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Existen lobbies antifamilia en Europa: son muy poderosos

Muchas de esas organizaciones se presentan en nombre de la libertad y del individualismo, pero promueven el relativismo, la división de la familia y la crisis de identidad.

Pablo J. Ginés / Religión en Libertad / Ilustración: Robolgo / Revista Común /

FAFCE (www.fafce.org) es la Federación de Asociaciones Católicas de Familia en Europa (usa el acrónimo en francés), una organización fundada en 1997 para llevar la voz de la familia ante las instituciones europeas e internacionales y también para inspirar el desarrollo de redes de familias.

Cuenta con 34 organizaciones miembro de 20 países (incluyendo 3 españolas), tiene un estatus participativo en el Consejo de Europa y es parte de la Plataforma de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. También es candidata a formar parte del ECOSOC (Consejo Económico y Social de la Organización de las Naciones Unidas, en el que participan asociaciones).

FAFCE se basa en la Doctrina Social de la Iglesia Católica y promueve la belleza de la familia, su riqueza y la dignidad de cada uno de sus miembros. Su Secretaría General tiene la sede en Bruselas. Animan a las asociaciones católicas defensoras de la familia a coordinarse en Europa a través de FAFCE.

Las elecciones en el Parlamento europeo implican un cambio relevante en la composición de fuerzas políticas. Los partidos liberales, poco interesados en políticas familiares, se han debilitado. El Partido Popular Europeo y las derechas alternativas han crecido.

Hay muchos retos y temas para plantear a los políticos, algunos de ellos novatos en el Europarlamento (tras las elecciones, suelen ser nuevos la cámara la mitad de los europarlamentarios).

En una carta abierta a los nuevos diputados, FAFCE les ha planteado 5 campos de acción

– Demografía
– La familia como inversión
– Equilibrio trabajo-familia
– Protección de la infancia
– Ecología integral

Vincenzo Bassi, Presidente de FAFCE, ha respondido a las preguntas de Religion En Libertad sobre cómo es la defensa de la familia en las instituciones Europeas.

– ¿Existen lobbies anti-familia en el Europarlamento y otras instituciones europeas?

– Sí, existen. Y son muy poderosos. Hemos visto mucho su influencia y su coordinación en Bruselas. También están presentes en los Estados miembros.

Muchas de esas organizaciones se presentan en nombre de la libertad y del individualismo, pero promueven el relativismo, la división de la familia y la crisis de identidad de la persona humana. Sabemos que tienen muchos recursos y son muchas organizaciones. 

En tamaño, sólo en capital humano [trabajadores y colaboradores] tienen hasta 10 veces más que la FAFCE.

– ¿Qué buscan esos lobbies anti-familia?

– Divide y vencerás: esto es lo que promueven. Buscan dividirnos, empezando por la familia y siguiendo con la división de cada uno, de nuestra propia identidad y cuerpo dados por Dios.

Quieren transformar al hombre en mero consumidor, una idea que se enfrente a la visión popular que es de la familia.

– En España existen asociaciones profamilia, asociaciones de padres, asociaciones cristianas… ¿qué pueden hacer para ser más eficaces a nivel europeo?

– Es fundamental estar presentes en Europa y tener una voz. Es muy bueno que las asociaciones profamilia estén muy presentes en su terreno, en su país, pero no basta, también hay que estar aquí en Bruselas.

La FAFCE tiene esta tarea de representarlas a todas. Tenemos ya tres asociaciones españolas que forman parte de nuestra Federación con estatuto de observador: el Foro de la FamiliaEnraizados en Cristo y la Sociedad y la ACdP (Asociación Católica de Propagandistas).

Esta última asociación acaba de ingresar y cuenta con integrarse en la FAFCE como miembro de pleno derecho el año que viene. Estamos muy orgullosos de representarlos a todos.

– Hay gente que piensa que Europa y sus leyes quedan lejos…

– Durante la campaña se ha dicho que hoy la mayor parte de las leyes de un país llegan desde Europa. Europa tiene un impacto real en nuestro día a día. Antes solo era en temas de competencia exclusiva de la UE.

Ahora, cada vez más, nos estamos metiendo en terreno pantanoso, tocando temas de soberanía nacional, incluyendo asuntos morales y éticos. Esto es muy peligroso.

»El caso más obvio fue la propuesta de muchos partidos, incluyendo de España, de pedir que el aborto se inscriba como derecho en la Carta Europea de Derechos Fundamentales [lea aquí sobre esa votación]. Jurídicamente sabemos que esto no es posible. Pero, hoy en día, parece que el consenso político manda.

 La respuesta no es estar «en contra de Europa». Necesitamos Europa, pero una Europa anclada en su origen popular, que habla con las comunidades.

