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Las iglesias evangélicas italianas reabren “con gratitud a Dios y el deseo de volver a la normalidad”

Protestante Digital /España /

El primer domingo de reapertura oficial fue el 24 de mayo, aunque algunas comunidades esperaron una semana más.

Siguiendo las medidas adoptadas con el gobierno en el ‘Protocolo con las iglesias protestantes, evangélicas e italianas’, las comunidades evangélicas italianas podían volver a abrir sus puertas desde el pasado 18 de mayo.

El primer domingo de reapertura oficial fue el 24 de mayo, aunque algunas iglesias decidieron esperar otra semana para organizarse mejor y para que todo pudiese transcurrir en completa tranquilidad. 

La Alianza Evangélica Italiana ha apuntado que la mayoría de testimonios que han recibido expresan “gratitud a Dios por poder volver a reunirse, pero también “el obstáculo inicial por los límites inevitables para tener contacto físico (mascarillas, darse la mano, abrazarse…) y finalmente el deseo de regresar a la normalidad tan pronto como sea posible”.

“Finalmente pudimos alabar y bendecir a Dios juntos”

“Después de tres meses de confinamiento, finalmente hemos podido reunirnos con todos los hermanos y hermanas de quienes hemos estado físicamente distantes porque, aunque gracias a las tecnologías disponibles no ha faltado la oportunidad de mantenernos en contacto, sabemos muy bien que no es lo mismo”, dice Anna Pellerito, de la Iglesia Pentecostal Elim Source of Life, en Sesto San Giovanni (Milán).

Esta iglesia, “como otras iglesias a lo largo del país, ha adoptado el método de reservas hechas directamente en la página web, con una aplicación especial que actualiza el número de plazas a medida que se reservan”, explica Pellerito.

“Tan pronto como el primer servicio presencial empezó, la emoción era realmente grande. No podíamos aguantarnos las lágrimas; finalmente pudimos alabar y bendecir a Dios juntos.

Además de nuestras palabras, nuestros ojos también se han convertido en una herramienta para expresar todo el afecto y el amor que nos une a enseñar a otros”, añade.

“Ver a todos de nuevo con las caras cubiertas ha sido un golpe duro”

Lidia Mesolella, de la Iglesia Apostólica de San Nicola La Strada, en Caserta, ha señalado que “estamos acostumbrados a la limpieza continua, pero volvemos a ver a todos después de más de dos meses, con las caras cubiertas y sin poder destaparlos para dar un abrazo, que antes era más que espontáneo, seguramente ha sido un golpe duro”.

“Cantar con la máscara, los cambios que el grupo de adoración necesita hacer, renunciando a determinados instrumentos,…todo es bastante artificial; una situación antinatural, en la que el pueblo de Dios debe renunciar a aquellos elementos que los hacen especiales y atractivos, como el contacto fraterno o la alabanza libre”, subraya.

Según Mesolella, “la primera reunión fue como un hombre sediento que finalmente logra tomar un sorbo de agua, con el deseo de alabar y rezar”. “Pero en la segunda apareció el sentimiento de desánimo, y no estamos tan dispuestos a adaptarnos a patrones tan rígidos, incluso en aquellos momentos en los que se espera finalmente ser libre en presencia del Señor”, añade. “Al menos en nuestra región, la infección ahora está casi eliminada, por lo que todos se preguntan por qué deberíamos sacrificarnos hasta este punto”.

 

Culto de alabanza en la Iglesia Apostólica de Grosseto. / Facebook Chiesa Apostolica di Grosseto.

 “Una mezcla de sentimientos entre gozo y dolor”

Loredana Cappello, de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Seriate, en Bérgamo, recuerda que “para nosotros, el regreso al lugar de culto ha sido una mezcla de sentimientos entre gozo y dolor”. “Gozo, porque finalmente estábamos juntos e incluso solo mirarnos de cerca fue realmente conmovedor. Me alegra ver a nuestro querido pastor, por la gracia de Dios, predicar la Palabra después de ser golpeado directamente por el virus, lo que lo debilitó enormemente”, explica.

“Nuestros días estuvieron marcados por sirenas de ambulancia y coches funerarios, por lo que el miedo intentó abrumarnos.

Pero volvimos a la iglesia precisamente para fortalecer estrechamente nuestra fe en la unidad y, siguiendo los procedimientos de seguridad, comenzamos de nuevo con un nuevo impulso, queriendo centrarnos en las cosas verdaderamente esenciales de nuestra vida en Cristo”, remarca.

“La emoción logró superar el obstáculo del procedimiento para entrar al lugar”

Según Rita Macrì, de la Iglesia Apostólica de Grosseto, “regresar a la iglesia y ver a otros ha sido único”. “Nos sentimos como peregrinos dispersos que regresan a la comunión. La emoción ha logrado superar el obstáculo del procedimiento para entrar al lugar de culto”, declara.

“La obligación de llevar mascarilla no ha sido un freno para las oraciones que se han pronunciado una tras otra, mostrándonos cómo la Luz había estado con nosotros y había iluminado cada casa.

Y de repente nos sentimos libres como nunca antes. La gratitud ha sido el sentimiento dominante y hemos entendido aún más que no hay iglesia sin comunión fraterna”, agrega.

La segunda reapertura de la iglesia Punto Luce

Desde la Alianza Evangélica Italiana también han hablado con Nina Fiore Schaafsma, de la iglesia Punto Luce, en San Giuliano Milanese, que tuvo que afrontar su primer cierre forzoso y la posterior reapertura el último año, solo para volver a tener que cerrar el 23 de febrero a causa del coronaviurs.

“Estábamos comenzando una semana de eventos especiales con un equipo de estudiantes y tener que detener todo nos dejó incrédulos. Este cierre fue muy diferente del primero.

Esta vez acordamos que era necesario proteger a la población”, explica Schaafsma. Varios miembros de Punto Luce “se enfermaron y algunos de nuestros vecinos murieron”.

“Como muchos otros en Italia, no nos hemos detenido y hemos disfrutado haciendo ‘adoración desde las casas’ gracias a la tecnología. Y finalmente, con alegría, hemos podido reabrir”, asegura.

“Hemos visto mucha muerte, pero también a muchas personas viniendo al Señor”

Schaafsma afirma que “son conscientes de los riesgos y que aún tienen temor en Lombardía”. “Limpiamos, preparamos las sillas, seguimos las reglas.

En cierto modo, ha sido fácil para nosotros cumplir con las reglas, estamos acostumbrados a las distancias, a las máscaras, a medir nuestra temperatura”, señala.

“Todo esto nos lleva a expresar una gran gratitud a Dios, a reconocer una vez más que pertenecer al cuerpo de Cristo es una gran bendición. Sabemos que el Señor camina con nosotros y es soberano.

Hemos visto mucha muerte, pero también muchas a personas viniendo al Señor”, reitera. “En estos meses hemos hablado de estar ‘distantes pero unidos’. Ayer en la iglesia estábamos menos distantes y más unidos que nunca. ¡Gloria a Dios!”, concluye.

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