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La gravísima falta del presidente de la Corte Suprema de Justicia y de los co magistrados: un evidente acto de lesa patria

 
Licda. Gloria Navas, abogada/
 
Ya es tiempo de dejar los pelos atrás en la lengua los que nos atragantan como ciudadanos y conocedores especializados en el derecho penal y abogados que a diario tocamos la puerta de la justicia.  Ese edificio sagrado y garante de nuestra democracia se derrumba y no creo que debamos recoger los escombros,  sino construir uno nuevo sobre bases de ética, moralidad y conocimiento. 
 
La sanción calificada de FALTA GRAVE en un caso en el que se han removido las columnas de la majestad del Poder Judicial es suficiente para que esos señores que se visten con toga de legalidad,  se vayan para la casa y que la Asamblea Legislativa , sin perjuicio de la eficiente labor del Ministerio Público, intervenga de inmediato por cuanto el fogón se encendió desde la campaña pasada con la Comisión Especial Legislativa que investigó el Caso del Cementazo.   
 
Y nosotros los abogados, no podemos permanecer impávidos a la espera de que la Junta Directiva de nuestro Colegio de Abogados diga algo con valentía y sin posiciones timoratas.   Lo ocurrido es gravísimo porque la Corte Plena se pronunció y el Magistrado Solís quien rindió el informe, es un funcionario sumamente capaz con una seria trayectoria cumplida en la Procuraduría General de la República. 
 
Vergüenza nacional y ajena nos produce y se nos revuelven las entrañas del rechazo que sentimos ante conductas que ni nada más ni nada menos , provienen del Presidente de la Corte Suprema de Justicia y de los cinco integrantes en total de la Sala Tercera , la SALA PENAL, la más sancionadora, en conjunto con el ya exhibido, investigado y despedido Juez Magistrado Celso Gamboa.   Si no nos limpiamos desde la raíz el país se desmoronará aún más.  Nos terminaremos de ahogar entre las pensiones millonarias, los pluses exagerados, las carreteras y puentes inservibles, el déficit fiscal de la irresponsabilidad,  la pobreza inaceptable que se observa, el desempleo  y el empobrecimiento de la clase media, esta última garantía de una democracia que si no defendemos se nos disipará entre los dedos inútiles de los que guardan silencio culpable. 
 
El Poder Judicial y la estructura del ejercicio de la judicatura, en este caso de la cabeza visible del Poder garantista del estado de derecho del país,  de los encargados de resolver las causas penales en última instancia por vía de los recurso de casación y de revisión, deben ser limpiados de raíz.  Ese Presidente no es de nuestra confianza, la perdió con sus propias actuaciones y debe soltar el mazo de la justicia porque su autoridad ha sido minimizada. Esos señores y de mi más alta estima las señoras cuestionadas, deben irse para la casa y dejar que la habitación de la sagrada justicia camine con pies firmes y transparentes.   La desestimación aprobada es delito.
 
Esperaremos conocer en detalle el Informe puesto en conocimiento de la Corte Plena, quienes votaron en un sentido u otro y el fallo fundado para seguir con la pelea que no es retórica que endulza,  sino que se trata de  hechos probados los que nos arrugan el espíritu de lo que es correcto y conforme de toda conformidad.   Se trata de un hecho histórico que nos avergonzará como país con una de las democracias más fuertes de la conmocionada Latinoamérica.  ¿Con qué cara nos presentaremos ante los órganos internacionales?  ¿Cuál la herencia a nuestras generaciones de jóvenes? ¿Dónde estás seguridad jurídica? Está muy oscuro y no veo el amanecer.

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