OPINIÓN

«Desescalada…», volver a la playa cuando el tiburón sigue suelto

Periodista Jorge Fernández / Actualidad Evangélica/ España /

En 1975 Steven Spielberg estrenó su primer gran éxito cinematográfico, Tiburón, taquillazo que hoy está considerada una de las mejores películas de la historia del cine.

La trama, recordaréis, comenzaba con la misteriosa muerte de una joven en las aguas de la tranquila playa de Amity Island, un lugar de veraneo en la costa de Nueva Inglaterra, EEUU. Los restos mutilados de la joven son encontrados al día siguiente y el médico forense determina que son producto del ataque de un tiburón gigantesco, por lo que el policía Martin Brody (Roy Scheider) sugiere cerrar las playas a los bañistas. Pero la propuesta es rechazada por el alcalde de la localidad, Larry Vaughan, quien teme que la noticia arruine la inminente temporada veraniega, principal fuente de ingresos de la turística ciudad. En consecuencia, se decide atribuir la muerte de la joven a un accidente de barco. Pero el tiburón vuelve a atacar en la playa y mata a un niño, cuya madre ofrece una recompensa para quien acabe con el escualo, lo que desata una ola de frenesí entre los pescadores locales y atrae a experimentados cazatiburones de todas partes.

Iniciada la cacería, un pescador captura un enorme tiburón tigre, lo que lleva a los habitantes de Amity Island a pensar que el problema quedó resuelto. Un biólogo experto, no obstante, examina el tamaño del animal y no cree que sea el responsable de las muertes. A pesar de ello, el alcalde Vaughan se opone a hacer pública esta opinión del biólogo y presiona para que Martin Brody levante la prohibición de bañarse en las playas de Amity Island. (¿Os suena esto, amigos?).

Todos recordamos la escena. Los bañistas vuelven masivamente a la playa el 4 de julio, fiesta nacional en los EEUU, pero muy pocos se atreven a meterse en el agua. De pronto, una broma infantil crea el pánico en la playa. Al mismo tiempo, el tiburón asesino penetra en una laguna cercana y mata a un hombre. El hijo de Brody es testigo del ataque y entra en estado de shock. El policía consigue convencer al alcalde de contratar los servicios de Quint (Robert Shaw), un veterano cazatiburones que liderará la búsqueda y captura del animal.

Me venía a la mente esta historia cuando analizaba las noticias de los últimos días en nuestro país y en el mundo. En España transitamos ya la quinta semana del estado de alarma. A día de hoy, los datos oficiales son demoledores -172.541 contagios; 18.056 fallecidos; y 67.504 curados-. Datos cuyos criterios para el recuento han sido objeto de dudas y críticas; y se cree que los números de contagiados y fallecidos podrían ser mayores. El confinamiento general de la ciudadanía, el cierre de empresas e industrias y el envío a sus casas de todos los trabajadores no esenciales, no han dado los resultados esperados, al menos no tan pronto como desearíamos. Apenas un ligero aplanamiento de la curva de contagios y de muertes, y una menor presión en la red hospitalaria que estuvo al borde del colapso y cuya situación sigue siendo crítica, con más de 27.000 trabajadores sanitarios de baja por COVID-19.

Frente a las pocas noticias positivas que pueden apuntarse, el escenario general empeora seriamente. Nuestro particular “tiburón blanco”, pese a su microscópico tamaño en este caso, sigue haciendo estragos en la salud física y económica de millones de personas en el mundo, y también en España.

El FMI lanzó el pronóstico más grave: por el coronavirus, España perderá el 8% de su PIB y el paro puede dispararse al 21%. Se duda sobre si esto será algo breve y pasajero o si va para largo. Mientras tanto, los partidos políticos todavía discuten qué hacer.

Frente a este panorama, la palabra clave de esta semana es: desescalada. Un término que la Real Academia de la lengua desaconseja, pero que se ha puesto de moda y es el que ha empleado el Gobierno para anunciar el regreso este lunes de los trabajadores confinados mediante el decreto de hibernación productiva y explicar cómo será el retorno gradual a la normalidad tras el final del decreto de alarma, previsto en principio para el 26 de abril. “Será una desescalada gradual y priorizando la salud de las personas”, insiste el Gobierno.

Volviendo a Tiburón… Me da la impresión de que la propuesta del Gobierno equivale a decir que, debido a las tremendas presiones socioeconómicas que estamos soportando, podremos volver a las playas de nuestra Amity Island particular, a bañarnos en la orilla, sabiendo que el tiburón sigue allí.

Los alpinistas expertos saben bien que una desescalada imprudente o impaciente puede ser tanto o más peligrosa y letal que los riesgos para alcanzar una cumbre. Lo mismo saben los ciclistas profesionales, que al descender a gran velocidad de un puerto de montaña deben extremar su concentración y sus cuidados. Figuras como éstas seguro estarán en la mente de nuestros gobernantes europeos. El reto que afrontamos es cómo descender lo más rápido posible a la normalidad social y económica sin estrellarnos en el intento.

¿Y la Iglesia? Me pregunto. ¿Estamos preparados para nuestra particular desescalada? En la Biblia hay algunas desescaladas notables. Unas gloriosas, como aquella de Abraham descendiendo del Monte Moriah con su hijo Isaac vivo, tras pasar con victoria la dura prueba a la que le sometió Yavhé cuando le pidió que sacrificara a su único hijo. ¡Qué momento!

Mucho más penosa fue la desescalada de Moisés del Monte Sinaí, tras pasar 40 días y 40 noches en la presencia de Dios, sólo para comprobar cómo el pueblo se había corrompido y adoraba a un becerro de oro.

También fue decepcionante la desescalada del Monte Tabor, el monte de la transfiguración. Lo fue para los discípulos y para el propio Señor Jesucristo, quien tras aquella extraordinaria experiencia en la presencia de Dios, tuvo que afrontar la realidad de la pobreza espiritual de sus discípulos.

Pienso que, la fe, la paciencia, la prudencia y la esperanza, que necesitamos hoy para mantener el esfuerzo en medio de la tormenta con paz en el corazón, serán también los recursos que nos ayudarán a afrontar con victoria y sin temor el regreso a la normalidad. Por eso es tan importante que los sigamos ejercitando hoy.

(Los comentarios y opiniones, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamienteo de este medio).

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba