OPINIÓN

El Covid-19 y el casamiento entre personas del mismo sexo: Un llamado a la obediencia del Señor

Lic. Elí Garro Valerio / Escritor /

Con el COVID-19 y la aprobación del casamiento entre personas del mismo sexo, el Señor hace un llamado a toda la sociedad. Nos llama a ser obedientes y temerosos de Dios, a ser sus discípulos, a leer, meditar y practicar su palabra.

Esto por cuanto la sociedad está empeñada en llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno, es decir está en desobediencia con la palabra y los mandamientos de Dios.

El llamado de Dios es para todos: los creyentes y no creyentes, para las autoridades de nuestro país –los tres Poderes- y para todos los líderes de los distintos credos religiosos en nuestro territorio.

El Señor conoce todo acerca del virus, su origen y consecuencias y conoce las gestiones y decisiones de nuestros gobernantes, sobre el casamiento entre personas del mismo sexo.

Él es todopoderoso, todo lo conoce y nunca pierde el control de todo lo que ocurre en los cielos y en la tierra. Pero nosotros, debemos meditar y practicar la bendita palabra de Dios, en obediencia y temor, recordando que somos responsables de las consecuencias de estar en obediencia o en desobediencia.

A los que practican la obediencia, el Señor los hace sentar en lugares celestiales con Cristo Jesús y a los desobedientes, que siguen las corrientes de este mundo bajo la influencia de Satanás, irán al lugar del tormento eterno.

Porque vendrá el día, cuando partamos de este mundo terrenal y Jesucristo venga en su gloria, entonces enfrentaremos su juicio, del cual ninguna persona escapará.

Como está escrito en el libro de Mateo, capítulo 25, en los versículos 31 al 33, “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda”.

Como está escrito en los versículos 34 y 41, Jesucristo dictará sentencia para toda persona según sus palabras y actos en este mundo terrenal.

Los que creen en el Señor, siguen al maestro, practican la obediencia y el temor de Dios, escucharán su voz: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

Los que no creen en el Señor, los que practican la desobediencia y no tienen temor de Dios, escucharán su voz:“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.

En el versículo 46 del capítulo 25, Jesucristo concluye su sentencia: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

Dios es amor y con su amor infinito ama a toda persona de tal manera, que nada ni nadie nos puede separar de su amor, Él transforma la vida de las personas que creen en Él, que aceptan su llamado a seguirlo y ser sus discípulos en obediencia y temor a su palabra.

Dios da a cada persona la opción de creer o no creer en El, pero la decisión tiene sus consecuencias, porque, “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”, Juan 3:18.

Es fundamental comprender que la decisión de creer en el Señor, trasciende la vida terrenal; la persona que cree en Dios tendrá vida eterna en la casa del Padre y la persona que no cree en Dios, será echada en el horno de fuego, allí será el lloro y el crujir de dientes.

Mi oración de súplica al Dios Altísimo y Todopoderoso, para que derrame su gracia y su favor en todas las personas de nuestra sociedad, para que un día muy pronto, tengan un encuentro con el Señor, para que se arrepientan y pasen de las tinieblas a la luz de Dios.

Para que sean nacidos de nuevo, -de agua y del Espíritu-, para que sus nombres sean escritos en el libro de la vida, y puedan ser parte del reino de Dios, según Su promesa en Juan 3:5, “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”, en el nombre de Cristo Jesús, que así sea.

A usted estimado lector de este artículo, le pregunto ¿Desea entrar en el reino de Dios?

(Los comentarios y artículos de opinión, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba