FORMACIÓN

El Monte del Templo a través del tiempo

Una perspectiva histórica sobre el sitio más sagrado de la tierra.

Por Rav Pinjas Landis / Aish Latino /

Las Tres Semanas es un período de duelo que tiene lugar entre los ayunos del 17 de tamuz y el de Tishá BeAv, el día de duelo nacional judío que conmemora la destrucción el Primero y del Segundo Templo en el Monte del Templo en Jerusalem.

¿Cuál es el significad del Monte del Templo y del Templo? ¿Por qué el pueblo judío continúa guardando duelo miles de años después?

Para entender esto, debemos regresar 5783 años atrás. De acuerdo con la tradición judía, este es exactamente el mismo lugar de la Piedra Fundacional a partir de la cual fue creado el mundo. Adam, el primer hombre de quien todos descendemos, fue formado de la tierra tomada de ese lugar .

En el año 1678 AEC, Dios le dijo a nuestro patriarca Abraham que llevara a ese lugar a su hijo Itzjak para sacrificarlo, la Piedra Fundacional serviría como el altar. El Libro de Génesis se refiere a este lugar como Monte Moriá Iaakov visitó el mismo lugar cuando huyó de su hermano Esav y allí tuvo su sueño de una escalera por la que subían y bajaban ángeles .

Los Templos

Saltemos hacia adelante hasta el año 869 AEC. La monarquía judía se había establecido en Israel con el rey David. Con todo el éxito de esta nueva nación, una cosa quedó sin concretar: el Templo en Jerusalem, el Beit HaMikdash, todavía no había sido construido.

David le pidió permiso a Dios para construir el Templo. El profeta Natán le respondió que no sería David, sino su hijo Salomón (Shlomó) quien construiría el Templo. Dios explicó: «Tú no podrás construir una Casa para Mi Nombre, porque has derramado demasiada sangre ante Mi». El Templo no podía ser construido hasta que hubiera un período de paz.

Hacia el final de su reinado, el profeta Gad le dijo a David que «erigiera un altar a Dios en la era de Arauna el jebuseo». Este era uno de los pocos lugares en Israel que permanecía fuera del control judío. Entonces el rey David compró la montaña de los jebuseos y efectuó los preparativos para el gran proyecto de construcción de su hijo. El lugar: el Monte Moriá.

En el año 827 AEC, el rey Salomón inauguró el Primer Templo, manifestando la santidad del Monte Moriá que había permanecido allí durante generaciones. Durante 406 años el Templo fue el centro del mundo judío. Su belleza y su gloria lo convirtieron en una de las maravillas del mundo antiguo.

Todo esto se perdió en el año 423 AEC cuando el rey de Babilonia Nabucodonosor (Nebujadnetzar) quebró las murallas y quemó el Templo, el nueve de Av.

El Monte Moria permaneció en barbecho durante los siguientes 52 años. En el año 371 AEC, los babilonios fueron suplantados por los persas, y el rey Ciro les permitió a los judíos regresar a Israel y reconstruir el Templo.

El proyecto duró poco, porque los planes de construcción fueron frustrados y saboteados por lo (no tan buenos) samaritanos. Los samaritanos fueron el resultado del desplazamiento forzado de Sanjerib, quien había aniquilado a las 10 tribus del norte de Israel 133 años antes de la destrucción del Templo.

Ellos habían habitado en la tierra durante 162 años y no estaban apurados por abandonarla. Los samaritanos apelaron al rey Ciro de Persia, quien posteriormente rescindió su permiso para construir el Templo, convirtiéndolo en la ley que permanecería en los libros durante el reinado del rey Ciro y del rey Ajashverosh.

Cuando en Persia llegó al poder el rey Darío II, en el segundo año de su reinado él permitió que continuara el proyecto de construcción.

El Segundo Templo nunca llegó al nivel del Primero. Quienes eran suficientemente ancianos como para recordar la grandeza del Primer Templo lloraron al ver el Segundo Templo, porque este empalidecía en comparación con su predecesor.

El Segundo Templo no sólo tenía carencias físicas sino también espirituales. No había Arca de la Alianza, ni Querubines, ni Urim veTumim (el pecto que usaba el Sumo Sacerdote y que ayudaba con la profecía). La presencia tangible de Dios no se manifestaba como en los días de antaño.

Aunque el malvado rey marioneta de los romanos, Herodes, restauró el Templo a una escala grandiosa a partir del año 19 AEC, el nivel espiritual del Primer Templo nunca volvería. Parte de este proyecto fue expandir en gran medida la plataforma sobre la que se construyó el Templo.

Esta fue construida con arcos y un muro de contención. La parte occidental de ese muro de contención es todo lo que queda del Segundo Templo. Eso es lo que llamamos el Muro Occidental (Muro de los Lamentos).