No queremos una Europa que solo crea normas y leyes que no son entendidas por los pueblos. Pero sí queremos una Europa que aplica la subsidiaridad y que une a sus comunidades.

Lo que falta es el espíritu popular que inspiraba a los padres fundadores del proyecto europeo. Así, distinguimos entre el populismo y el espíritu popular. El pueblo no significa individuo, sino comunidades de familias.

– ¿Tienen miedo en FAFCE de que se usen normativas europeas contra el libre debate de ideas sobre la familia?

– No hay que tener miedo. Hay que ser astutos y, sobre todo, incansables. No podemos quedarnos dormidos en los laureles, porque lo políticamente correcto puede quitarnos la libertad.

La libertad de expresión, de religión y de conciencia es algo que nos vemos obligados a defender a diario en la teoría y en la práctica. Por eso hay que hablar, y hablar mucho. Desde el respeto, pero también desde la verdad.

– El documento Europa Sé Tú Misma de los obispos europeos, la Conferencia de Iglesias (CEC) y los parlamentarios ortodoxos piden a la UE un diálogo regular con las iglesias (Tratado de Lisboa, 3,17), porque ni se las invita ni se las escucha…

– Sí, hay que insistir con todos los grupos políticos, pedir que respeten este diálogo institucional, sin excepción. Hay que pedir coherencia con lo del «respeto a la diversidad». Hay que defender el pluralismo. Esto es esencial.

Creo que, con el globalismo de hoy en día, los cristianos somos los únicos verdaderos garantes del pluralismo: donde todos están de acuerdo, nosotros somos diferentes. Y temas como los de la vida y de la familia son buenos ejemplos.

 Hay que seguir estando presentes y confiar. Yo sugeriría eso, no dejar de estar, aunque eso requiera recursos. Para eso, las Iglesias necesitan el apoyo de las familias cristianas en Europa. Cada uno tenemos que convencernos de esta necesidad y aportar cada uno el granito de arena que podamos.

– ¿Qué cosas pueden hacer mal los nuevos europarlamentarios contra la familia?

– Lo peor que puede hacer un diputado es no hablar de la familia con la verdad por delante. Hay que reconocer la función esencial de la familia en la sociedad.

No podemos hablar de niños como si fueran champiñones que crecen solos en el campo. No podemos hablar de soluciones si no hablamos de la familia, que es la célula primaria de la sociedad.

 No podemos hablar de dignidad humana ni de derechos de los trabajadores, sin hablar de la familia. Lo mismo con la soledad, el cambio digital, la ecología y la salud mental.

La familia es el centro y sin la familia no hay soluciones. Por ello, si ignoramos a la familia, ignoramos la realidad. Nosotros intentamos evitarlo hablando de la familia con todos los que nos quieren escuchar, sin filtros.

– ¿Qué pueden hacer por la familia en Europa los periódicos digitales, los blogs, los influencers, los podcasts, youtubers, etc…?

– Pueden hacer muchísimo hablando de la familia. La familia es la base fundamental de la sociedad. No es una ideología, es una realidad. Necesitamos que los medios den protagonismo a la familia. 

Las redes familiares promueven la solidaridad entre generaciones y evitan la pandemia de aislamiento que tenemos en nuestras sociedades.

 Recomiendo a los que trabajan en los medios que contacten con nuestra oficina para utilizar nuestra experiencia, alzando la voz de la familia en estos momentos tan importantes.

RETOS DE LA FAMILIA EN EUROPA según Vincenzo Bassi, presidente de FAFCE:

 Invierno demográfico: «Nos estamos congelando en un invierno demográfico. Las tasas de natalidad han caído en picado y la pandemia de la soledad se ha extendido por todo el continente. Necesitamos que nuestras instituciones europeas dediquen recursos y capital humano a comprender sus causas profundas, así como a invertir en una primavera demográfica para el continente. Sin solidaridad intergeneracional, no podemos empezar a hacer frente a los numerosos retos que tenemos ante nosotros. Para ello hay que dar prioridad a las familias y a los niños, sin los cuales no hay futuro».

– Defender el domingo, día común de descanso: «Es posible tener una Europa en la que los trabajadores seamos productivos y también podamos disfrutar de un valioso tiempo en familia. 

Las madres y los padres necesitan un equilibrio entre la vida laboral y familiar, por el bien de sus hijos, de ellos mismos y de la sociedad en general.

Las madres embarazadas, en particular, deben gozar de protección legal y tener la posibilidad de poner en práctica su creatividad y espíritu emprendedor, además de la maternidad. También debe promoverse el derecho a la desconexión, estableciendo el domingo como día común de descanso».

– Ecología a favor de la familia, no contra los niños: «El problema no son los niños, sino el consumismo. No hay ecología sin persona; no hay persona sin familia. Por tanto, no hay ecología sin las familias y las comunidades de familias en el corazón de la transición».

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