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Nos quieren pobres para someternos con limosnas

Pedro Fernández Barbadillo / Actuall /

¿Por qué el Gobierno, y más todavía si es de ‘progreso’, puede querer que sus ciudadanos estén arruinados y se empobrezcan? Pues para someterlos en adictos mediante subsidios. Así serán los nuevos esclavos, con Instagram y con bicicleta para trabajar en Deliveroo.

El Mundo está publicando actas del Departamento de Seguridad Nacional, dependiente de Presidencia del Gobierno, que confirman lo que ya sabíamos: el Gobierno estaba avisado desde mediados de enero de la peligrosidad del covid-19 ¡y no hizo nada para prepararnos! Tenía que celebrar sus manifestaciones feministas del 8 de marzo, donde se contagió un puñado de ministras.

Con el mismo desprecio por el bien común y la salud de los españoles, el Gobierno lleva meses tomando medidas demenciales que tienen como consecuencia el destrozo de la economía nacional. Somos el país europeo con mayor porcentaje de población fallecida por el virus, sino con mayor caída del PIB.

¿Por qué los socialistas y los podemitas están hundiendo la hostelería, la restauración, el taxi, el automóvil…? ¿Por qué no han solicitado ayudas a la Unión Europea para el turismo, nuestra mayor industria? Bruselas tampoco se explica esta última omisión.

El economista José María Gay de Liébana dijo hace poco esta frase estremecedora: “El objetivo del Gobierno es hundir a España y efectivamente vamos a ser los parias de Europa”.

¿Y por qué? La respuesta la encontramos en Iberoamérica.

En Argentina los peronistas han vuelto a conseguir un record: el país lleva más de doscientos sometido a diversos tipos confinamientos y encierros. Con la economía no sólo parada, sino destrozada, la inflación ronda el 40%. No me diga, amigo lector, que no es sorprendente. No se fabrica, no se cultiva, no se compra, no se vende, no se trabaja, pero la inflación está disparada.

Uno de los factores que explican esta anormalidad consiste en que el Gobierno de Fernández y Fernández sigue generando gasto.

El grupo comunista argentino Polo Obrero organizó una marcha en Buenos Aires con vulneración de las normas sobre el confinamiento. Un sacerdote se mezcló con los manifestantes para preguntarles por qué protestaban y confirmó que la izquierda usa los subsidios no como derecho, sino como premio o castigo.

 “Una chica, con un tapabocas con dientes dibujados, me dijo la pura verdad: «Si no venimos a esta marcha, nos sacan el plan», esto es, la indemnización que cobran por no trabajar. Resulta que el Gobierno argentino le da indemnizaciones a los partidos izquierdistas y estos las reparten a placer entre la gente con la condición de que vayan a sus marchas. Dos hermanos, de sangre boliviana, me confesaron que venían con la expectativa de obtener alguna ventaja material y los exhorté a que no se junten con los comunistas, pues son enemigos de Dios, y ellos me oyeron con afecto”.

Así es como se entiende la política del Gobierno de ‘pogreso’ español y las medidas que toman. PSOE y Podemos (y ERC, y Bildu, y Teruel Existe, y Revilluca) están convencidos de que la UE va a dar una carretada de euros a Moncloa, que ésta repartirá como subsidios, ingresos mínimos, rentas de subsistencia a millones de personas, que, agradecidos, votarán una y otra vez a la izquierda. Argentina trasladada a España.

Por eso, se dan esos ataques contra Amancio Ortega, un hombre que ascendió de la pobreza a la riqueza sin pasar por la política, contra el turismo y contra la industria automovilística. Todo lo que concede independencia y libertad tiene que ser ridiculizado y perseguido. Incluso las tradiciones que nos vinculan con lo espiritual y con el pasado, como las procesiones de Semana Santa.

Para agravar el empobrecimiento y aumentar el odio social, el último proyecto conocido del Gobierno es introducir el IVA del 21% en los servicios médicos y educativos privados… a los que tanto acuden los socialistas, demostrando su hipocresía. Uno de los mejores columnistas españoles, Enrique García-Máiquez ha comentado que esta subida de impuestos afecta “a la libertad, como si fuera un bien de lujo, que es lo que en la práctica empieza a ser”; y además pretende “transmitir al subconsciente social que la libertad es cara, insolidaria e innecesaria”, porque ese dinero debe ser del Estado para dar la felicidad.

La izquierda española nos prepara un futuro sin coches, pero con bicicletas; sin hijos, pero con perritos; sin empresarios, pero con manteros; sin comercios, pero con repartidores de Amazon. Y encima embozados, para que tengamos miedo del prójimo.

Una amiga polaca me contó que cuando se acercó a España, se quedó “perpleja” por “todas estas tonterías sobre la clase rica y pobre, sobre la desigualdad, sobre los privilegiados y los humillados”, ya que “no existe absolutamente ese dialecto marxista en Polonia desde décadas”.

Para entretenernos en la miseria que nos están preparando, pretenden que prestemos atención a ‘animadores culturales’ como esta niña de papá, que asegura que “el género (sic), la edad o la etnia son conceptos del pasado”. Así, podremos intercambiar identidades con los trozos de la pizza que habremos pedido a Just Eat.

Por fortuna, las cosas no siempre salen como planean los políticos y sus asesores. El presidente Lyndon B. Johnson comenzó unos programas ingentes de gasto público en EEUU a mediados de los 60, con los que hizo que los negros se volcasen en el antes racista Partido Demócrata. Y las dos siguientes elecciones las ganó el republicano Richard Nixon; y después del paréntesis del patético Jimmy Carter irrumpió el rutilante Ronald Reagan.

Eso sí, Johnson el derrochador, por la guerra de Vietnam (casi 550.000 militares envió allí) y la Gran Sociedad, comenzó en Estados Unidos un proceso de endeudamiento, que luego se extendió a Europa, por el que nos ahogamos en deudas. Y ahí seguimos. Hasta que alguien diga, como ya ha ocurrido otras veces en la historia, que no paga más o que no compra más bonos.

Entonces, este edificio se derrumbará. Lo malo es que quizás nos pille debajo.

 

 

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