OPINIÓN

Respecto al Voto Constitucional del llamado “matrimonio igualitario”

Licda. Gloria Navas /

A riesgo de la crítica cruel acepto que me llueva. Empero, quisiera abordar el tema para aclarar algunos puntos que pareciera no se han comprendido por la ciudadanía en general al punto que se confundió con la religión y hasta se llegó a decidir una campaña electoral de la que hoy en día nos lamentamos. Nos tragamos el anzuelo de luchas fratricidas religiosas.

El Poder Ejecutivo propició con Solís y luego con Alvarado la consulta que hicieran ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, torciendo el debido proceso supralegal.

Como abogada el análisis intenta ser objetivo, pero igualmente, como lo hago constantemente, confieso mi posición espiritual porque sigo principios esenciales del Antiguo Testamento sobre el “Yo Soy”, Hashem, el Dios de Israel y de la venida de Jesucristo a la tierra a implantar el credo del cristianismo y la salvación.

El judío y el cristiano basan su estilo de vida, a menos en principio no en religiosidad necesariamente, sino en principios básicos de la convivencia que parten del primer Libro del AT -el Génesis-, en el que se describe la Creación no a causa de un “Big Bang”.

O tal vez, pero para nosotros ese grandioso “Bang” se originó en un ser Eterno que no tiene principio ni fin. En suma, bastante incomprensible incluso para nosotros pero que se hace manifiesto al mundo.

Esta creencia no es meramente subjetiva, propia de un culto como lo planteó la Sala Constitucional al usar el caso Duque vs. Colombia y el artículo 24 de la Convención, sino que es racional y lógica.

Define incluso nuestra cultura y un conjunto de cánones éticos de la vida en sociedad, como el nacimiento de los hijos y todo el Derecho de Familia que no apareció por generación espontánea, como tampoco la Lex Romana, el Código Civil o el Código Penal, en el que se sancionan los homicidios, los robos, los delitos en relación con la libertad, etc.

Esas regulaciones aparecieron también en la historia bíblica como parte del estilo de vida de la sociedad. La figura del homicidio en sus distintos grados deriva del “no matar” bíblico y del derecho humano “vida”. Incluso, se dieron una serie de Encíclicas en Roma, como la Rerum Novarum, en favor de la condición del trabajador. La historia es larga.

Así se ha desarrollado a grosso modo el estilo de vida de la humanidad, la que apareció naturalmente conjuntamente con el hombre en sus dos formas básicas: varón y varona.

La observación natural sin mucho esfuerzo así lo confirma por cuanto genéticamente -salvo algunas excepciones-hay órganos masculinos y órganos femeninos. Los de la fémina formados para la procreación y los del varón para fertilización.

Asumiendo que la historia de Noé y el diluvio universal es cierto o bien, que el mundo se inundó por aguaceros e inundaciones de 40 días y 40 noches, sin desagües y alcantarillas, la escogencia de salvación incluyó uno de cada clase precisamente para hacer prolongar la especie.

A la fecha no conocemos que dos leones masculinos den a luz a un leoncillo…la leona se hace necesaria. Así es la naturaleza independientemente de toda religión.

El ser humano, para aterrizar en los derechos humanos, nace libre y es titular de ciertos derechos inalienables partiendo, como la misma Sala Constitucional lo ha dicho, en aplicación del principio de igualdad y de razonabilidad cuando pretendemos ser iguales. Un niño no es igual a un adulto.

Por eso la Convención del Niño es solo para ellos y la Ley del Adulto Mayor a los que tenemos más de 65 años. La Ley de Penalización contra la Violencia de la Mujer protege a la mujer contra todo tipo de violencia física, psicológica, patrimonial y sexual. Por qué razón.

Por cuanto se ha logrado determinar que ella ha sido la más vulnerable en la relación doméstica hombre/mujer. Así está legislado porque esa es la relación natural desde la creación por obra del Altísimo o por el “Big Bang”, o será ¿que esa legislación se equivocó?

Pensemos racionalmente. Aquí l a religiosidad nada que ver como lo planteó la Sala al resolver formulando distinciones erradas al punto que la votación no fue unánime ni concordante plenamente.

La situación actual es que la Sala falló en todo sentido y el voto queda firme el día de hoy. El asunto es que lo que no puede ser igualitario porque no lo es, salvo el tema loco del género que se ha planteado bajo pretensión del lavado de nuestro cerebro, quedó sin completar. Solo se permite la unión pretendiendo igualarla a lo que no es igual por definición -solo en palabras de derivación contraria a la lógica-, pero no se tiene acceso a otros derechos porque la Asamblea no cambió todo el ordenamiento jurídico para acomodarlo de manera casi imposible.

Creo honestamente, que esa labor titánica no es posible para que terminemos con un bloque de legalidad ordenado, equilibrado, lógico y congruente.

Dura lex, sed lex, dice el latinazo. La ley es dura pero es la ley. Se pueden “casar” pero a medias. Sin embargo, lo que no puede hacer esa minoría es atropellar a la mayoría que piensa diferente en cuanto al matrimonio, aunque al prójimo tenemos que amarlo y perdonarlo.

Nosotros también tenemos derechos humanos que deben ser garantizados y respetados, tales como la libertad de pensamiento y los principios morales universales que la propia Constitución garantiza. La conducta moral y decente es exigible a todos. Aquí sí somos iguales.

 

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