El Segundo Templo tuvo muchas amenazas existenciales, a manos de los griegos y de los romanos, así como a causa de las luchas internas entre los judíos. La guerra de Janucá no fue sólo una guerra regional, sino también civil (para más sobre este tema, puedes leer «La historia de Janucá que no te enseñaron en la escuela»).

A pesar de que los macabeos ganaron una soberanía temporaria sobre Israel, sus descendientes lucharon muchas más guerras de sucesión. Los Sabios del Talmud identifican este odio y luchas internas como la razón subyacente a la pérdida de protección Divina y la destrucción del Segundo Templo.

En el año 70 EC, los romanos pusieron fin a esta época tumultuosa. Entre los grupos en disputa estaban los zelotes, que pensaron que en verdad podrían vencer a los romanos. Ellos provocaron una rebelión que finalmente llevó a la pérdida del país, el asesinato de miles de judíos y la destrucción del Templo.

El dominio romano

Los años siguientes a la destrucción del Templo fueron muy difíciles. Si bien todavía quedaba una población judía en Israel, estaban bajo constante ataque y persecución de los romanos.

Todo pareció cambiar cuando llegó al poder Adriano en el año 117 EC y adoptó una política más benevolente hacia los judíos en Israel. Él incluso prometió reconstruir el Templo que sus predecesores habían destruido.

Pero los helenistas dentro del imperio romano conspiraron y presionaron al emperador en contra de esta decisión, porque consideraban que reavivar la presencia judía en Israel era la antítesis de la cultura griega que querían impregnar por toda Roma. La relación con Adriano comenzó a deteriorarse.

Adriano incluso promulgó varios decretos severos en un intento de obligar a los judíos a asimilarse, prohibiendo la observancia del Shabat, el Brit Milá y la recitación del Shemá.

En el año 129 EC, en un viaje a Jerusalem, Adriano fundó la colonia de Aelia Capitolina e hizo construir un templo para el dios romano Júpiter en el Monte Moriá, sobre las ruinas del Templo judío.

La comunidad comenzó a resistirse a los malvados decretos. Shimón Bar Kojba lideró la resistencia y esta revuelta en un primer momento tuvo éxito. El gobernador romano Turnus Rufus y la décima legión romana fueron desterrados de Jerusalem, y durante dos años y medio hubo soberanía judía en la ciudad capital.

Si bien hay especulaciones respecto a que Bar Kojba pudo haber comenzado a reconstruir el Templo, no hay evidencia que apoye esta opinión. Es posible que haya construido un altar en el Monte del Templo y que hayan tenido lugar ofrendas rituales.

El éxito y la libertad fueron breves, porque Bar Kojba no resultó ser el líder que el pueblo esperaba y el ejército romano derrotó la rebelión. Una vez más, cientos de miles de judíos fueron asesinados en la patria judía.

Los romanos destruyeron sistemáticamente la presencia judía en Israel, declarando ilegal el estudio de la Torá, asesinando a miles de personas, incluyendo a los 10 Sabios mártires que los judíos recuerdan en la liturgia de Tishá beAv y Iom Kipur.

Los judíos fueron expulsados de Jerusalem y restauraron el templo de Júpiter. Los romanos cambiaron el nombre del país de Judea a Palestina.(16)

El nombre Palestina viene de los filisteos, la última de las tribus canaanitas que pelearon contra los judíos. Al llamar a la provincia Palestina, los romanos trataban de borrar 1.500 años de presencia judía en la tierra y dar la impresión de que la tierra realmente era de los filisteos.

Jerusalem se vuelve cristiana

Alrededor del año 312 EC, el emperador Constantino I se convirtió al cristianismo, dando comienzo al proceso en el cual Roma -y todo el mundo occidental- se volvió cristiano.

Después del Primer Concilio de Nicea en el año 325 EC, Constantino hizo derribar el templo de Júpiter de Adriano y construyó la iglesia del Santo Sepulcro a 400 metros de distancia, en el lugar que su madre, Helena, había identificado como la tumba de Jesús. Esto desvió la atención del Monte del Templo y colocó en cambio el foco en el sitio cristiano. Los judíos seguían teniendo prohibido entrar a Jerusalem.

Cuando murió Constantino, asumió su sobrino Julián el Apóstata. Él trató de revertir la corriente del cristianismo romano y les dio a los judíos permiso para retornar a Jerusalem y construir el Templo. Pero Julián no vivió suficiente para ver cumplidas sus políticas, y con su muerte Roma se volvió firmemente cristiana.

En el año 610 EC, el imperio persa sasánida controló temporalmente Israel, y también permitió que regresaran los judíos, pero su gobierno duró sólo cinco años y los romanos bizantinos regresaron con toda la fuerza, expulsando nuevamente a los judíos y convirtiendo al Monte del Templo en un basural.

Jerusalem se vuelve musulmana

En el 637 EC, la conquista musulmana llegó a la Tierra Santa. La tradición musulmana enseña que al conquistar Jerusalem, el califa Omar fue llevado al Monte del Templo por un cristiano y lo encontró cubierto de basura.

