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¿Qué hacer cuando descubres que tu iglesia no es sana?

Si por la Palabra de Dios te has convencido de que la enseñanza en tu iglesia no es correcta, entonces ¿cuál será tu actitud frente a esta situación?

David del Castillo / Coalición por el Evangelio /

Vivimos en un tiempo en el que se distribuyen cantidades exorbitantes de información. Cada día hay una infinidad de recursos disponibles en Internet que podrían permitir a muchas personas convertirse en autodidactas en diferentes ámbitos del conocimiento. En este sentido, también podemos encontrarnos con una explosión de recursos sobre teología y doctrina en línea. 

Este fenómeno conduce a una situación particular que se repite en muchas iglesias: personas que tuvieron contacto en Internet con la teología sana, caen en cuenta de que sus iglesias locales están enseñando algo diferente y entonces comienzan una especie de «cruzada interna». En muchos casos, otros miembros se sienten atraídos y se termina formando una iglesia dentro de otra. 

Es necesario reflexionar al respecto, pero antes quisiera aclarar que no busco alentar una actitud de evaluación desmedida sobre tu iglesia actual. Tampoco pretendo dar todas las respuestas sobre esta problemática que muchas iglesias y creyentes enfrentan, pues cada caso es único. 

Mi intención es guíar y alentar a quienes se encuentran en una genuina crisis de conciencia al darse cuenta de que en el púlpito de sus iglesias se enseña algo impreciso y hasta diferente a lo que enseñan las Escrituras. ¿Qué hacer cuando descubres que tu iglesia local no es sana en su enseñanza o predicación? 

Quiero compartir algunos consejos para ayudarte a actuar conforme a la Palabra de Dios en estos casos.

Examínate a ti mismo

En primer lugar, quiero animarte a considerar que tú también puedes estar equivocado. David reconocía: «¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme de los que me son ocultos» (Sal 19:12). Podemos ser ciegos a nuestros errores y necesitamos de la Palabra de Dios para verlos. La Escritura nos enseña discernir la realidad y nos ayuda a formar un criterio sano para determinar si algo es correcto o incorrecto.

En especial, examina tus motivaciones. Si por la Palabra de Dios te has convencido de que la enseñanza en tu iglesia no es correcta, entonces ¿cuál será tu actitud frente a esta situación? Es decir, ¿quieres sacar provecho para ganar protagonismo? ¿Quieres aprovechar la situación por algún problema previo con tus líderes? El deseo de demostrar, por ejemplo, que no se predica con fidelidad la verdad bíblica, ¿es para que Dios sea exaltado o para lucir más inteligente o más piadoso?

Existen muchas otras preguntas que puedes hacerte. El punto es que puedas discernir tus motivaciones delante de Dios. Recuerda que «engañoso es el corazón más que todas las cosas» (Jer 17:9) y que solo el Señor conoce realmente nuestras mentes (v. 10). Examina tus motivaciones para asegurarte de que realmente buscas el bien de tu iglesia local y la gloria de Dios.

Escucha, habla y juzga con humildad

Una vez que has examinado tu corazón, te animo a que puedas ir con la verdad directamente a tus pastores y líderes, para que expongas tus inquietudes de manera clara frente a ellos. Nunca procures empezar a manifestar tus apreciaciones y comentarios frente a otros hermanos sin antes conversar con las autoridades de la iglesia.

Toma las cosas con calma y evalúa si los errores tienen que ver con doctrinas fundamentales o no. Ten en mente que la iglesia perfecta no existe. Conserva tu humildad y busca depender de Dios en todo lo que hagas y digas.

Uno de los momentos más apasionantes de la historia del cristianismo fue cuando Martín Lutero fue convocado a la Dieta de Worms para retractarse de sus escritos. Después de haber pasado un tiempo muy difícil, parte de su respuesta fue:

Si no se me convencen mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón… estoy sometido a mi conciencia y ligado a la Palabra de Dios. Por eso, no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. ¡Dios me ayude, amén!

Debemos procurar tener esta misma actitud de demostrar la verdad de Dios a quienes están a cargo de la iglesia. Este proceso requiere que sepamos escuchar sus argumentos y que tengamos la disposición de entender la posición ajena. Es importante tanto hablar como escuchar con humildad.

Como escuché decir a un conferencista, debemos tener cuidado al juzgar los errores de una iglesia, sobre todo cuando no tenemos toda la información necesaria para realizar un juicio justo, porque entonces estaríamos cayendo en pecado de parcialidad e injusticia.

No te apresures a buscar un rol de liderazgo

Si te has tomado el tiempo para hablar con los líderes de tu iglesia y has hecho tus observaciones sobre los errores que atentan contra de la esencia del evangelio, pero aún así las prácticas de la iglesia están más guiadas por la tradición y la sabiduría humana que por la Escritura, ¿cómo seguir? 

Si tus observaciones son ciertas y los líderes no están dispuestos a escuchar, entonces es probable que debas buscar otra iglesia donde se predique el evangelio. Por eso, no te apresures a tomar una posición de líder en tu iglesia actual solo con la intención de iniciar una «cruzada interna». Podrías caer en lo mismo que estás acusando al querer enseñar sin estar bien preparado.

Busca ser discipulado por una persona madura antes de tomar otro tipo de rol dentro de la iglesia. Esto te ayudará a quitar las malas intenciones del corazón y te permitirá poner tu confianza en el Señor y no en tus propias fuerzas.

Si no estás siendo discipulado pero quieres discipular a otros en el afán de resolver las cosas por tus propias fuerzas, puedes cometer muchos errores. Cuando estamos en la etapa de descubrir la sana doctrina, lo más probable es que creamos saber más de lo que realmente sabemos. 

Buscar un rol de liderazgo en esta situación aumenta el riesgo de guiar mal a otros, a pesar de tus buenas intenciones. Hasta los pastores más experimentados necesitan ser discipulados y aconsejados.

Dios tuvo que formar el carácter de Moisés durante cuarenta años y David fue perseguido antes de convertirse en rey. Nuestro mismo Señor Jesucristo creció en sabiduría, estatura y gracia (Lc 2:52). Debe pasar lo mismo contigo. Por eso, busca ser guiado en un discipulado personal que te ayude a madurar tu carácter.

En conclusión, cuando descubres que tu iglesia no es sana, mi consejo es que te tomes las cosas con calma. Busca al Señor en oración en todo el proceso y procura ser discipulado por una persona madura (recuerda que para poder enseñar, primero necesitamos aprender). Busca la unidad de la iglesia. Confía en el Señor y no en tus propias fuerzas. 

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

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