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Daniel y Somoza…son la misma cosa

Fernando Berrocal / Periodista /

 La relación de Costa Rica y Nicaragua es integral y tiene que ver no solo con los gobiernos de San José y Managua. Es entre el pueblo costarricense y el pueblo nicaragüense.  Así de profundos e históricos son nuestros lazos.

Desde las enormes diferencias entre Pedrarias Dávila, el analfabeto y cruel conquistador de Nicaragua y el letrado y civilizador Juan Vásquez de Coronado, conquistador de Costa Rica.

Desde la Anexión de Guanacaste un 25 de julio de 1824. 

Desde la Campaña Nacional de 1856 que forjó a sangre, fuego e ideales la nacionalidad costarricense, bajo el liderazgo de Juan Rafael Mora, cuando miles de campesinos y soldados costarricenses murieron luchando en Nicaragua contra William Walker y los filibusteros esclavistas.

O cuando don Ricardo Jiménez, el prócer liberal, decía a principios del siglo pasado que Costa Rica tenía tres estaciones: “las lluvias, el verano y los conflictos con Nicaragua”.

O cuando el viejo Somoza pretendió invadirnos, mientras se negociaba la paz en la Embajada de México que daría fin a la Revolución de 1948 y nacimiento a nuestra II República.

Y después…cuando en 1955 los somocistas nos invadieron por Guanacaste y por el río San Juan hasta ciudad Quesada.

Y cuando Tachito Somoza bombardeó la frontera en tiempos del presidente Rodrigo Carazo. 

Y cuando los ticos nos unimos fraternalmente a los luchadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para acabar con la dictadura de la familia Somoza, escondiendo y transportando armas, dando comida, donando sangre, curando heridos, peleando y apoyando con logística, refugio y descanso a los guerrilleros sandinistas…porque así fue y no fue de otra manera.

Y cuando después los sandinistas, recibiendo órdenes de los cubanos, amenazaron con invadir Costa Rica en el gobierno de Luis Alberto Monge.

Y cuando el Plan de Paz del presidente Oscar Arias… para traer la paz y la democracia a Centro América y a Nicaragua.

Y hace poco… con la reciente invasión sandinista a isla Calero y la sentencia de la Corte Internacional de Justicia.

Hay unos 750.000 nicaragüenses viviendo, legal o ilegalmente, en Costa Rica y, sin ellos, no funcionaría parte de la economía nacional, la zafra azucarera y las cogidas de café, melones y piña, la construcción, el servicio doméstico, pequeños comercios y artesanía e infinidad de familias mixtas con hijos y nietos comunes, de hermana sangre costarricense y nicaragüense.

Hasta Humberto Ortega, el jefe militar de la guerra contra Somoza, hizo pública una carta a su hermano Daniel, apoyando las negociaciones de paz auspiciadas por la Iglesia Católica, pidiendo el fin de la brutal represión y elecciones adelantadas.  La carta no surtió ningún efecto.

Tampoco los fuertes pronunciamientos de la OEA y la Unión Europea.

En Nicaragua se vive una masacre de más de 350 muertos y miles de heridos.

Un criminal y demencial esoterismo mesiánico y dictatorial se ha apoderado de Daniel Ortega y Rosario. Nada queda vivo del viejo idealismo sandinista.  

Nicaragua vive un régimen genocida igual o peor que el de la familia Somoza.

 

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