FORMACIÓN

La mano de Dios escribe en una pared

El rey palideció, se turbó y del miedo que sintió, sus rodillas daban la una contra la otra.

 Dr. Carlos Araya Guillén / Articulista /

Dice la Biblia que Belsasar, rey de Babilonia e hijo de Nabucodonosor, invitó a un gran banquete a mil de las más altas personalidades de Babilonia y en presencia de sus convidados bebió mucho vino.

Con el gusto del vino, mandó a traer los vasos de oro y plata que su padre había traído del templo de Jerusalén para usarlos en el banquete. Y, bebieron en ellos, el rey, todos los asistentes, sus mujeres y sus concubinas.

Embriagados por el vino, alabaron a sus dioses e ídolos paganos de oro, de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

De repente, en medio de la algarabía, apareció una mano de hombre que comenzó a escribir con el dedo sobre la pared blanca de la sala, el texto: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.

El rey palideció, se turbó y del miedo que sintió, sus rodillas daban la una contra la otra.

Muy asustado llamó a magos, sabios, adivinos y astrólogos de Babilonia para que interpretaran la escritura de la pared.

Aquel que le mostrara el sentido de la frase sería vestido de púrpura, en su cuello se colocaría un collar de oro e iba a ocupar el tercer lugar en el gobierno de Belsasar.

Pero ninguno pudo leer la escritura ni mostrar al rey su significado. Fue la reina que le aconsejó llamar a Daniel, hombre inteligente, sabio y guiado por el espíritu del Dios Santo.

Entonces Daniel fue traído delante del rey y le interpretó la escritura en la pared, la traducción era: “Dios contó tu reino y le ha puesto fin. Has sido pesado en balanza y fuiste hallado falto. Tu reino ha sido roto y dado a los medos y a los persas”.

Además, dice el texto Sagrado, que Daniel rechazó todos los regalos y premios prometidos por el rey.

Esa misma noche murió el rey Belsasar y el reino de Babilonia fue conquistado por el ejército de Ciro en el año 538 a.C.

Usar las copas y tazones sagrados del templo de Salomón (de Jerusalén) y rendir alabanza a dioses e ídolos paganos fue el pecado del rey Belsasar, que le costó la vida y el reino. Dios es celoso y no comparte su gloria.

Breves lecciones:

  • Esta historia nos enseña que los gobiernos terrenales son transitorios, que el monoteísmo es un fundamento permanente de nuestra fe y que las prácticas mundanas son rechazadas por las fuerzas espirituales divinas.
  • La Iglesia no debe mezclar las cosas santas de Dios con las del mundo u otros dioses o ídolos, (que pueden ser ministerios, hijos, cónyuge, a los cuales a veces,  sin querer idolatramos).
  • Belsasar es sinónimo de la gente que se ha olvidado a Dios y vive sumida en sus quehaceres o en sus festejos. En su egocentrismo, solo hay espacio para ellos y nada más, sin tomar en cuenta a Dios en sus proyectos o decisiones.
  •  El rey llamó a sus sabios pero nadie supo cómo entender ese escrito, hasta que encontraron a un hebreo llamado Daniel. Muchos pueden tener gran conocimiento y hasta títulos teológicos, pero pocos pagan el precio de la unción para interpretar las Sagradas Escrituras y llevar una palabra fresca a la grey, para eso hay que estar en el secreto con el Altísimo.
  • Dios es misericordioso, pero también  fuego consumidor, llegará un momento que habrá juicio. Y a veces esto comienza en esta vida. Aunque también nos espera el gran juicio de Dios, pero eso es otro tema.
  •  Belsazar en su desesperación de comprar lo divino, ofreció cosas materiales que cualquiera hubiese aceptado, pero los valores y talentos espirituales de un verdadero siervo (a) de Dios, ni se compran ni se venden. De gracia hemos recibido, de gracia debemos dar. Daniel no aceptó nada, como tampoco Eliseo de Naamán el sirio.

“Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación”.

(Fuentes: Varias versiones de la Biblia).

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