Nacionales

Nuevo magistrado de la Sala III en Costa Rica: “Jamás olvidaré las enseñanzas de la Escuela Dominical”

Róger Murillo-periodicomaranata.com/

Quien así habla, es el Dr. Álvaro Burgos Mata, quien recientemente fue nombrado por la Asamblea Legislativa de Costa Rica, como nuevo magistrado propietario de la Sala III Penal de la Corte Suprema de Justicia.

Burgos, cuenta con un Postgrado en Ciencias Penales de la Universidad de Costa Rica, es Máster en Psicología Criminal de John Jay College of Criminal Justice de la City University of New York, Doctor en Derecho Penal de la Escuela Libre de Derecho, Doctor del Programa Interuniversitario de Derecho Penal y Criminología de la Universidad de Cádiz, Málaga, Sevilla y Huelva,  Máster en Criminología de la Universidad para la Cooperación Internacional y cuenta además con una maestría en Sociología Jurídico Penal de la Universidad de Barcelona.

Con este reconocido experto en derecho, de 58 años de edad, casado con Ana Cristina Lizano, (también funcionaria del Poder Judicial) y orgulloso padre de Sophya Burgos Lizano, (de 11 años, estudiante del Liberty Christian Academy), con un currículo de muchas páginas, catedrático durante dos décadas de la Universidad de Costa Rica, Juez Penal y Juvenil por 30 años, autor de 45 libros y escritor de más de 130 artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales, el periodicomaranata.com mantuvo una entrevista de interés humano.

Momento en que fue juramentado en la Asamblea Legislativa, por un lapso de ocho años.

-Usted viene de una familia de sólidos principios cristianos, ¿qué rol han jugado esos valores a través de su vida profesional?

-Mis padres, Alfonso Burgos y Aracelly Mata fueron claves en la formación de esos valores, pero sobre todo en recalcar en nosotros como familia, los principios de la Sagrada Escritura.

Mi madre fue maestra de Escuela Dominical de la iglesia Menonita de Guadadupe desde que estaba don Enrique y Esther Helmunth. Mamá me nombró su asistente cuando yo apenas tenía 10 años, pero el requisito era estudiar toda la semana aquella excelente literatura que distribuía la Librería Bautista. Estaba claro que, si ella por alguna razón no podía enseñar, yo asumía el reto y muchas veces tuve que hacerlo. Fue una gran responsabilidad, porque eran niños de mi misma edad y algunos incluso mayores que yo. Esa fue la mejor clase de didáctica que yo he tenido en mi vida.

En su primer día luego de ser electo Magistrado, fue a apoyar la Feria de Artesanía Penal Juvenil, donde se encontró un coro de niños cantando villancicos. La foto muestra solo parte del grupo.

 -¿Entonces fue su madre quien primero lo formó en la docencia?

-Así es y por eso escribí un libro que fue publicado con la ayuda de la Sociedad Bíblica de Costa Rica y de Brasil llamado “Sabiduría y Derecho Penal”, donde hago una relación entre los principales bienes jurídicos tutelados a partir de la vida en el artículo 111 del Código Penal, y los versículos respectivos que les corresponden en el libro de Proverbios, por lo tanto,  esta obra la dedico a mi madre, porque ella era una fiel enamorada del libro de los Proverbios y nos recordaba la Palabra de Dios en todo lo que hacíamos y en mi caso, jamás olvidaré lo que aprendí en la Escuela Dominical.

¿Siente que ha defendido esos valores a través de su trayectoria profesional?

-Creo que si. Me siento orgulloso de lo que aprendí en mi niñez y adolescencia y he defendido esos valores a través de toda mi carrera. Yo soy un fiel testigo que instruir al niño en los caminos de Dios, hace que aun cuando viejo no se aparte de esas sendas.

Colaboré con mi madre en la enseñanza como ya dije, pero también le ayudaba a vender el periódico Maranata en la iglesia, de todo eso me recuerdo.

Además, en la iglesia menonita de Guadalupe fui director de música, estuve a cargo de un coro de niños por más de 10 años, aprendí a tocar guitarra y solo conocía de música cristiana. Nunca bailé, ni supe que fue tomarme una cerveza, realmente tuve una juventud muy sana, todo eso lo aprendí en mi hogar y en la congregación.

Fotografía tomado en las afueras del Poder Judicial de Costa Rica.

-Como juez, catedrático o cuando fue a estudiar a Italia, Japón, Estados Unidos y España, tuvo que vivir momentos difíciles, como todo profesional en formación, ¿qué rol jugó Dios en esas circunstancias?

-Cada paso de mi vida ha sido guiado por el Señor. Desde que me dieron el primer trabajo en Adaptación Social, hasta este nombramiento como magistrado. Dios ha marcado mi vida y siempre lo he tomado en cuenta en cada decisión. El Salmo 23 que aprendí desde niño, lo recordé en todo tipo de prueba y dificultad. Hay que honrar a Dios en todo, aun en nuestra profesión y Él terminará honrándonos.

 -¿Lo marcó su experiencia en Adaptación Social, para luego especializarse en criminología?

-Ese tamizaje de haber estado un año trabajando en la cárcel más poblada de San José, la de San Sebastián, fue toda una escuela para mi.

Aprendí a convivir con los privados de libertad, algunas veces comía inclusive lo mismo que ellos, oliendo lo mismo y conociendo de sus vidas. Eso me hizo identificarme mucho con sus circunstancias y darles ánimo, presentándoles el mensaje de Dios, cuando era posible.