Un judío apóstata que se había convertido al islam lo ayudó a limpiar la basura y encontrar la Piedra Fundacional.

A continuación, él construyó una mezquita en el sitio. Para el califa Omar, el sitio era sagrado porque allí Salomón había construido su Templo. La estructura actual fue construida por el califa Abd al-Malik en el 691 EC (la cúpula fue cubierta de oro en 1920).

Hasta el año 715 EC, no hubo ninguna conexión entre el Monte del Templo y la vida de Mahoma. Los musulmanes omeyas dirigidos por el califa al-Walid I comenzaron a enseñar la idea de que el Monte del Templo era al-Aqsa, el lugar distante al que se hace referencia en el Corán, desde el cual Mahoma ascendió al cielo.

En este espíritu, construyeron la mezquita al-Aqsa, también en el Monte del Templo. Esto fue 83 años después de la muerte de Mahoma y la conclusión de la enseñanza del Corán.

Regreso a los cristianos

La Primera Cruzada comenzó en 1095 y logró conquistar Jerusalem en el año 1099, formando el Reinado de Jerusalem.

La mezquita de la Roca fue convertida en una iglesia y la mezquita al-Aqsa fue usada por los cruzados como su cuartel, valorando la mística de encontrarse sobre las ruinas del Templo de Salomón.

Ellos se rebautizaron a sí mismos como los «Pobres caballeros de Cristo y del Templo de Salomón», o de forma abreviada, los «caballeros templarios». Los cruzados siguieron prohibiéndoles a los judíos vivir en Jerusalem y extendieron su prohibición a otros lugares sagrados, como Jevrón.

Regreso a los musulmanes

En 1187, Saladín venció a los cruzados, recuperando Jerusalem para los musulmanes. Él quitó todos los símbolos cristianos del Monte del Templo y restauró las mezquitas de la Roca y de al-Aqsa para uso musulmán.

En 1190, Saladín emitió una proclama invitando a los judíos a regresar a Israel y a Jerusalem. Esto dio comienzo al lento goteo de judíos que comenzaron a regresar a Israel, uniéndose a la pequeña población que había sobrevivido todo.

Si bien les permitieron a los judíos vivir en Jerusalem, hasta el siglo XIX no se les permitió entrar al Monte del Templo. Este fue el status quo hasta los tiempos modernos.

La actualidad

El goteo de retorno judío que comenzó con la proclamación de Saladín se convirtió en una corriente tras la expulsión de los judíos de España en 1492, y eventualmente en una inundación en el siglo XIX con los discípulos del Gaón de Vilna y del Baal Shem Tov, y subsecuentemente con la Primera Aliá.

A fines del siglo, en Jerusalem había una mayoría de población judía, con barrios construidos fuera de las murallas de la Ciudad Vieja.(25)

Durante la Guerra de la Independencia en 1948, la superioridad numérica no fue suficiente para poder defender por completo la posición judía en la Ciudad Vieja, y si bien el nuevo estado de Israel tuvo ganancias monumentales en otras partes del país, perdieron a la Ciudad Vieja de Jerusalem ante los jordanos.

Los temas no resueltos de la guerra del 48 siguieron hirviendo hasta estallar la Guerra de los Seis Días en 1967. El tercer día de la guerra (7 de junio, 28 de iar), la Ciudad Vieja de Jerusalem fue capturada por las fuerzas de defensa de Israel.

Llevando un Rollo de la Torá y un shofar, Rab Shlomo Goren, Rabino en jefe de las fuerzas de defensa de Israel, guio a los paracaidistas que capturaron la antigua ciudad hacia el Muro Occidental.

Rav Goren tocó el shofar y proclamó: «Har HaBait beiadenu – el Monte del Templo está en nuestras manos». De inmediato colocaron una bandera israelí para que flameara sobre el Monte. Moshé Dayán, el ministro de defensa de Israel, ordenó que sacaran la bandera, enviando una señal de que los temas religiosos y nacionales debían tratarse por separado. El gobierno israelí decidió mantener el statu quo del Monte del Templo.

El plan era que las autoridades musulmanas permanecieran a cargo del Monte e Israel fuera responsable de la seguridad general. El único cambio fue que ahora los judíos tendrían permitido visitar el Monte del Templo, pero no podrían rezar allí.

En su mayor parte, el statu quo se ha mantenido. De vez en cuando hay brotes de violencia provocados por radicales de ambos lados. El sitio es administrado por el Waqf islámico de Jerusalem, mientras que la tierra y su seguridad son parte del Estado de Israel.

Hoy presenciamos tiempos milagrosos, cuando la soberanía judía ha retornado a la tierra de Israel después de una pausa que se remonta a los tiempos de los macabeos.

Pero seguimos en duelo por la destrucción del Templo; el milagro todavía es incompleto. Al guardar luto por las tragedias del pasado, rezamos pidiendo el momento en que podamos cumplir con la esperanza colectiva del pasado judío.

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