OPINIÓN

La confusa posición de la Alianza sobre la participación política de los cristianos

Eduardo Cruickshank Smith / Pastor, abogado y Diputado

He leído con gran atención las declaraciones que dio a distintos medios de comunicación el presidente de la Federación Alianza Evangélica Costarricense (FAEC), Rigoberto Vega, respecto de la participación política de los pastores y los cristianos en general.

Según las informaciones publicadas, la FAEC resolvió no promover ni convocar nada relacionado con la política electoral partidaria de nuestro país, y dejar de ser parte de ella. Las publicaciones consignan también, que su Junta Directiva acordó extender invitación a los pastores de todas las iglesias afiliadas para que no participen de procesos electorales.

Como cristiano evangélico que soy, entiendo que fundamentalmente la FAEC desea que sus pastores afiliados se concentren en su extraordinaria misión de conquista y redención de almas para el Señor. Y eso, en esencia, lo comparto.

Comprendo que su llamado es para que la política no sea una plataforma para que los pastores se desvíen de su verdadero llamado y de su misión redentora. Y en eso, también estoy de acuerdo.

Sin embargo, las publicaciones crean una gran confusión y dudas cuando indican que la Alianza afirma que la Iglesia nada tiene que ver con la carrera política; cuando todos sabemos que la Iglesia somos sus miembros y que tenemos también un llamado de servicio a la patria.

La mejor manera de darle voz a la Iglesia Evangélica, para que sea tomada en cuenta y no sea discriminada por nuestros líderes políticos y gobernantes, es hacer que ellos sepan que nosotros representamos un caudal electoral importante en nuestro país y que estamos dispuestos a hacernos sentir. 

La Iglesia Evangélica desde hace ya algunos años entendió que involucrarse en política no es pecado y que, más bien, lo ideal es que sean los hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, temerosos de Dios y con vocación de servicio público quienes gobiernen las naciones. Por eso, me llama poderosamente la atención que sea esta la que, ahora, pareciera que está reculando y retirándose de lo que es la más importante actividad secular, especialmente, por su impacto sobre los pobres.

Es paradójico que esa aparente retirada se esté dando justamente cuando la Iglesia Católica Costarricense, por medio de Monseñor Manuel Salazar, Obispo de Tilarán, durante la homilía el pasado 2 de agosto en Cartago, por la celebración del homenaje a la Virgen de los Ángeles, señalara con claridad meridiana, la responsabilidad y el compromiso de la Iglesia Católica y de sus fieles con la política y con el quehacer nacional. Actitud y conceptos que por cierto suscribo totalmente, y por los cuales, felicito a la Iglesia Católica y a Monseñor Salazar.

Por todo lo anterior, le he dirigido una carta a la Federación Alianza Evangélica para que nos esclarezca cuáles son las verdaderas directrices y el alcance real de su nueva posición con respecto a la actividad política, a fin de no dejar duda alguna a sus pastores afiliados, ni a los cristianos evangélicos, ni a los ciudadanos costarricenses en general sobre las verdaderas intenciones de tan importante organización cristiana.

Me pongo a las órdenes de la Alianza Evangélica para conversar y apoyarlos en sus esfuerzos por salvaguardar la importante misión de los pastores, sin que se lesione el compromiso de los creyentes con una patria como la nuestra, que tanto necesita de nuestra oración como creyentes y de nuestro liderazgo como ciudadanos.     

(Los artículos de opinión, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).  

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