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Premio Nobel de la Paz es fiel cristiano pentecostal

Róger Murillo-periodicomaranata.com/ Fuente: Agencias/ Elmundo.es/

El 11 de octubre el Comité Noruego del Nobel, otorgó el Premio Nobel de la Paz 2019, al primer ministro de Etiopía Abiy Ahmed Ali por sus esfuerzos para alcanzar la paz y la cooperación internacional y en particular por su iniciativa  de resolver el conflicto fronterizo con la vecina Eritrea.

Abiy, quien habla  Afaan Oromo, amárico, tigrinya e inglés, es un joven político de 43 años, que ha confesado en retiradas ocasiones públicamente su fe cristiana. De hecho asiste  a una congregación evangélica pentecostal denominada  Full Gospel Believers Church (Iglesia Creyentes del Evangelio Completo).

Nació el 15 de agosto de 1976 en Beshasha, Kaffa, Etiopía y es hijo de Tezeta Wolde, (cristiana)  y de Ahmed Alí,  (musulmán). Está casado con Zinash Tayachew y son padres de tres hijas y un hijo adoptado.

Asistió a la escuela primaria local y continuó después su formación secundaria en la ciudad de Agaro, hasta llegar a convertirse en un reconocido ingeniero informático.

Es el  primer ministro más joven de África y como  informático, tiene un especial interés por la modernización tecnológica, uno de sus logros más destacados en la «Etiopía del 4G», con los smartphones y las startups, que laten en el centro de Addis Abeba.

Antes de ser elegido como primer ministro, fue diputado de la Asamblea Parlamentaria FederalMinistro de Ciencia y Tecnología entre 2015 y 2016.

El 2 de abril de 2018, se convirtió en la máxima autoridad en  Etiopía, siendo el primer oromo  (etnia mayoritaria del país), en llegar a la jefatura del gobierno de esta nación.

Como presidente, lidera un ambicioso proceso de reforma política, social y económica. Durante su gobierno ha incentivado la liberación progresiva de la economía y propuso una reforma constitucional, procurando cambiar el federalismo étnico implementado en Etiopía, dando inicio a una transición hacia una plena democracia multipartidista.

Dentro de sus cambios, puso en libertad a más de 7.000 prisioneros políticos, produciéndose el retorno de muchos opositores exiliados.

En el campo ecológico, anunció la plantación de millones de árboles para frenar los efectos del cambio climático.

En lo social, aumentó la participación de la mujer, promoviendo a la presidencia de su país a Sahle-Work Zewde,  única mujer jefa de Estado en África, así como  el nombramiento como presidenta de la Corte Suprema Federal de las activistas por los derechos de la mujer a Meaza Ashenafi. Su gobierno se formó con la paridad de género.

En política exterior recibió reconocimiento por sus propuestas para la paz con Eritrea (un conflicto fronterizo estancado desde el año 2000), consiguiendo el restablecer  las relaciones diplomáticas entre ambos países, el 8 de julio de 2018. Además, propuso a su nación como sede para las conversaciones de paz en la búsqueda de una resolución de la guerra civil en la vecina Sudán del Sur.

Merecido premio

La guerra Etiopía-Eritrea, comenzó en 1998 y acabó en junio del año 2000 con 70.000 muertos. La realidad es que el conflicto nunca se acabó del todo y creó enormes cantidades de población hambrienta.

 Todo el borde que separa ambos países está todavía lleno de minas, carros de combate oxidados y puestos de vigilancia por todas partes. Esa frontera entre los dos países, que antes eran solo uno, ha sido una de las más conflictivas del planeta.

Aunque se habían hecho intentos reales de alto al fuego anteriormente , ha sido Ahmed Ali el que ha conseguido una paz duradera que se ha respetado entre las dos naciones.

Para consolidarla, la aerolínea Ethiopian Airlines, el orgullo del país y una de las mejores de África, comenzó a volar de nuevo entre Addis Abeba y Asmara, la capital de Eritrea y se volvieron a comunicar ambos países por línea telefónica para que familiares que no tenían contacto desde hacía tres décadas, pudieran tener contacto.

No era fácil llegar a acuerdos con la dictadura estalinista de Isaías Afwerki en Eritrea, la última de estas características en África, pero Ahmed Ali lo consiguió y solo por eso ya merece el Nobel.

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