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Trump renuncia a una escalada militar con Irán y anuncia más sanciones

Pablo Guimón / El País /

El presidente asegura que Teherán «parece estar retirándose» tras el ataque sin víctimas de la noche del martes y llama a los firmantes del pacto nuclear a «abandonar sus restos».

“Mientras yo sea presidente, a Irán nunca se le permitirá tener armas nucleares. Buenos días”. Con esas palabras comenzaba Donald Trump este miércoles a las 11.25 (hora de Washington) su mensaje a la nación, con casi media hora de retraso, rodeado solemnemente del vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Mike Pompeo y de todo su equipo de Seguridad Nacional.

En plena escalada de la tensión entre Irán y Estados Unidos en Oriente Próximo, todo dependía de la respuesta de Trump, y esta ha sido de contención. «El pueblo estadounidense debería estar agradecido y contento. No hubo ningún herido, no sufrimos víctimas y solo un mínimo daño en nuestras bases militares», ha dicho. «Irán parece estar retirándose y eso es una buena cosa para Estados Unidos y para el mundo».

Despejado prácticamente así del horizonte del corto plazo la eventualidad de una respuesta militar al ataque iraní de la noche del martes a dos bases en Irak, el presidente Trump ofreció pistas sobre el medio y largo plazo. «Irán ha sido el principal patrocinador del terrorismo y su búsqueda de armas nucleares amenaza al mundo civilizado», ha dicho, antes de anunciar que impondrá «inmediatamente» nuevas y «poderosas» sanciones económicas, insistiendo aparentemente en su estrategia de máxima presión para forzar a Teherán a volver a la mesa negociadora. Unas sanciones sobre las que no ha ofrecido detalles.

«No queremos usar nuestra fuerza», ha advertido. «Pero nuestra fuerza militar y económica es el mejor disuasivo». «Estamos preparados para abrazar la paz», ha concluido.

Trump ha tenido un mensaje para los firmantes del acuerdo con Irán de 2015, por el que el régimen se comprometía a congelar su programa nuclear a cambio de un alivio de las sanciones, del que el republicano sacó a Estados Unidos en mayo de 2018. Los países firmantes, ha pedido Trump, deben seguir sus pasos y «abandonar los restos del acuerdo nuclear». La prioridad, ha añadido, es trabajar en un nuevo acuerdo «que haga al mundo más seguro». «Debemos mandar un mensaje claro al régimen», ha dicho, «de que su campaña de terror no va a ser tolerada».

Pero el presidente ha tenido una mención al multilateralismo, del que tradicionalmente ha renegado. Ha asegurado que hoy mismo llamará a la OTAN para pedir que se implique más en el proceso de Oriente Próximo. Tampoco ha ofrecido más detalles sobre esa iniciativa.

“¡Todo está bien!”, había tuiteado el presidente el martes por la noche, tras el ataque, aunque advertía que “la evaluación de víctimas y daños” se estaba realizando en esos momentos. Irán había golpeado a Estados Unidos, en represalia por la ejecución el viernes pasado del general Qasem Soleimani, poderosísimo arquitecto de la influencia internacional de Irán, disparando misiles contra dos bases aéreas en Irak donde están desplegadas tropas estadounidenses: la de Ain Al Asad, en el oeste del país, y una en Erbil, en el Kurdistán iraquí. Las autoridades iraquíes indican que 22 cohetes golpearon los recintos militares. 

El ministro de Exteriores iraní, Mohammed Javad Zarif, dijo poco después en Twitter que sus ataques a tropas estadounidenses habían “concluido”. Que Irán no buscaba “una escalada o una guerra”. El verbo concluir resultaba clave.

El mando conjunto en Bagdad, que incluye tropas iraquíes y de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, aseguró en un comunicado que ninguna de las dos fuerzas habían registrado “ninguna pérdida”. Así lo confirmaron también el Pentágono, y los Gobiernos del Reino Unido, Australia, Dinamarca, Polonia y Suecia, que tienen tropas estacionadas en Irak. En Irán, sin embargo, diversos medios hablaban de la muerte de “al menos 80 soldados estadounidenses”, citando fuentes anónimas de la Guardia Revolucionaria.

Se trata probablemente del ataque más directo y descarado de Irán contra Estados Unidos en décadas de conflicto más o menos latente. Pero la naturaleza de la operación indica que no estaba diseñada para causar el mayor número de bajas en las filas estadounidenses. Primero, por la hora: sucedió en la madrugada, cuando Teherán sabe que los soldados están durmiendo y no desperdigados por toda la base.

También porque Irán sabía que la inteligencia estadounidense tiene medios para localizar esos misiles inmediatamente antes de ser lanzados. «No se perdieron vidas por las precauciones tomadas y gracias a un sistema de aviso prematuro que funcionó muy bien», ha dicho el propio Trump en su discurso a la nación. Y sobre todo porque Teherán informó al primer ministro iraquí, Adel Abdul Mahdi, de que se iba a llevar a cabo el ataque, sabiendo con toda seguridad que este avisaría a Estados Unidos. Las autoridades advirtieron a Irak oficialmente de que el ataque solo estaba dirigido contra intereses estadounidenses, aunque no especificaron las localizaciones. «Recibimos poco después de la medianoche un aviso verbal de la República Islámica de Irán sobre su respuesta al asesinato del mártir Qasem Soleimani. Dijeron que el ataque había comenzado o estaba a punto de hacerlo», explicó un portavoz del Gobierno iraquí.

El asesinato en la madrugada del pasado viernes de Soleimani disparó la tensión en la región. Grupos armados proiraníes en Irak habían prometido unir fuerzas para responder al ataque, realizado por un dron estadounidense, que mató al general que dirigía la fuerza Quds, cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria iraní encargado de acciones en el exterior, y también al líder miliciano Abu Mahdi al Mohandes. Teherán había asegurado que la «venganza» sería dura, mientras Trump advertía de que tenía una lista con 52 “objetivos” y atacaría “muy rápido y muy fuerte” en caso de represalia. Teherán optó por responder de forma directa, con una salva que demuestra la capacidad de su programa misilístico de golpear con precisión objetivos a más de 300 kilómetros de distancia de sus fronteras.

Una respuesta, por tanto, que todo indica que estuvo muy calculada. Un ataque al lugar desde el que consideran que se lanzó la operación contra Soleimani. Sin provocar bajas que detonarían inevitablemente un conflicto bélico que nadie desea, pero con la contundencia suficiente para cumplir el compromiso de responder de manera inequívoca, utilizando una fuerza militar contra otra, y para lanzar el mensaje de que Irán está dispuesto a implicarse en una guerra directa. De ser así, supondría una señal de que la moderación se ha impuesto en Teherán, cuyo ataque despliega la vía de salida al conflicto que buscan ambas partes y hacia la que Trump, con su discurso de este miércoles, parece haberse dirigido.

 

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