Miguel, Fabio, María, Lina, Rodrigo ¿Dónde está tú hermano, en que circunstancia, en que condición?
De la respuesta que demos a esto, dependerá si somos hermanos a la manera de Caín o a la semejanza de Jesús, quien amó a los suyos hasta el fin.