Por eso ahora que yo doy cursos de Criminología, Derecho Penal, Penal Juvenil y Psicología Criminológica, desmitifico muchas cosas. Y en ocasiones, cuando tengo alumnos que son fiscales o jueces, yo les digo que a veces mandan a la gente a la cárcel, pero nunca han puesto un pie en ninguna y eso no se vale, también hay que estar del otro lado de la acera.

Bueno, pero devolvámonos un poco. ¿Cómo es que usted viniendo de una familia de pocos recursos, llegó a ser abogado?

-Al salir del colegio mi padre me dijo “me ayuda aquí en la imprenta o no se que va a hacer, porque yo no puedo costearle la universidad”.

Entonces recuerdo que cuando vino el proceso de pre matrícula para la Universidad de Costa Rica me fui para allá, me metía a todas las filas que había y a veces no sabía ni para que eran. En cada una entregaba mis documentos. Tenía la fe de que algo sucedería de parte de Dios.

Y así fue, me dieron la noticia de que me habían becado, no me daban dinero, pero por lo menos no pagaba.

Mi familia era de muy bajos recursos. Entonces yo tenía que caminar todos los días desde Guadalupe, hasta San Pedro. Mis compañeros me decían que tenía un buen bronceado, que seguro iba a la playa, pero era que me daba mis buenas asoleadas todos los días.

Luego por obtener un promedio de más de 90 tenía beca de alumno de honor, entonces me eximía de la matrícula, después me nombraron asistente de los profesores de Derecho Penal y Derecho Internacional Público y la “U”, me daba un poquito de dinero, no era mucho, pero me alcanzaba para las fotocopias.

Como estaba en la rondalla, me daban unos cupones para que fuera a almorzar al comedor estudiantil, ahí ya iba mejorando la cosa. Como era el capitán del equipo de fútbol, los encargados de la biblioteca me prestaban por más tiempo los libros, porque yo nunca tuve dinero para comprar uno, me la jugaba a pura biblioteca, porque no había internet como ahora.

Y cuando me egresé y tuve mi primer trabajo en Adaptación Social, como asistente jurídico, y lo primero que hice fue comprarle una refrigeradora a mi mamá, recuerdo que era de color amarilla y de las más baratas porque el salario no alcanzaba para más.

Aquí el asunto de fondo es que si alguien tan pobre como yo, siendo fiel a Dios, logró llegar hasta este puesto, primero es por misericordia del Cielo, segundo por tenacidad y tercero, el mensaje es que nunca hay que rendirse, como dice la Escritura, “todo es posible para el que cree”.

Hablemos de su experiencia internacional, ¿cómo le dieron esa primera beca para estudiar en Estados Unidos?

– Ahí es donde interviene el Dios de los milagros que nos presenta la Biblia. El gobierno de los Estados Unidos presenta la opción de tres cupos para obtener un Postgrado en Ciencias Penales, pero éramos siete ticos los que estábamos en la terna y siete extranjeros. Yo fuí el único de Adaptación Social que aceptaron y al único al que le dieron una beca de tres años para estudiar Psicología Criminal.

Imagínese, yo nunca había salido de Guadalupe y ahora iba para New York, por varios años y en un idioma extranjero, llegando a ser el primer abogado latinoamericano con una especialidad en este campo.

Luego regresé y estuve dos años como juez y la Agencia Española de Cooperación Internacional me beca para ir a ese país a obtener un doctorado en Derecho Penal y Criminología. En todo esto siempre estaba la mano de Dios.

-También lo nombran “Hijo Predilecto de Goicoechea”, ¿cómo fue eso?

En el 2017 el Concejo Municipal y la Alcaldía de Goicoechea me dieron ese honor, ellos quisieron reconocer mis aportes en investigación y mi labor como docente y profesional en derecho y en la judicatura, y por considerar que era un ejemplo a seguir por los vecinos de mi cantón y de mi distrito de Guadalupe. Fue un mérito que a la última persona que se le había dado fue a Fernando Centeno Güell. Así que fue un privilegio.

El Semanario Universidad, le hizo una entrevista, cuando fue nombrado «Hijo Predilecto de Goicoechea». La foto fue publicada por este medio informativo.

La gente dice que usted sigue siendo el mismo, que nunca se le subieron “los humos”, como decimos en Costa Rica.

Yo sigo viviendo en Guadalupe, en la misma región donde nací. Salgo en short y tenis a la calle los días libres, saludando a todos los que me encuentro. Los títulos no nos hacen superiores a nadie, tampoco el prestigio o la fama. Un día habrá que estar al frente del Tribunal de Dios y ahí hay que dar cuenta. Realmente todos somos iguales ante el Señor. Lo demás, como dijo Salomón… es vanidad.

-Y para este puesto de magistrado, ¿no tuvo que hacer lobby en la Asamblea Legislativa?

-Primero que es prohibido y segundo prácticamente no conocía a ningún diputado, la primera vez que los les di la mano fue el día que me juramentaron.

Aquí otra vez es mérito divino, gracia de Dios. Segundo, obtuve la mejor calificación de todos los que presentaron sus atestados, fue de 99.40. Según entiendo estuve a 20 puntos del segundo lugar, así que yo no hice nada para promoverme. Pero para mi, es un honor este nombramiento y le pido al Espíritu Santo toda la sabiduría que siempre me ha dado, para lograr hacer una labor digna de esta responsabilidad y darle una  remozada cara a la Sala III Penal y a la Corte Suprema de Justicia, algo que la ciudadanía costarricense añora con anhelo y justificada esperanza.

 

Publicidad: Se vende finca en Alajuela, ideal para cooperativa, empresa o iglesia:

 

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba